Música

Desde Suiza pero con acento argentino, Ädu Gänsslen presenta Ámame


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Ädu Gänsslen nació en Jujuy, se fue a Córdoba y ahora vive en Suiza, donde compone canciones. Su historia parece tener tintes cinéfilos pero la realidad es que este argentino el destino le tenía preparado una nueva oportunidad. Adrian Gänsslen, conocido artísticamente como Ädu Gänsslen, es un músico innato, con una sencillez y humildad asombrosa. En conversación con Mirador Provincial, el músico nos comenta de sus inicios en la música y de cómo está transitando su vida en Suiza.

-Un viaje a Suiza, una prima, una canción que tardaría diez años después darse a conocer, ¿cómo es la vida, no?
- Si, la verdad que "Siempre Pa’lante" de alguna forma resume los últimos años de mi vida. Uno de los primeros intentos desesperados que hice de buscar algo nuevo, fue ese primer viaje que realice hace ya diez años atrás a Suiza. Vine solo por dos meses pero estaba atravesando un momento de mi vida donde me sentía muy frenado, desilusionado y quería saber si había realidades diferentes. En ese primer viaje conocí a mi prima que se llama Vera y fue tal cual así para mí, una primavera!, un florecer, reconocerme a mí mismo en otro entorno e invitarme a pensar en que algo podía ser de otra manera. Mi prima me llamó por primera vez Ädu, así le dicen en Berna a los que se llaman Adrián, luego al empezar a producir las canciones elegí tomar Ädu como nombre artístico. En este viaje mientras caminaba por la viña y cuidaba las plantas (trabajo que tenía durante esos dos meses) compuse desde la frase Siempre pa lante, la canción que diez años después lanzamos en todas las plataformas La canción invita a no aflojarle, es el sincero deseo que en ese proceso te acompañe el bien, el amor de la familia, y las palabras de ánimo.

Volví a Argentina con la idea de que si alguna vez quería retornar o vivir fuera del país e iba a ser importante tomar el timón del barco. Durante esos diez años pasaron muchas cosas, la familia, nuestro primer disco “Permiso Provecho y Gracias” y el trabajo en la construcción desde peón, a revocar paredes y renovar baños, pintar paredes. Pasó de todo. Agradecer es una buena práctica, a veces cuesta, sobre todo cuando uno siente que no está a gusto, pero como punto de partida, agradecer es un motor fundamental del cambio para bien. Claro que es importante desde uno mismo tomar el rol del director de la película de nuestras vidas y así de a poco comienzan a pasar cosas que deseamos. Un soltar e insistir hasta que algunas puertas se abren.

-¿Cómo llegó esa oportunidad de irte a vivir a Suiza?
-Atravesamos la situación de coronavirus viviendo en un pequeño departamento en Capital Federal, las dudas sobre lo que podría venir nos hicieron pensar mucho en opciones un poco descabelladas, como era la de irse del país a instalarse en el exterior, sin tener ahorros, sin un
trabajo fijo organizado de antemano. La oportunidad a través de una crisis. En su significado etimológico, la crisis encierra posibilidades de mejora, uno llega a un punto de quiebre donde es necesario una reacción.

La parte positiva era que mover a la familia a un país completamente diferente iba a darnos la posibilidad de aprender un nuevo idioma. Adaptarse a una cultura despierta nuevas capacidades, y como familia todos estábamos de acuerdo en hacer el cambio. Como muchos argentinos soy bisnieto de un extranjero y por eso tengo la ciudadanía suiza, así fue un poco más fácil. También el hecho de no tener mucho que perder nos dió la libertad y el empuje para asumir el riesgo, no teníamos una estructura que pudiese desarmarse si nos movíamos del país. Ya estábamos lo suficientemente desarmados de antemano. Ahora estamos en un constante proceso de integración pero contentos dando vida a este desafío.

-¿Cuándo comenzó tu interés por la música?
-Desde muy chico. A mis padres les gustaba mucho escuchar música, y mis primeros libros de guitarra los tomé prestados de mi viejo con los que aprendí de manera autodidacta. Luego, alrededor de los 14 años me interesé por la batería y fui a una escuela de música donde me especialice en percusión. Me gustaba mucho escribir, lo que yo pensaba eran poemas o cartitas de amor, porque era muy enamoradizo. Me aprendía poemas de Neruda de memoria para hacerme el romántico. En un momento empecé a enlazar algunos acordes que conocía y
algo de poesía y empecé a los 16 años a hacer mis primeras canciones.

-¿Del otro lado del charco, quiénes han quedado extrañándote?
-Bueno, sobre todo mi familia, pero también amigos. Sigo trabajando mucho con mi gente de allá, la mayoría de mi música es en conjunto con amigos que la vida me dio en Argentina, así que no sé si me extrañan porque todo el tiempo estoy en contacto con ellos, tengo un fuerte
vínculo con amigos y familia que se han quedado allá.

Bien argento
-¿Dónde reside la raíz argentina en vos?

-Creo que en la picardía bien entendida, en el humor, en nuestra manera de hablar que es única, en los abrazos calurosos, en lo creativos que somos, en cada mate que me tomo, en sentirse despierto y activo frente a las adversidades. Es algo de lo que uno no puede escapar, la cultura, el folklore, el rock, adonde quiera que vaya siempre seré un argentino en el mundo.

-¿Qué persiste en el camino de la música?
-Hago música y canciones porque decidí hacerlo, dije que no voy a parar de componer canciones, de producirlas y hacerlas públicas hasta que lo logremos. ¿Lograr que? no sé muy bien, hacer más canciones tal vez y...así, y así. Muchas veces pensé en abandonar, diciéndome que era tiempo invertido que no iba a ningún lugar, pero desde que encontramos la manera de fundar esta Fábrica de Canciones dije, listo! no paremos. Yo inserto mi idea musical, los productores realizan los arreglos, se convoca a los músicos, y después de la mezcla tenemos una hermosa nueva canción para disfrutar.

 

Foto: Gentileza.

 

Encuentro personas talentosas y compartir tiempo con ellos es muy rico, se vuelven amigos. Mis productores y cada músico e intérprete que se suma en cada canción trae consigo creatividad que queda plasmada en algo que va a durar para siempre: la Canción. Eso es maravilloso, pensar que cada lanzamiento que hacemos, cada nueva canción, estará ahí, disponible para escuchar siempre por quien quiera, eso es fantástico. Mi hermana Gisela es artista visual y realiza no solo el contenido audiovisual de cada material, sino que también el sentido estético, es hermoso. Estamos muy contentos con lo que estamos haciendo. Deseo que mis canciones sean escuchadas y con eso inspirar un poquito a alguien más, darle una palabra de ánimo, divertirle el rato, lo que sea.

-¿Qué significa ser libre para vos?
-Libertad es una palabra enorme, con millones de significantes según quien la nombre y en qué situación se encuentre. Puedo responderte la pregunta solo contestando desde mí y el entorno en el que crecí y las experiencias vividas. Creo que ser libre es tener la posibilidad de elegir. A veces es fácil ver la falta de libertad cuando es impuesta, pero lo difícil es identificar ese momento cuando uno mismo empieza a ser su propio carcelero, sujetándose a sus miedos, dudas, vicios. Cuando tenemos nubes de tristeza que no te dejan pensar en otras posibilidades y todo lo que se ve para adelante es oscuro, ¿somos libres? Si, despertarme cada día es siempre igual y es algo que no me hace feliz, ¿soy libre o lo hago solo mecánicamente? La recuperación de uno mismo es clave para la libertad, en muchos casos un poder superior puede ayudar en el proceso.

-¿Crees que se valora el arte y el quehacer artístico en Argentina?
-El quehacer artístico se toma sus tiempos y muchas veces no está en agenda, ni de los medios ni de los dirigentes, mucho menos de la mayoría de la población. Muchos años estuve involucrado en el teatro independiente y ahí aprendí que el arte también es una manera de hacer política, hay que mantenerse firme, a veces haciendo las cosas a pulmón. Es importante no bajar los brazos aunque no sea reconocido como uno quisiera. En la Argentina hay en general prioridades más ligadas a lo urgente que a lo importante, por esto estamos la mayoría del tiempo a las corridas. Creo que los argentinos tenemos un nivel de creatividad y gusto por el arte muy especial y que su reconocimiento es de momento una materia pendiente.

-¿Cómo es el proceso compositivo de las letras?
-Me asiste la musa, llega simplemente a mí, algún asunto, una frase melódica con letra, una historia y de ahí empieza a sonar ya en mi cabeza y luego le voy dando forma. Yo funciono mucho por inspiración, pero claro que cuando llegan las ideas hay que primero atraparlas y luego ponerse a trabajar con ellas. En muchos casos es solo la necesidad de contar algo y durante el trabajo la poesía y el juego de palabras me dan la letra final. Juego mucho con las palabras y sus golpes rítmicos, me divierte mucho encontrar maneras de contar algo de manera entretenida, y hasta graciosa por momentos. Usar la poesía y encontrar un mensaje a transmitir en cada momento.


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