Historieta

Robots, caballeros medievales y los Beatles se reúnen en "Knightmare"


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La labor del guionista Emilio Balcarce (Tartagal, 1956) en la historieta argentina es cuanto menos curiosa. Dueño de una prosa ocurrente, dinámica y plagada de buenos diálogos alcanzó su momento de gloria sobre fines de los ochenta en la Revista Skorpio (1974-1996) escribiendo obras que en la actualidad revisten el carácter de verdaderos clásicos. La mayoría recordará “Crónicas del Tiempo Medio” haciendo dupla con Juan Zanotto, reeditada en tomos integrales tanto en blanco y negro como a color por la editorial Deux, pero lo cierto es que sus guiones orientados en su mayoría hacia la ciencia ficción se vieron plasmados por dibujantes de la talla de Juan Giménez, Lucho Olivera (con quien realizo “Pantanal”), Quique Alcatena, Leo Manco y Enrique Breccia.

Su popularidad comenzó a captar mercados como el italiano, español, francés y americano, hasta que una sumatoria de factores, entre ellos el cierre de Skorpio, lo fue alejando paulatinamente de las viñetas. Balcarce estuvo dedicado durante buena cantidad de años al periodismo, quizás su segundo gran amor, oficiando como jefe de policiales del diario Crónica.

Tuvieron que transcurrir ni más ni menos que veinte años para qué su nombre volviera a tener vigencia y se presentará a toda una nueva legión de lectores. Lo hizo con la hoy famosa “Funeral”, novela gráfica publicada en 2011 por Historieteca en la que relataba la llegada de una colosal nave extraterrestre a la Tierra que, como una suerte de ataúd cósmico, contenía el cadáver de un gigantesco anciano dentro. Una atrapante historia, de cuyo guion también participo el fallecido Horacio Ceferino López, que se destacó más allá de marcar el regreso del guionista al mercado local, por poner en primera plana las cualidades técnicas de un dibujante que para ese entonces era casi un
perfecto desconocido: Jok.

El dibujante porteño comenzó su carrera bajo la tutela de dos pesos pesados, Rubén Meriggi y Osvaldo Viola (Oswal); participando en varios medios independientes hasta convertirse en profesional. Sin exageración alguna, es al día de hoy, uno de los artistas más requeridos y editados dentro y fuera del país, premiado - es poseedor de un Carlos Trillo al mejor dibujante por su labor en el libro “Merlín, el druida” de Pictus - y reconocido por el público. Su estilo, de rasgos fuertes y decididos, tiene ciertas reminiscencias a lo expresado por Mike Mignola (Hellboy) encontrando en los géneros fantásticos y de aventuras sin dudas su mejor versión.

La dupla Emilio Balcarce y Jok no se detuvo en “Funeral” y siguió produciendo series para la italiana Aurea Editoriale. Entre ellas, “Valkirias” y, la que hoy nos ocupa, la recientemente publicada “Knightmare”, ambas editadas por el sello rosarino Rabdomantes Ediciones.

“Knightmare” es un relato de corte épico fantástico ambientado en un futuro caracterizado por la presencia de robots y caballeros medievales. Puede conseguirse en comiquerías y librerías especializadas, así como en la tienda oficial de la editorial: https://rabdomantesediciones.com/tienda/.

La obra
La flamante edición de “Knightmare” a cargo de Rabdomantes no es la primera que vemos en el país. En 2016 ya había sido publicada por una pequeña editorial, también rosarina, hoy en pausa llamada “Fog of War”. Su edición si bien se presentaba con un mismo tamaño, el americano 24 x 17 cm, y un mismo número de páginas, 48 en total, era a ciencia cierta muchísimo más modesta.

La razón principal, más allá de la calidad de impresión, era indudablemente su publicación en blanco y negro con la que no se podía apreciar plenamente el arte del dibujante.

Por ello esta “nueva tirada” íntegramente a color reviste, porque no, el carácter de definitiva. La editorial capitaneada por Cesar Libardi presenta un tomo muy cuidado, con una excelente elección del gramaje y brillo del papel garantizando unas imágenes muy contrastadas y de colores vivos.

La publicación cuenta con correcciones realizadas por Matías Mir, maquetación a cargo de Simón Saavedra, y una ilustración de portada que corresponde también a su dibujante principal, Jok. Como objeción podemos mencionar la ausencia de un prólogo o apuntes que sitúen el recorrido de la edición que, si bien no deja de ser un detalle menor, es algo que se echa de menos sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una obra que ya tiene sus años, con ediciones previas y mucho camino recorrido. También es cierto que el tamaño de la tipografía elegida se vuelve mayor promediando la obra permitiendo una mejor lectura, pero desentonando respecto a las primeras páginas.

Su contratapa reza: “Los torneos y las justas de caballeros estuvieron en pleno auge en los siglos XV y XVI, momento en que la Edad Media agonizaba y el Renacimiento se imponía…y resurgieron cuando Inglaterra se sumergió en la “Nueva Edad Oscura”. Antes el metal protegía a la carne. Ahora carne y metal se enfrentan directamente entre sí”.

Balcarce, combinando elementos de la ciencia ficción y la literatura medieval, nos cuenta a lo largo de seis capítulos la historia de “Bolkar”, un cyborg, mezcla entre humano y robot, obligado a mantener cruentas batallas de vida o muerte semejantes a los torneos medievales. Detrás de su máscara se esconde una vida de la que poco o nada recuerda, hasta que un personaje de su pasado lo hace despertar en plena batalla. El guionista arranca muy bien trazando paralelismos entre el público medieval y los espectadores de ese nuevo tiempo quienes están cautivos y son obligados a presenciar esas luchas con el fin de mantener el rating “las justas ahora son muy injustas”.

“Bolkar” rápidamente se convertirá en ídolo de los subhumanos y quizás la última pieza necesaria para emprender la guerra civil que libere a Inglaterra de los tres grandes lores (Lord Famine, Lord Warfare y Lord Genocide) que dominan este periodo denominado como “la nueva edad oscura”.

El guionista presenta una historia sencilla, fresca y de ritmo trepidante que se destaca ante todo por la presentación de una especie de superhéroe, algo totalmente atípico en el curriculum de Balcarce. Recuerda en cierto modo a la denostada “Robocop 3” (Fred Dekker, 1993) al presentar un robot como parte de un grupo de resistencia que emerge como héroe.

“Knightmare, es también mi primera obra con un superhéroe. Siempre preferí los humanos sin poderes como personajes, valientes y rebeldes, pero para esta miniserie fabriqué a Bolkar influenciado por la moda de Marvel. Un cyborg con características bastante originales”.

El autor libre de las presiones propias de un guión profundo se permite no solo la inclusión de diálogos y citas verdaderamente graciosas, sino la construcción de personajes secundarios funcionales a esa premisa. Se burla de la realeza y brinda algunos guiños, por ejemplo, respecto a los ingleses por Malvinas.

En su lucha “Bolkar” es acompañado por Marian, una mujer de armas tomar a la que también llaman “Blancanieves” ya que dispone de siete enanos robots a los que reprogramo para que la defiendan. Las intromisiones de estos personajes junto a las del “Rey Arturo” (un alcohólico lejano a la figura de líder) son hilarantes e infligen carácter al trabajo.

Pero sin dudas el mayor de los logros del guionista es atravesar el relato por temas musicales reconocidos de la icónica banda de rock británica formada en Liverpool. Un recurso muy novedoso del que hace uso Balcarce apenas iniciado el segundo capítulo: “Aclaración para los fanáticos de los Beatles: Esta historieta se leerá mejor escuchando los temas que se indican, o simplemente recordándolos”. Y cuanta verdad encierra tal afirmación. Los temas citados, un total de 20, otorgan ritmo a la narrativa, pero principalmente a la faz gráfica. No están puestos al azar y acompañan con lógica lo que sucede en la trama.

La edición a color pone en valor el trabajo de su dibujante, pieza esencial para el éxito de la publicación. Rabdomantes consigue que el arte de Jok pueda disfrutarse en todo su esplendor. No hay otra forma de hacerlo más que esta. El ilustrador ha sabido forjar y adoptar como punto de despegue un estilo que guarda muchas semejanzas con el propuesto por el estadounidense Mike Mignola. Aquí se destaca por un fuerte entintado, así como el uso de escenarios y colores opacos y oscuros que son contrastados, cuando la acción lo necesita, por tonos rojizos, naranjas y amarillos. En cuanto a los rasgos de los personajes, prevalece la sensación de que el artista está inmerso en la experimentación. Son rostros duros, pero descontracturados, que resultan eficaces para el tono hilarante del relato.

Opta por una disposición de viñetas algo tradicional, característica que permite apreciar su nivel de atención hacia los detalles.
Robots, caballeros medievales y los Beatles se reúnen entonces en “Knightmare”, prueba irrefutable del talento y buena química de una dupla de la que siempre esperamos algo más.


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