En su regreso a Villaguay, Liliana Herrero fue ovacionada en el Centro de Convenciones Papa Francisco. La artista fue distinguida por la ciudad que la vio nacer.
Dentro de un clima intimista, respondiendo preguntas del público y mezclando reflexiones de la vida, del compromiso político de las canciones y la cultura, Liliana Herrero fue ahondando en análisis del tiempo presente con respecto al pasado y la necesidad de mirar las cosas apuntando a su visión de la estética que la ha convertido en una artista que elige el camino de “canción sobre canción”.
“Me producen una extraordinaria nostalgia las tecnologías anteriores, insisto en escuchar discos, porque no tienen la actual tecnología que aplana”, remarcó. Y agregó que “llegó un momento en que le dije a Fito Páez: ‘voy hacer un disco con temas de ustedes’ y me preguntó: ‘¿Cuándo comenzamos a trabajar?’ y le respondí: ‘No quiero que intervengas’; era en ese tono y sólo lo escuchó antes de que saliera para grabarse el CD, que ya es un sonido comprimido. Considero que alguien debería escribir la historia del oído y nos daríamos cuenta de que se han perdido una cantidad de sonoridades”, ahondó.
“Es posible que un intérprete basándose en una música de autor muy antiguo o contemporáneo pueda crear algo inaudito, inesperado, algo monstruoso, a mí me gusta eso porque no quiero hacer covers, no quiero hacer lo que hace Fito Páez, que lo hace muy bien, porque mi tarea es crear otra cosa. Insisto, es posible otra cosa, en la Patria, en el arte y la cultura, siempre me da esperanzas, aunque es una palabra casi ingenua y al mismo tiempo necesaria”.
En el mismo sentido se preguntó si “es posible que una obra antigua y contemporánea sea interrogada, estallada y transformarla en otro modo de la audición de algo conocido. Debemos interrogar, porque el pasado tiene algo para decirnos, pero a la vez quedó algo sin decir. No es una reliquia el pasado, es desarreglo, por eso los arreglos musicales son un verdadero acontecimiento de montaje, como hace el cine, te filma y después viene el montaje, por eso la película no es lo que se filmó y en el caso de la música se trata del montaje de lenguajes”.
La artista comentó que hay muchos ejemplos y citó el caso de Edgardo Cardozo, quien se metió con el Martín Fierro, cuando dice: “Me pongo aquí a cantar al compás del pensamiento, pensamiento extraordinario. Solitario el hombre, solitario, se pone el hombre a cantar una pena desvelada, un ave solitaria la ‘vigüela’, una pena desvelada la ‘vigüela...’”.
Liliana Herrero escuchó un breve repertorio de interpretaciones que nombran a Villaguay a cargo del coro “Con alma de gurí”, dirigido por el profesor Néstor Minatta y se contagió de energía para dedicar su tema a la ciudad natal rescatando “Villaguay, vidalita de la vuelta” y habló de la polirritmia de la música al usar ese recurso dentro del arreglo del poema de Juan L. Ortiz. Luego de desgranar el significado de algunas estrofas que integran esa obra, la cantante visiblemente emocionada pidió un respiro e invitó a su guitarrista Pedro Rossi para que interprete una canción.
Con el agradecimiento a Lautaro Lazzarini, a quien invitó a cantar; y con la presencia de Mario López Bondaz y Adriana Abrigo, quienes se sumaron a desplegar sus bailes improvisados con gran solvencia, el espectáculo fue llegando a su momento culminante,
Integrantes de la comunidad educativa de la escuela Martiniano Leguizamón le hicieron entrega de un presente floral y un cuadro recordatorio como egresada de la promoción 1965. Participaron de la entrega el rector Raúl Piazzentino; la vicerrectora Alejandra Barbar; la directora departamental de Escuelas, Hilda Blanco; y la profesora Natalia López.
La intendenta María Claudia Monjo le hizo entrega del decreto por el cual se la nombra “Hija dilecta de Villaguay”.
El reconocimiento fue agradecido de manera muy emotiva y con palabras sentidas por la renombrada artista quien demostró su calidez y disfrutó a pleno el reencuentro.