Son viviendas modulares que debían ser entregadas hace un año. Con la firma del contrato recibieron “un ladrillo” simbólico. Hoy ya no responden al teléfono.
Al menos ocho familias de jóvenes de la ciudad de San Justo y zona temen por el destino de sus ahorros, que hace más de un año fueron invertidos en la compra de viviendas premoldeadas, a través de una empresa de la ciudad de Casilda, cuyos dueños cortaron todo tipo de contacto con sus clientes, dejándolos sin casas y sin respuestas.
“En total son unas ocho familias de San Justo, Esperanza, Gobernador Crespo y San Martín Norte que contrataron con la firma cuyo nombre de fantasía es “Emprender Viviendas Modulares” que ofrece casas prefabricadas”, explicó uno de los entrevistados.
En uno de los casos, “la entrega estaba prevista para octubre de 2022. Pasó más de un año y no tienen respuestas. Rebotan las cartas documentos, no se presentan a audiencia ante Defensa del Consumidor” y a esta altura varios son los que creen que la instancia de la denuncia penal es la única que queda.
Créditos Procrear
Sandra C. cuenta la experiencia de su hijo, que es profesional y trabaja para una conocida empresa de Gobernador Crespo. “Él sacó un (crédito) Procrear y está esperando” que le entreguen la casa.
En uno de los casos, “la entrega estaba prevista para octubre de 2022. Pasó más de un año y no tienen respuestas”, dijo uno de los damnificados.Foto: captura IG
Preocupada por la situación, la mujer comenzó a averiguar qué era lo que pasaba y de a poco se fue enterando de que su hijo no era el único. “Me encontré con un grupo de gente de la zona, laburantes que pusieron todo su dinero ahí”, señala.
“El plan era entregar las casas para octubre del año pasado, a los tres meses de la firma del contrato. Pero el tiempo se fue prolongando y pasó un año. Hubo gente a la que le entregaron tres tirantes y nunca más fueron. Otros a los que no les enviaron nada, porque no le habían pagado el flete”, ejemplificó.
“La mayoría de esta gente son trabajadores que pusieron plata que ahorraron hace un montón de tiempo. Mi hijo y otro muchacho pusieron la plata del Procrear y no tienen nada, están pagando el crédito y no tienen ni la casa ni la plata”, se lamentó Sandra.
“Confianza plena”
Jimena B., una enfermera de 37 años de la ciudad de San Justo, coincidió con Sandra al reconocer que “estamos en la instancia de ‘nada’, no tenemos respuesta alguna” por parte de los dueños de la empresa.
Ella y su pareja también confiaron: “En julio del año pasado pagamos 4 millones de pesos de los cuales 3 millones y medio fueron del Procrear y la otra plata era un ahorro que nosotros teníamos. Después pagamos modificaciones casi por otro millón de pesos”.
“Queríamos hacer una denuncia penal con un abogado de Rosario, lo que pasa es que toda la plata que teníamos la pusimos en la casa”, reconoció la trabajadora de la salud.
En su caso, también “la pagamos con el crédito Procrear y le dimos a ellos la tarjeta porque no se podía debitar más de 350 mil pesos por día y como la empresa está en Casilda y ellos tenían que hacer todos los movimientos se la dimos, ¡imaginate la confianza!”, se reprocha. “Después nos devolvieron la tarjeta y las facturas de compra que eran de casas de materiales donde ellos debían, por lo que iban cubriendo gastos con nuestras tarjetas”, sigue la entrevistada.
Bendecir la mesa
Pero no fueron los únicos que confiaron en la solvencia de la empresa casildense. “Somos tres que tenemos créditos Procrear que le dimos la plata así. Uno de los chicos de Esperanza que fue el que nos contactó, nos dijo que al principio tuvo desconfianza, pero viendo que todo se movía y eran movimientos válidos -compras de materiales-, todos confiamos en ellos”.
Para peor, en mayo de este año “empezamos a pagar el crédito y nos pasaron a crédito personal, porque nos pusieron una multa cuando vinieron a verificar y la casa no estaba. Está la platea, que es lo que nos hicieron construir” como condición para instalar la prefabricada.
A propósito de la relación con los vendedores, Jimena asegura que “inspiraban mucha confianza”, uno de ellos llegó a quedarse a comer en la casa de uno de los damnificados y “hasta bendijo la mesa”, contó.
Único ladrillo
En San Justo hicieron una casa que la usaban de vidriera para atraer nuevos clientes, y como la experiencia de su propietaria había sido muy buena, generó una cadena de interesados.
Además, aporta un dato que a esta altura lo considera un rasgo de “lo cínicos que fueron” ya que “cuando firmabas los contratos te daban un ladrillo como base de la casa”. “Es lo único que nos dieron”, cuenta.
En todos los casos las conversaciones fueron similares. Aunque nunca desde la firma esgrimieron motivos económicos o financieros, siempre encontraban una excusa para postergar la entrega un mes más. Pasado el invierno “tres de nosotros fuimos hasta Casilda a ver la fábrica. Pero hasta la fábrica que ellos nos mostraban no es de ellos. Lo que nos mostraban era de un familiar, que está en el sector industrial, porque ellos tienen un galpón de herramientas donde hablamos con los empleados, porque ellos estaban de viaje.