Estaba aguantando el partido gracias a Moyano, el único para rescatar, y fue el mismo Moyano quién cometió el penal que le dio la chance a Servetto de convertir el 1 a 0 merecido para Platense. Flojísima actuación de Unión.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Nada de nada. El primer tiempo de Unión, como el resto del partido, fue muy flojo. Ni siquiera pudo emparejarlo con esa intensidad y entrega física que tantas veces se le rescató. Y otra vez tuvo que depender de las atajadas de Moyano, convertido en figura como ante Newell’s. Pero lo preocupante fue la falta de respuesta generalizada que tuvo el resto del equipo, sobre todo del medio hacia arriba, sin fútbol, sin contención y sin sorpresa.
Palermo lo tiró a Ciro Rius de wing derecho y lo estacionó a las espaldas de Zenón. Por delante del juvenil de Unión lo puso a Franco Díaz. Entonces, Unión se quedó sin el aporte de sorpresa y desequilibrio por allí, pero además, se agregó la preocupación que generó la posición de Rius, que obligó a un esfuerzo extra de Corvalán para cuidarle las espaldas a su compañero.
Algo similar, en cuanto a la ausencia de sorpresa y variantes, se dio por el lado de Vera. Entonces, Unión se quedó sin desborde por afuera y sin fútbol por adentro. Poco y nada de los tres volantes, lo cuál obligó a Luna Diale a retroceder para entrar en juego con la pelota. Y si a eso se le agrega que hubo una mayor presencia física de los jugadores de Platense a la hora de disputar pelotas divididas o ganar los rebotes, se llega a la conclusión de que hubo un equipo que mandó en la cancha (Platense) y el otro que fue un mero partenaire, un actor de reparto que ni siquiera tuvo la posibilidad de patear un remate al arco.
Esa insatisfacción del Kily se vio manifestada con las entradas de Orsini y Tanda en lugar de Banega y Del Blanco. Lo recostó a Mosqueira por derecha, quedó Tanda de volante central y pasó Luna Diale a jugar por izquierda, más retrasado.
De arranque se vio otra cosa de Unión. Más adelantado, se vio otra actitud y más confianza para al menos emparejar el trámite de un partido que no dejaba de ser luchado, trabado, con pocos espacios y muy peleado.
De todos modos, las situaciones más claras seguían siendo de Platense. Y el gran escollo era Moyano, figura indiscutida del partido. Ese momento de paridad duró un ratito, porque otra vez tomó las riendas el local, más convincente y enchufado en el partido. Hasta que sobre el cuarto de hora se produjo una acción clave: centro al medio y Moyano golpea a Servetto con los puños, algo que Espinoza no vio pero sí lo hizo el VAR. Cobró penal Espinoza y Servetto, que no iba a jugar y reemplazó a Pellegrino de última porque se lesionó en el calentamiento, ejecutó con gran violencia al palo derecho para convertir el gol que le estaba dando justicia al resultado, porque Platense había sido más que Unión durante casi todo el partido.
Se la jugó el Kily con un cambio ofensivo: sacó a Paz y puso a Pajarito Juárez. No le quedaba otra alternativa que la de arriesgar un poco. Y enseguida vino el cambio de Gerometta por Vera. Y en la primera pelota que tocó el recién ingresado, llegó hasta el fondo, metió el centro pasado, la bajó Mosqueira y Morales le pegó de zurda, apenitas afuera junto al poste izquierdo.
La incomodidad, más allá de alguna leve reacción en el final, siguió siendo el común denominador en un Unión que no podía cambiar esa imagen de palidez y frialdad. Platense, con la diferencia consumada, siguió en la suya, peleando el partido en todos los sectores de la cancha, estrategia que le alcanzó para ser más que un Unión apático durante los 90 minutos.
La imagen de Unión fue muy floja, fue superado en todos los sectores de la cancha con un equipo que, quizás, no tiene más que Unión, pero que hizo lo suficiente para marcar diferencias físicas, anímicas y también futbolísticas.
A días del clásico, la versión de Unión fue la más floja del torneo. No le salió nada, aguantó por Moyano (lo mejor), no creó casi situaciones y la caída en Vicente López dejó un cúmulo de preocupaciones y dudas.