Luego de su paso por el reciente Festival de Mar del Plata y tras un reducido estreno en salas cinematográficas del país se lanzo el pasado 24 de noviembre a través de la plataforma Netflix la nueva cinta de la directora Anahí Berneri, responsable previamente de “Un año sin amor” (2005), “Encarnación” (2007), “Por tu culpa” (2010), “Aire libre” (2014) y “Alanis” (2017).
Se trata de “Elena sabe”, adaptación de la novela homónima de Claudia Piñeiro, autora que se ha convertido en los últimos años en sinónimo de éxito y, gracias a su obra narrativa, en una de las preferidas para ser llevadas a la pantalla grande. Un nombre que desde “Las viudas de los jueves” dirigida por Marcelo Piñeyro, siempre se ha mantenido vigente. De hecho la plataforma que hoy acoge esta nueva cinta, también le posibilito escribir la exitosa “El reino”.
“Elena sabe” es una película bella, intima e interpelante, que consigue destacarse como una de las mejores adaptaciones de la autora. En ello mucho tuvo que ver, sin lugar a dudas, la magnífica actuación de Mercedes Morán, a cargo del rol principal.
La actriz aquí compone a Elena, una mujer de pocas palabras y menos humor que padece un poco frecuente caso de mal de Parkinson. Si bien su cuerpo no expone los clásicos temblores, le cuesta moverse, pero principalmente mantenerse erguida. Elena siempre mira al suelo, y camina casi arrastrando sus pies. Vive con Rita (Érica Rivas), su hija de 43 años, quien frente a esta y otras situaciones transcurre sus días asistiéndola permanentemente. Una labor de 24 hs en la que cómo menciona un médico casi al pasar, pero no sin una fuerte carga significativa, “llegará un punto en el que Rita dejará de ser hija para convertirse en madre de su propia madre”. Un día de lluvia deja a su madre en la peluquería con la promesa de retornar a buscarla, pero nunca lo hace, su último contacto con ella es a través de un vidrio, una mirada que se confunde también con una despedida. Esa noche, la policía del lugar comunica a Elena que su hija había fallecido.
Foto: Gentileza.
Los docentes con los que trabajaba, la iglesia donde concurría, su pareja y amigas, los médicos y la propia policía coinciden en que se trató de un suicidio. Todos claro, menos Elena.
A partir de allí la película comenzará a moverse en el terreno del thriller policial, poniendo el acento en el empeño y compromiso de Elena, pese a sus limitaciones, a dar con la verdad.
Sin embargo, el género será apenas el cascarón o simplemente el punto de partida para que la directora Anahí Berneri, indague en torno a la relación de una madre con su hija. “Elena sabe”, es entonces, ante todo un profundo drama que utiliza la mayor parte de su metraje para recoger la compleja historia de Elena y Rita; que si bien se extiende durante el transcurso de toda una vida, encontrará su momento culmine al llegar el diagnóstico de la enfermedad.
Elena a raíz de su investigación, emprenderá un viaje introspectivo también respecto a su rol dominante como madre, aun frente al sufrimiento de una Rita incapaz, desde siempre, de establecer límites y adquirir cierta independencia. La mirada propuesta por Berneri es muy personal, todas sus cintas lo han sido, encontrando en el uso de imágenes uno de sus puntos más fuertes. “Elena sabe” no es la excepción en su filmografía y por ello aquí la directora se permite retomar algunos de sus tópicos recurrentes como la maternidad o el paso del tiempo.
A través del uso de flashbacks, la realizadora llevará el relato hacia el pasado en varias oportunidades. Uno de ellos, retrata unas vacaciones compartidas por los personajes en Mar del Plata; mientras que otro se remontará a la juventud de Elena (encarnada por Agustina Muñoz pero con su voz doblada por la propia Morán) y a la adolescencia de Rita, etapa a la que se le presta una especial atención y que encierra quizás uno de los secretos más importantes de la película.
Sin embargo, es en el presente donde mejor se desenvuelven las cosas, tiempo en el que se aprecia la sentencia de que este es un film, por sobre todas las cosas, “acerca de mujeres”. No es casual, entonces, la poca participación masculina en el trabajo. Los participantes son pocos, se reducen a algunos médicos, la pareja de Rita, un cura, o un policía. Personajes sin un peso importante en la trama, que en su mayoría sirven para exteriorizar la burocracia judicial, el escaso accionar de la policía y lo agotador que puede resultar el sistema de salud argentino. Además, a través de los mismos la película abrirá el abanico de temas proponiendo un debate en torno al aborto, el suicidio o la propia iglesia.
Berneri permite que las dos actrices insignia de la película ofrezcan excelentes interpretaciones. Érica Rivas -que ya había trabajado con la directora en “Por tu culpa”- da forma a una Rita conceptualmente muy bien trabajada. Es un personaje de una moralidad excesiva y muy cercana a la religión. Se viste y se comporta denotando una mayor edad, en definición una “mojigata” o como reza una pintada en la puerta de su casa “una virga”. Su actuación es contenida y aun así sobresale, claro que por delante tiene a una Mercedes Morán que en cualquier formato por donde pasa deja huella. Hay un trabajo extraordinario en cuanto a los gestos y movimientos de su personaje que permiten que como espectadores dimensionemos el peso y avance progresivo de la enfermedad.
Existe en su interpretación un equilibrio perfecto, si bien conmueve, nunca perdemos el horizonte de que también ha sido una persona un tanto oscura. Elena tampoco es la misma tras el fallecimiento de su hija, hay un cambio sutil pero gradual en el armado del personaje. Morán expresa perfectamente el duelo que Elena debe hacer respecto a no ser la madre que quiso ser.
El tono del relato, profundo y por momento muy denso, se sostiene gracias al clima misterioso surgido gracias a la música de Jackson Souvenirs y la perfecta fotografía de Federico Lastra.
Como dato anecdótico, pero no menos importante ya que hablamos de una película de madres e hijas, bien vale mencionar que Miranda de la Serna (hija de Érica Rivas en la vida real) se hace cargo de Rita en su versión adolescente; mientras que Mercedes Scapola (hija de Morán) da vida a Isabel Herrera, una abogada que fuera compañera de Rita.
“Elena sabe” es un gran film y quizás una de las mejores traslaciones del mundo narrativo de Piñeiro. Un trabajo intimo, por momentos incomodo, que indaga tanto en las perdidas como en las relaciones humanas y cuya mayor cualidad es la de tener detrás de cámaras a una directora capaz de infringir su fuerte sello de identidad.
Datos técnicos
Elena sabe (Argentina/2023). Dirección: Anahí Berneri. Elenco: Mercedes Morán, Érica Rivas, Mey Scápola, Miranda de la Serna, Marcos Montes, Marcos Ferrante, Horacio Camandulle, Rocío Belzuz, Agustina Muñoz, Mónica Gonzaga, Susana Pampín y Laura Faienza. Guion: Anahí Berneri y Gabriela Larralde, basado en la novela homónima de Claudia Piñeiro. Fotografía: Federico Lastra. Música: Jackson Souvenirs. Dirección de arte: Fernanda Chali. Edición: Ana Remón. Sonido: Martín Grignaschi. Producción: Vanessa Ragone (Haddock Films). Duración: 104 minutos. Apta para mayores de 13 años. En Netflix desde el viernes 24 de noviembre.