Viajaron el viernes, durante sábado y domingo llevaron desde juguetes y golosinas para los pequeños, como muebles para una escuela. Una de las viajeras cuenta la experiencia que estuvo plagada de emociones.
Una muy noble tarea viene desarrollando hace varios meses la agrupación Ayuda Aborigen, que ha crecido en cobertura en el departamento San Jerónimo. El grupo actualmente está compuesto por Albana González, Stefanela Capato y Camila Diez, de Arocena; Ariana y Julio Marcheret, de San Fabián; Antonella Grossi, de Gálvez; Clara Mato y Romina Testa, de Coronda; Jaquelina Barreto, de Irigoyen y Susana Taggiasco, de Desvío Arijón.
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Hace unos días hubo un nuevo viaje a la provincia de Misiones, a uno de esos rincones que parecen lejanos a todos porque es lo que les está faltando desde demasiados puntos de vista. Son parajes donde la pobreza pisa fuerte y es un monstruo grande.
Sin embargo, gente como la de Ayuda Aborigen es la que hace que el mundo se cargue de esperanza como si fuera una gran batería. Hicieron una colecta y con todo lo conseguido se embarcaron más de 800 kilómetros para hacer base en la localidad de Aristóbulo del Valle, pero desde ahí todo el contingente que arribó desde cuatro provincias se internó en el monte y llegó hasta las comunidades guaraníes.
Un viaje inolvidable
Mirador Provincial dialogó con una de las viajeras solidarias, Camila Diez. “No fueron sólo juguetes lo que juntamos, sino que equipamos escuelas con muebles, útiles, cocinas, alimentos, y llevamos ropa y calzado para las familias, aparte de eso se les llevó juguetes y golosinas a los niños…” y consultada sobre el porqué de hacer tanto por alguien tan lejano, la docente reflexionó: “No hay un porqué específico, creo que cuando alguien hace algo bueno, por empatía, por dejar una huella en el corazón del otro, es suficiente y no merece ser criticado, sino apoyado y copiar esa acción” y explicó que “en lugares necesitados de acá cerca a nosotros, hay otro tipo de ayuda, las escuelas siempre tienen copa de leche, algunas merenderos, hay ayudas políticas o religiosas, hay planes sociales, hay agua, electricidad”.
La campaña no sólo se basó en hacer donaciones en el monte misionero, sino que antes hubo una recolección en la que se consiguió todo tipo de cosas, desde alimentos, hasta garrafas, colchones, bicicletas y juguetes, entre otras tantas donaciones recibidas por el grupo que ya es conocido en la región.
Ya llegados al destino, y sobre todo al entrar en contacto con los pequeños, la emoción cundió en la delegación. “No sé si se puede explicar con palabras, creo que hay que vivirlo, y vivirlo con ganas, no sólo para saber qué es, sino para realmente querer hacer un cambio” sostuvo Diez.
“Ganas de llorar”
“A mí en un momento del camión circo (donde todos nos disfrazamos para entregar los juguetes y golosinas) se me hizo un nudito en el corazón y me dio ganas de llorar. Justo estaban pasando una canción que decía ´haría todo por ver a un niño reír´ y si te detenés un segundo a ver a tus alrededores, te das cuenta que es así… Y qué felicidad te da ser parte…”. Los pobladores de la comunidad guaraní contaban a sus visitantes “sobre sus vidas, el trato que les dan, como por ejemplo una mamá luego del parto debe salir del Hospital (que por cierto queda muy lejos) porque ´ellos´ no pueden quedarse mucho tiempo, nos contaron también que las escuelas las hacen ellos, tanto levantar el edificio como comprar los materiales (son todas de madera) para que luego el Ministerio les dé el okey, pero si no hay dinero para la construcción de una escuela, mucho menos llega plata para una copa de leche, también nos contaron sobre las huertas que hacen los niños para tener su comida en la escuela y los frutales que plantaron o la capa de azúcar para consumo propio” por ejemplo.
Un cuarto de siglo solidario
Ayuda Aborigen Argentina es una ONG que hace 25 años nació en la ciudad de 9 de Julio, Buenos Aires, a través de Alberto Vadillo, un transportista que luego sumó a su mujer y a sus hijos a medida que crecían, y a gente de su pueblo que llevó la idea solidaria a La Pampa, a otros lugares de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
El subgrupo de San Jerónimo contó con dos viajeras, Camila y Susana Taggiasco pero todos fueron fundamentales en la logística para reunir lo necesario para llevar a Misiones. “Ya fueron tres veces, una vez al año en el último tiempo, yo fui dos de esas tres, y Chaco muchas veces más, al principio era tres veces al año, luego dos, y por último una sola vez anual porque mermaban las donaciones cada vez más. Cada vez es más complicado viajar y llenar el camión de donaciones” finalizó Camila, todavía con emoción en su rostro por todo lo vivido.