En estos tiempos marcados por una violencia espasmódica, la muerte nos llega a diario en forma de noticias o balas, ¿existe ese destino que define si quedamos fuera o dentro de la página policial? “Me interesa pensar en la muerte como el resultado de una serie de eventos. Me planteo como se suceden esos hechos, si el destino existe o no, y que viene después.”, afirma Lorena Hidalgo, autora de Lo inexorable (Ediciones Diotima, 2023), un libro enmarcado en el género fantástico y con pasajes de logrado suspenso.
Lorena Hidalgo nació en Mar del Plata. Es narradora, diseñadora gráfica y artista visual. Tiene dos novelas inéditas y, en la actualidad, trabaja en su próxima colección de cuentos.
Lo Inexorable reúne 13 cuentos divididos en tres apartados: “Lo inexorable”, Devenir y muerte” y “No hables con extraños”. Los une un juego macabro sobre el abismo del último misterio.
Si bien la mayoría de los cuentos están escritos en tercera persona, los tres más destacados son contados en primera persona a través de la voz de un narrador-personaje. En “Santa Julia” seguimos los pasos de Belén quien recibe una invitación misteriosa a pasar unos días en una estancia. Dentro de una atmosfera siniestra emerge la figura velada de Julia, dueña de casa, quien también oficia de narradora. “Los humanos se jactan de ser racionales, sin embargo, puedo afirmar que siguen siendo primitivos”, asegura Julia y algo nos dice también del inoxidable cuento fantástico -que proviene de las viejas religiones- y alimenta esa esencia primitiva con sus ambiguas intrigas.
Ambientado en los años ’80, “Superhéroe” nos pone a espiar el mundo de los adultos, desde los ojos inocentes de un niño que visita la casa de su abuelo. Un extraño golpea la puerta y el clima familiar se enrarece. Es notable la utilización de los diálogos, que descubren la segunda historia secreta y hacen avanzar la acción, a la vez que caracterizan a los personajes.
“Recreo” nos adentra, mediante un monologo interno, en la cabeza de un anciano de 80 años que vive su cotidianeidad en una absoluta soledad. Sin revelar la trama, se puede decir que se trata de un hermoso amague con caer en un lugar común y un artefacto que desnuda una ternura abrazadora. Es uno de esos cuentos que se quedan con nosotros después de leerlos.
Más allá de lo irregular del conjunto, se impone un estilo de escritura ágil, de oraciones cortas y directas que mantienen el ritmo narrativo, descripciones acabadas para construir atmosferas opresivas y hábiles giros en las tramas que sostienen una tensión siempre bien lograda.
En buena parte de los cuentos se evita la estructura cerrada, son finales abruptos que partiendo de lo no dicho desafían la lectura, donde se completan las historias. La muerte no siempre es el final, es otra forma de continuar la trama después de la trama.
Lorena Hidalgo en primera persona
- ¿Cuáles son las influencias que reconoces al escribir?
- No sé si tengo influencias directas pero sí autores que marcaron el gusto por el género. A los doce años leí “El escarabajo” de Manuel Mujica Lainez y esa idea del objeto como personaje me inclinó hacia el fantástico. Después, vinieron Silvina Ocampo y Cortázar para acrecentarlo. Patricia Highsmith y Tom Sharpe agregaron el gusto por el suspenso y por las historias macabras y disparatadas. Pero mi lectura fue siempre muy variada: Lovecraft, Chase, Carver y Navarro, entre tantos. Creo que esa amplitud me permite moverme en varias direcciones al mismo tiempo. En la actualidad, leo autores como Luciano Lamberti, Mariana Enríquez y Samanta Schweblin que no me influyen de manera directa, pero sí me inspiran.
- ¿Cuánto tiempo estuviste trabajando en Lo Inexorable?
- Estos cuentos fueron escritos a lo largo de cuatro años. Casi en su totalidad nacieron a partir de algún sueño o de alguna imagen lúcida en mitad de la vigilia. En un principio, eran cuentos sueltos que no formaban parte de un todo, los escribí entre medio de dos novelas. Un día me encontré que ya eran demasiados relatos que compartían un mismo tono y me dispuse a formar la colección. Vino entonces el proceso de revisión y edición junto a Ediciones Diotima, que nos llevó cerca de cinco meses más.
- ¿Por qué decidiste que sea la muerte el tema que atraviese todos los cuentos?
- Casi que se dio de manera natural. La muerte es una de mis obsesiones y surge en casi todos mis textos. Me interesa pensar en la muerte como el resultado de una serie de eventos. Me planteo como se suceden esos hechos, si el destino existe o no, y que viene después. La idea era encontrar, en esas circunstancias, distintas respuestas para un mismo final.
- En dos cuentos, “Campo de Girasoles” y “Preludio”, las narraciones encuentran una expansión para su final abierto en otros dos cuentos, ¿Cómo trabajaste esa decisión formal?
- Cuando terminé “Campo de Girasoles” entendí que había algo más entre las capas de la historia, detalles que merecían ser parte de un relato. Entonces me pareció una idea interesante darle al lector un plus y lo repliqué en “Preludio”. Me imaginé que no todos lo captarían al principio, pero supuse que el lector que encontrara ese feedback se sentiría halagado, tomado en cuenta. Me gusta pensar en el lector como alguien a quien no quiero defraudar. Entregarle esa información extra es un guiño de agradecimiento por su lectura perspicaz.
- En algunos de los cuentos de Lo Inexorable puede verse una apuesta por finales abruptos, que dejan que sea el lector quien complete algunas de las historias, ¿Cómo elaboras los finales en relación con el argumento?
- Personalmente me gustan los finales abiertos. El lector incorpora su bagaje a lo largo de cada historia, los finales abiertos le permiten ser parte del relato; incluso, aportar cosas que el autor no se habría imaginado. De todos modos, creo que cada texto funciona de diferente manera, hay relatos que necesitan el cierre y otros que no. En mi caso, no me lo planteo de antemano, me manejo de manera intuitiva: dejo
que el texto avance y sea él quien decida su propio final.
- En “Líneas de fuga”, la profesión del personaje principal, un arquitecto, dirige su comportamiento, lo que permite que avance la narración, ¿Cómo construís tus personajes?
- Siempre pienso los personajes en función de la historia. El arquitecto de “Líneas de fuga”, por ejemplo, descubre algo a partir de la observación de edificios, la profesora de “Noticias de ayer” se plantea un dilema entre lo racional y lo emocional. Busco personajes en cualquier lado, puede ser un desconocido que vi en la calle hasta un familiar con un rasgo que me interese. Lo que sí tengo en cuenta es que el personaje tiene que servir a la narración. Si el arquitecto de “Líneas de fuga” hubiese sido poco observador, el relato hubiese sido distinto.
- ¿Podes adelantar algo de tu próximo libro?
- Estoy trabajando en otra colección de cuentos, que tienen un personaje que se repite a lo largo de ellos. Es decir, que se pueden leer por separado y, a la vez, funciona como una nouvelle. Los cuentos ascienden en orden cronológico y abarcan diez años en la vida del personaje. Son historias que surgen del cotidiano, que transitan lo siniestro y el fantástico. Hacen hincapié en la infancia y en la adolescencia de un personaje, que no es tan inocente como se muestra y que lidia con sus conflictos de manera un tanto particular.
- En “Gracias por su lealtad” el personaje de Pilar encuentra una llave oculta que despierta su curiosidad, puede abrir una puerta de posibilidades o traerle muchos problemas, ¿qué haría Lorena Hidalgo en esa situación?
- Sin duda, Lorena Hidalgo sería mucho más prudente que Pilar. Lo maravilloso de escribir historias es que uno puede darse el lujo de experimentar todo lo que jamás haría. Transitar esas emociones, sacar el costado más cruel y siniestro, recorrer lo prohibido con total libertad. Supongo que uno se pone en aprietos porque sabe que todas esas vivencias, terribles y macabras, quedan apresadas en el papel. Si yo hiciera la mitad de las cosas que hacen mis personajes estaría en serios problemas.