El primer tiempo, cerrado y parejo, no presagiaba lo que pasó en el complemento. Una dudosa expulsión de Mosqueira (por la segunda amarilla que le aplicó Penel), desarmó al equipo de manera poco comprensible. Un 4 a 1 que pone en jaque su permanencia en Primera.
Todo le cuesta a Unión. Le cuesta cuando juega relativamente bien pero no concreta; también le cuesta cuando le pasa algo negativo, como en este caso ocurrió con la expulsión de Mosqueira apenas iniciado el segundo tiempo. Y lo peor, es que no tiene la inteligencia para sostener un resultado, cuando un minuto después del primer gol de Belgrano, cuando caía 1 a 0 y tenía uno menos, llegó el empate a tiempo de Pardo. En lugar de “trabajar” el partido, se dejó llevar por delante, se abrió demasiado atrás, ofreció ventajas por todas partes y ese desmoronamiento lo condujo inexorablemente a la goleada.
Mucha presión, mucha fuerza puesta al servicio de la recuperación de la pelota, mucha entrega pero escaso fútbol de parte de los dos desde el mismo arranque del partido, en ese primer tiempo opaco, parejo y cerrado. Apenas algunas corridas de Pastrán por derecha, que gravitó de mayor a menor en el primer tiempo; y un par de llegadas de Unión (sólo eso, un par) que no alcanzaron para hacerse merecedor de algo más en un primer tiempo de mucha lucha y poco juego.
Unión cerró bastante bien los caminos en defensa, con un muy buen trabajo de Calderón para anular la posible influencia de un goleador como Passerini. Corvalán trabajó mucho a espaldas de Del Blanco, en un sector en el que Belgrano complicó al principio. Pero si algo bueno consiguió Unión en el primer tiempo, fue mantenerlo “a raya” a Belgrano para que Moyano casi se convierta en un espectador más del partido.
¿Y del medio para arriba?, lo apuntado: poca claridad, sin desbordes por afuera, con Orsini trabajando mucho de espaldas al arco (ganó bastante en los pelotazos que le tiraron desde el fondo) pero sin encontrar la profundidad suficiente. Hubo dos situaciones más o menos claras y nada más. En una, Morales tiró un centro al segundo palo y Orsini no llegó por poco a pesar del esfuerzo por conectar la pelota; y en la otra, un doble remate de los zurdos (Zenón primero y Del Blanco en el rebote) que obligó a una doble atajada estupenda de Losada, uno de los mejores arqueros que tiene, hoy por hoy, el fútbol argentino.
Así se desarrolló el partido, lleno de imprecisiones, sin ideas por parte de los dos, metiendo mucho en el medio pero jugando muy poco. Unión mantuvo el orden, pero le faltó del medio hacia arriba, sin claridad, sin profundidad y adoleciendo de ideas. No fue exclusivamente el problema de Unión; también lo fue de Belgrano. Por eso, el 0 a 0 con el que concluyó la primera parte, los calificó a los dos. Y al partido.
Nos preguntábamos qué podía modificar ese estado de cosas. Y resulta que apenas se habían jugado 5 minutos cuando hubo una situación impensada: la expulsión de Mosqueira por doble amarilla (¿era de amonestación la segunda?). Esa alternativa obligó a que ingrese Pardo, que no iba a pasar desapercibido. Se paró de “5”. Enseguida, un mal rechazo de Del Blanco originó una jugada que concluyó en gol de Belgrano (Passerini desvió un remate y descolocó a Moyano). Era complicación pura para Unión. Perdía 1 a 0 y tenía uno menos. Pero apenas un minuto después, Pardo metió el cabezazo en una jugada de tiro libre que se metió junto al palo izquierdo de Losada y convirtió el empate en un momento muy oportuno.
Duró poquito. Ya el partido era otra cosa muy diferente a lo que había ocurrido en el primer tiempo. Se abrió a partir de la expulsión de Mosqueira y así siguió. Pero un centro pasado a las espaldas de Del Blanco fue capitalizado por Barinaga (el buen lateral de Belgrano), para meter un cabezazo cruzado que dejó sin chances a un Moyano que se tiró pero no pudo hacer nada para desviarlo.
Unión ya estaba abierto, el Kily sacó a Paz (amonestado) para provocar el ingreso de Domina y en una jugada en la que Belgrano aprovechó el mal escalonamiento defensivo, hubo una clara mano adentro del área de Corvalán y Penel cobró la pena máxima. La “canchereó” Passerini, llegó casi caminando y la tiró afuera. Era el 3-1 que, sin embargo, no demoró en llegar. Córner, mal rechazo y la pelota quedó a merced de tres jugadores de Belgrano, uno de ellos (Jara) metió una especie de “tijera” para colocar violentamente la pelota en el arco de Moyano.
Esa “tienda” en que se había convertido la defensa de Unión, totalmente desordenada, frágil y permeable, todavía podía sufrir algo más: el centro de Bracamonte, que ingresó en el final del partido, que fue capitalizado por Passerini para anotar el segundo de su cosecha y liquidar el partido con un 4-1 que parecía impensado.
No caben dudas que a Unión le está pesando la responsabilidad. Y que cualquier golpe, por ínfimo que sea, lo termina desmoronando. Pareció recuperarse con el gol de Pardo, que llegó a tiempo (un minuto después que Belgrano abrió el marcador), pero ni siquiera tuvo la templanza, la inteligencia y la capacidad para llevar el partido al sector y al ritmo que más le convenía. Siguió buscando, con uno menos, pero se desordenó en el fondo, la defensa dejó de ser confiable y lo golearon en un abrir y cerrar de ojos.