De Reconquista a El Vaticano

Sellarés y el consejo del papa Francisco: "Sigan que es por ahí"

El expresidente del Concejo Municipal de Reconquista participó de una de las tradicionales audiencias de los miércoles en Plaza San Pedro, donde pudo estrechar la mano y establecer un diálogo con el sumo pontífice.


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El joven dirigente político y ex edil de Reconquista Francisco Sellarés (h) lleva ya 6 meses viviendo en Francia, trabajando como enlace con el Foro Mundial de Transporte, que tiene su sede en París. Es un trabajo que comenzó a desarrollar en Buenos Aires, donde residía anteriormente, ya que ocupaba un cargo importante en el Ministerio de Transporte de la Nación conducido por Diego Giuliano.

Según cuenta Sellarés en diálogo exclusivo con Norte 24, “se trata de una experiencia muy fructífera para mí, donde estoy aprendiendo muchísimo, conociendo a un montón de personas de otros países con visiones parecidas, y pudiendo entender y ver in situ cómo favoreció el proceso de integración en Europa y cómo lo sostienen más allá de los vaivenes políticos y cambios de gobierno en cada una de las naciones europeas. Realmente es una experiencia que me deja enseñanzas a diario y por sobre todas las cosas alimenta mi deseo de seguir aprendiendo y preparándome para los desafíos que tenemos por delante”.

-¿Cómo se te da la oportunidad de llegar a Roma y al Vaticano?
-La verdad que esta invitación junto a representantes de espacios políticos, funcionarios de distintos niveles del estado, representantes del mundo del trabajo y también de las empresas surge de conversaciones previas que venimos llevando junto al equipo de trabajo de Francisco. Nos confirmaron hace aproximadamente un mes; nos dijeron que después de tener algunas charlas en Roma con parte de su equipo, íbamos a participar de la audiencia general que se da todos los días miércoles, pero realmente nunca me imaginé que íbamos a poder tener esa cercanía y pequeña instancia de diálogo con el Santo Padre.

-Llegado ese miércoles, ¿qué sentiste? ¿Qué cosas se te pasaron por la cabeza en ese momento?
-Fue realmente todo un proceso. Lo fui viviendo así durante el tiempo que fuimos intercambiando con su equipo de trabajo, y hasta que nos confirman la audiencia. Tenía un montón de ideas, de comentarios para hacerle… pero creo que, en ese momento, y sobre todas las cosas, por el impacto del momento, cualquier estructura que uno pudiese haber pensado se te desmorona como un castillo de naipes. Y está bien que así sea, ¡porque sentí que terminó saliendo lo que realmente quería y debía transmitirle!

-¿Y cómo fue ese diálogo? ¿Qué le pudiste expresar y qué alcanzó él a contestarte?
-Me presenté; le dije de donde venía, a lo que me respondió: “¿en serio venís de Reconquista?” Y después de afirmarle, pude decirle que somos un montón de personas, de hombres y mujeres que reivindicamos el valor y la acción política como verdadera herramienta de transformación, y que hoy ante tantos embates desde un sector de la oposición argentina reivindicamos el concepto de justicia social… a lo que el me respondió: “no le aflojen, sigan, sigan; que es por ahí”.

-¿Qué significa este encuentro para vos como dirigente político?
-Realmente es un momento muy fuerte poder estar frente a frente con uno de los líderes, si no el líder más importante e influyente, al menos del mundo occidental; por reconocer en sus gestos y palabras la grandeza de la humildad y la simpleza. Es realmente una sensación difícil de poner en palabras.

Creo que es la chispa que debe encender realmente el debate de la acción política, en un momento difícil de la Argentina, en medio de una elección nacional que va a dejarnos ni más ni menos que un nuevo presidente, diputados y senadores; para poder pensar realmente más allá del espacio político en que cada uno está parado, qué valores universales quiere y defiende para nuestra sociedad. Si justamente son, entre otros, la justicia social, pensando al ser humano y la comunidad como centro de la acción política; el cuidado de la casa común, pensando en el cuidado del ambiente para enfrentar los problemas ecológicos modernos y los efectos del cambio climático; repensar la teoría del mercado, no combatiéndola, sino buscando generar una sinergia para que el sistema en lugar de seguir expulsando personas pueda incorporarlas… creo que son 3 o 4 paradigmas que nos tienen que hacer reflexionar para construir lo que viene. Seguramente existan otros más, pero elijo quedarme con estos.

-¿Cuál crees que es el mensaje de Francisco que debe llegarle a todos los argentinos?
-Soy un convencido de que tenemos que seguir buscando y forjando estos espacios de diálogo, de debate, pero también de encuentro que nos propone Francisco. Que estén integrados por la mayor cantidad de actores de nuestra sociedad; que sean los más diversos, posibles y representativos y que desde allí podamos seguir contribuyendo a la cultura del encuentro, porque va a ser la única forma de que en nuestra querida Argentina vayamos cerrando esa tan mencionada grieta que tanto mal nos hizo y hace como nación, y que pocos realmente han contribuido a que eso suceda.

Siento que viene el comienzo de una nueva etapa: un nuevo proceso, donde las fuerzas políticas de la democracia tendrán que repensar muchos de sus axiomas para poder interpretar mejor el mensaje de la ciudadanía; que no demanda mucho, solamente poder vivir un poco mejor, más tranquilos y con más oportunidades. Y ese desafío no es de un solo espacio político; es una responsabilidad que le cabe a toda la dirigencia actual. Y el mandato es muy claro: bienvenidos los que entendieron el mensaje y tienen la voluntad, el deseo y el coraje para cambiar todo esto que nos duele.

Repercusiones en la familia

"Mi mamá estaba muy conmovida, ella es muy creyente y cuando le conté toda la secuencia, el diálogo y demás se emocionó mucho. Me hubiese gustado mucho vivirlo con mi viejo, porque realmente para nosotros dos Francisco fue un reencuentro con la Iglesia. Veníamos los dos bastante incrédulos con la Iglesia como institución, porque resumidamente y entre otras cosas, sentíamos que se había alejado de la gente, del que más necesitaba. Francisco nos devolvió eso: 'una iglesia pobre para los pobres' como él dice, una Iglesia austera, mucho más para el otro que para sí misma".

 


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