Balance Rojinegro

Patronato y un 2023 ciclotímico

El conjunto entrerriano no cumplió con el objetivo principal, pero celebró hechos históricos en su primera participación internacional, en medio de campo de entrenadores y nuevas elecciones presidenciales. El 2024, será más estable.


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La Ciclotimia se define cómo cambios en los estados de ánimo, causados por altibajos emocionales.
Así lo vivió Patronato a este cargado 2023, en los que se armó para pelear un campeonato, soñó con ostentar una nueva estrella, pero se quedó fuera de todo, aunque en el medio tuvo motivos para sacar el pecho y ser de los equipos más felices del Continente.


Las expectativas con Walter Otta al frente del equipo fueron grandes, por ser uno de los entrenadores que acariciaron el ascenso en el 2022 y por los nombres que continuaron del plantel campeón de Copa Argentina, más refuerzos de renombre que se calzaron la camiseta Rojinegra, con un objetivo, el de devolver a Patrón a la Liga Profesional, aunque la meta siempre fue esquiva.


La primera alegría fue defendiendo el título ante Gimnasia y Tiro de Salta, que no estuvo a la altura de las circunstancias, pero el golpe de realidad llegó en las primeras fechas de la Primera Nacional, dos empates con poco fútbol, sin poder ser local, ya que, por malos manejos por parte de la dirigencia con el campo de juego, provocaron que el Negro mude su localía, detalle que se sintió con el diario del lunes. Llegó la primera derrota y, posteriormente, la goleada con Boca por la Supercopa Argentina, otro golpe de realidad.

 

INICIO IRREGULAR

 

La derrota en Santiago del Estero inició los primeros ruidos en el Mundo Rojinegro, por el planteo, algunas actuaciones individuales, decisiones del entrenador. Días después llegó el 6-0 en el Mutio, un espejismo de un equipo que aparentó cambios, aunque jamás los consiguió, la irregularidad se sostuvo siempre, sobre todo con el comienzo de un ciclo histórico: la Copa Libertadores de América.


Golpe bajo al no tener la cancha habilitada para el debut internacional. Algarabía por el gol de Mateo Levato ante Atlético Nacional, aunque la falta de experiencia y de jerarquía, terminó con una derrota “digna” en su debut. En el ámbito local la cuestión siguió siendo igual, pero los ojos estuvieron puestos en el primer partido de Patrón fuera del país, frente a Olimpia, otro campeón de América, que le ganó al Rojinegro por otro yerro producto de la falta de experiencia.


Victoria, empate, derrota y el ciclo en el ascenso fue siempre igual, no pudo en el año el Santo ganar dos cotejos al hilo, de una alegría, a una desazón. El regreso al Estadio Grella tampoco fue el mejor, empate 1-1, con poco y nada, ante Estudiantes de Río Cuarto. Los cuestionamientos para con el entrenador comenzaron a ser cada vez más fuertes, aunque el cambio emocional siempre estiró dicha agonía, o bien, porque no existía entrenador con licencia CONMEBOL con un salario accesible.


Entre la tormenta, un 4 de mayo, todo volvió a su normalidad. Paraná y Entre Ríos recibieron por primera vez la competencia más convocante de América en Villa Sarmiento. El Presbítero Bartolomé Grella se tiñó de rojo y negro para golear, en un sensacional partido de Juan Cruz Esquivel, a Melgar por 4-1. Hubo festejos extensos, no se habló de otra cosa, hasta un nuevo cachetazo en lo local, donde la acumulación de partidos se hizo sentir.


Los malos resultados y el siempre estar lejos de puestos de ascenso, se sumó la intensa lluvia que cayó en la ciudad de Paraná, horas previas a recibir a Olimpia en calle Grella, que denotaron el mal trabajo realizado en el campo de juego, que se inundó. CONMEBOL postergó el partido, le quitó la localía a Patrón, que no solo perdió ingreso de dinero, sino que tampoco pudo modificar el día y horario del partido en el ámbito local y que, en Santa Fe, cayó de manera justa con un claro 2-0 ¿La nota buena de aquel día? Solo el debut de Agustín Ramos.


Días posteriores, tras un empate con sabor a nada, Melgar terminó el ciclo de Otta. Categórico 5-0 en Arequipa. Un planteo táctico que se derrumbó a los 25 minutos, un equipo sin reacción, sin situaciones y vapuleado. Antes de regresar, hubo renuncia, discusiones internas por parte de dirigentes. Inició del interinato de Gabriel Graciani, clima tenso en los entrenamientos, la alegría no llegó en ninguno de los partidos con el cuerpo técnico de turno, hasta que llegó Rodolfo De Paoli.
El entrenador le cambió la cara a Patronato, aunque solo algunos partidos, que sirvieron para volver a tener la ilusión cómo bandera. Victoria 1-0 frente a CADU con juveniles del club jugando, con cambios en el parado y en lo futbolístico. Fuera de Paraná, caída justificada en San Juan, previo al partido decisivo de Libertadores en la Fase de Grupos.


Medellín fue la sede, el mítico Atanasio Girardot fue el Estadio del recuerdo. Patronato necesitaba ganar en Colombia para poder llegar, cómo tercero, a la Copa Sudamericana. Cabezazo del resistido Cristián González, mano salvadora de quién se transformó en el emblema, Julio Salvá. Clasificación, algarabía, historia. Primer triunfo en el extranjero para el Negro entrerriano.


EL ANTES Y EL DESPUÉS


Patronato levantó, llegó en alza a la serie con Botafogo, el líder del Brasileirao, un equipo intratable, que en Paraná se llevó mucho premio, 2-0, producto de un charco de agua y en error de jerarquía, más un fuera de juego milimétrico sancionado a Esquivel. Aunque, lo que todo el mundo recordará, es que, en la capital de la provincia, también se jugó Copa Sudamericana.
En Río de Janeiro se “ratificó el cambio”. Patrón igualó 1-1 contra el Fogao, pudo ganarlo, fue superior, le faltó gol (en todo el año), se fue reconocido por su gente y el del mundo futbolero en general. Días más tarde, en Junín, tácticamente disputó un gran partido ante Argentinos Juniors, pero la falta de jerarquía y de convertir las ocasiones generadas, derrumbaron el sueño del campeón, que, por detalles con la indumentaria, no lució el parche de defensor del título.


Patronato jugó bien, pero no conseguía resultados y la gota que derrumbó la ilusión fue Almirante Brown, en Isidro Casanova, tras un primer tiempo fantástico, un gol sobre el final del primer tiempo, de pelota parada y de casualidad, derrumbó la filosofía e ideología. No hubo cambio, no levantó más el conjunto del relator, que terminó peleando por sostener la categoría, entre alegrías y golpes o victorias y derrotas. Lo consiguió y, dos días después, dejó el cargo.


EL DURANTE


La carga emocional de la ciclotimia va acompañada de sensaciones, de frustraciones, falta de respuestas, o las positivas. La pata que no ayudó, fue la dirigencial, donde las discusiones, las peleas, la falta de comunicación aportaron a los momentos. La pelota se la tiraron unos a otros, mientras, un plantel profesional que disputó partidos de forma internacional no tenía agua caliente en el vestuario o una vianda frente a las horas que debió esperar en Brasil, donde el problema fueron las hamburguesas que se compraron para los futbolistas.


La cancha, las suspensiones, el cambiar partidos, el poco peso en AFA, los viajes, la falta de compañía y la oposición, que apareció lentamente y fue generando controversias, más discusiones, las redes y los hinchas jugaron un papel contra Oscar Lenzi, a quién no querían dentro de la Comisión Directiva y se lo hicieron saber, lo que generó más controversias. En medio, un plantel acéfalo, que buscó un rumbo imposible.


Las elecciones volvieron a llevarse el tema central, la no presencia de Lenzi, que tampoco votó, el polémico padrón de socios, las tensiones puestas en un solo lugar, una Asamblea que no dejó conforme a varios. El acto electoral decretó la continuidad del oficialismo, Dante Molina asumió cómo presidente, ya con el primer objetivo de terminar un año pésimo, con alguna sonrisa, sin De Paoli, con Graciani y “los gurises”, esos que aparecieron, que se ganaron un lugar.


SATISFACCIÓN


Los pibes fueron los que hicieron festejar a Patronato, terminaron la sequía en el ámbito liguista, vencieron a Belgrano en la Final de la Copa de la Liga Paranaense y se alzaron con un título deseado, que demostró que el Negro tiene materia prima y futuro por potenciar y seguir trabajando.


Con los del club también pretende salir adelante al Rojinegro, que no quiere “taparlos”, buscan que Agustín Ramos, Santiago Bellatti, Gabriel Díaz, Augusto Picco, Bartolomé Velásquez, Alejo Miró, Joaquín Barolín, Juan Paniagua, entre otros, compitan, que abran el mercado, que sean opciones en diferentes frentes para Patrón, que quiere seguir potenciando sus arcas del club, tal como lo han hecho con Luis Vázquez y Juan Guasone, aunque para eso deberán trabajar de forma más permanente y con presencia en las inferiores.


ESTABILIDAD Y REGULARIDAD


Las cartas comenzaron a ponerse sobre la mesa, Walter Perazzo llega con su experiencia a intentar lo que fue esquivo en el 2023, con una sola competencia en el medio, ya que no habrá Copa Argentina para Patrón, porque no clasificó, tampoco distracciones internacionales, sin elecciones, no existe otro objetivo que el Reducido, aunque la cosa en el armado del plantel no es la mejor.


Regularidad deportiva para una estabilidad emocional, eso buscará Patronato en el nuevo año que se avecina, con una meta clara, pelear el ascenso, salir de una categoría llena de polémicas, dura y con poco premio.


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