El joven diplomático oriundo de Gobernador Crespo dejó atrás su vida como profesor de historia en nuestra provincia para saltar ser parte del servicio exterior de la Nación, logrando una exitosa carrera. Una experiencia que interpela a los jóvenes del interior.
Quizá el conocimiento sobre el compartido origen santafesino de ambos genere desde el comienzo un clima ameno, cercano y sin vericuetos en la conversación. Jorge Sartor nació en 1979 en Gobernador Crespo, donde ya le gustaba la historia, la geografía y las relaciones internacionales cuando transitaba sus estudios medios. Era premonición de lo que vendría.
Un repaso por la entrevista que brindó a El Litoral para conocer en profundidad su historia hasta llegar a su exitoso presente. Testimonio que busca mostrar una de las carreras más federales del país y que abre sus puertas a profesionales de todas las ramas del conocimiento.
-¿Cómo te enteraste de la existencia del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN)?
-Fue en una nota de un suplemento que ya no existe más del diario Clarín, que no me acuerdo si era El Radar o El Zona, y salió una entrevista a los becarios de ese año y me pareció interesante cómo el ISEN buscaba acercarse a los interesados y no al revés. Recorté el artículo del diario y lo dejé guardado en un cajón, porque explicaba los requisitos para entrar, que primero tenía que tener una carrera universitaria ya terminada; prepararme en idioma y aprobar para el concurso.
-¿Cómo seguiste tu vida profesional?
-Me recibí en historia y me dediqué a trabajar en la en la docencia universitaria y secundaria; también en otros trabajos que no tenían que ver necesariamente con la docencia, sino más bien con la administración y ahí fue cuando dije: “bueno, es hora de retomar este plan. A ver si es viable o no”. Y justo cuando estaba meditando, me entero de que venía a Santa Fe -a la Universidad del Litoral- gente del ISEN a dar una charla y me pude enterar bien cómo era todo.
-¿Qué hiciste entonces?
-Con otros chicos que nos conocimos ahí armarmos un grupo de estudio para prepararnos para rendir. Me llevó dos intentos hasta que puede aprobar el ingreso.
-¿Cómo fue la cursada?
-Hasta ese momento seguía viviendo en Santa Fe y me mudé a Buenos Aires con más de 30 años de edad. Entonces me encontré con casi 50 chicos más, de varias partes del país y de todas las edades. Había algunos que se recibieron en sus carreras y ya entraron al ISEN y otros, como yo, de un montón de ramas de estudios que ejercieron y tiempo después decidieron entrar. Por eso los dos años del ISEN están enfocados en dar una necesaria homogeneidad general, ante tanta diversidad de estudios y perfiles.
-Tu primer trabajo fue en la Dirección de Política Exterior Antártica ¿Cómo llegaste ahí?
-Ya en el segundo año del ISEN, en el tramo de pasantías, me tocó esa área. Fue reencontrarme con una vieja pasión, que tenía que ver con ese territorio por el que Argentina reclama soberanía y que, a veces, desconocemos un poco la profundidad del tema. Fue una experiencia muy linda, porque tenés una dimensión de cómo es un foro multilateral en cuanto a política exterior, también tenés relaciones bilaterales muy fuertes con los países que son los principales actores dentro del sistema, como Chile, Reino Unido, Rusia o Estados Unidos y también hacia el interior de Argentina, porque tenés que articular con otros ministerios e instituciones.
Gentileza.
-Y después, sin escalas a China…
-Claro. Después de unos años de arrancar, empieza la inquietud por salir, por ir a conocer la experiencia en el exterior. Se abrió el proceso donde uno se postula a los distintos destinos disponibles para su nivel y perfil y se me dio China, que yo había puesto como prioridad personal en ese momento. Estuve allá dos años y medio, fue una experiencia increíble y justo comenzó la pandemia estando ahí.
-¿Qué te queda de tu paso por China?
-Para mí, estar en China fue como estar en Roma en el Siglo 1 después después de Cristo: estás viendo cómo se construye el próximo hegemón, cómo se construye el próximo imperio. También es curioso porque justamente China sigue siendo un país que, por su manejo de la de la información, por tener un ecosistema de internet completamente aislado del resto del ecosistema de Internet mundial, es un país sobre el que la información que circula es poca y parcializada. Estando allá tenés acceso a conocer cosas increíbles, que en occidente no ves. Me sorprendió cómo convive el futuro, trenes de alta velocidad, con la preservación de costumbres y hábitos milenarios.
-¿Por qué vino Perú después en tu avance?
-En destinos como China, después del segundo año podés elegir rotar o completar cinco años en el lugar. Con mi esposa fuimos padres, tuvimos que afrontar la pandemia y muchas vicisitudes familiares muy lejos de casa, entonces teníamos ganas de volver un poco más cerca de los nuestros. La principal era alternativa era Perú, donde llegamos en plena pandemia y era súper difícil ese momento, pero ya el entorno era un poco más parecido a la Argentina y la distancia era mucho menor.
-¿Cuál fue tu rol en los destinos que tuviste?
-Cada vez que te expones a un nuevo destino es como barajar y dar de nuevo. Porque cada embajada tiene distintas patas políticas y comerciales, algunas tienen o no sección consular y las necesidades son muy diversas. En mi caso, tanto con los antárticos, como en China y Perú me tocó llevar adelante el área cultural y de prensa, que son cuestiones que además me gustan y me permiten disfrutar el doble de mis tareas.
-¿Cuál es el desafío de tu tarea?
-El contexto con presupuestos acotados, principalmente en la promoción cultural. Entonces se dificultan las cosas y más aún en tiempos donde todo es contrarreloj.
-Dijiste que fuiste padre en el exterior ¿Cómo es la situación de tu pareja como acompañante de alguien que se muda continuamente por el mundo?
-Hay países donde tenemos acuerdos de trabajo para los cónyuges de los diplomáticos, quiere decir que pueden trabajar sin estar del todo sujetos a la jurisdicción, o sea, sin perder del todo sus inmunidades diplomáticas. Pero hay países donde no, te dicen “Tenés inmunidad de diplomática o no las tenés y podés trabajar como cualquiera”. Así que, como socióloga, tuvo que reinventarse por eso y en este contexto del surgimiento de modalidades de trabajo y de estudio que tienen que ver con la virtualidad y lo remoto, que ayuda mucho pero es un desafío en sí.
-Vos saliste del famoso “interior del interior” ¿Eso te ayudó a sortear las dificultades?
-Sí. Ya al momento de elegir una carrera universitaria, para nosotros significa que a los 17 tenés que hacer un primer desplazamiento para irte a una ciudad más grande y alejarte de tu familia. Después irme a Buenos Aires para superarme. Va variando la intensidad y la responsabilidad en cada escala, pero sí, es un proceso que nace en nuestras raíces.
-¿Cuáles son tus expectativas?
-Todavía me queda un año en Perú y estoy pensando en esa vuelta a Buenos Aires: si intento volver al entorno antártico para profundizar mi trabajo en el área o si busco algo nuevo, para continuar desafiándome a lo desconocido.
-¿En algún momento te sentás y te imaginás como canciller?
-Planteado así, me da un poco de miedo. Digo: “wow, qué responsabilidad”. Uno se prepara toda la vida para tener esa oportunidad de decisión, pero no sé si concretamente sería mi máxima ambición, aunque en el fondo todos los que hacemos esta carrera tenemos esa tentación.
¿Qué le dirías a esos jóvenes que están en otras carreras o profesiones y miran de reojo la carrera de la diplomacia?
-Transmitir que existe un Servicio Exterior de la Nación que ofrece una carrera que forma profesionales y los capacita. En ella se accede por concurso público, uno de los más antiguo existe. Es desafiante y exigente, pero muy transparente, muy abierto y entonces implica simplemente sentarse, estudiar y ponerse un objetivo e insistir. No sólo si te gustan las relaciones internacionales, si te gusta trabajar para la Argentina. En el servicio exterior hay que tener en cuenta que no necesariamente tenés que estudiar la carrera de Relaciones Internacionales, es para cualquier carrera universitaria: vos podés ser doctor, biólogo o ingeniero nuclear y presentarte al concurso del ISEN. Eso lo hace también doblemente interesante, por su diversidad.
-¿Cuánto te aporta, además, ser miembro de la Asociación de Personal del Servicio Exterior de la Nación (APSEN)?
-Toda carrera tiene una dimensión corporativa y bien entendida significa la defensa de derechos. El APSEN no solo vela por los intereses de los funcionarios, sino que también trata de crear redes de contención para las familias de los funcionarios y también valoro mucho. Últimamente se han volcado a trabajar en una instancia para complementar nuestra formación y el año pasado fui parte de un curso que promovió sobre manejo de comunicación pública y de redes sociales, que fue desde lo más macro desde la comunicación política, per se, hasta lo más micro de cómo comunicar en distintas redes sociales.