La Conferencia Episcopal Argentina comunicó la finalización del proceso de renuncia de los arzobispos, obispos diocesanos y auxiliares a la asignación mensual prevista en la ley 21.950. Mirador Entre Ríos dialogó sobre el tema con el obispo de la Diócesis de Gualeguaychú, monseñor Héctor Luis Zordán.
–¿Desde Cuándo y por qué la Iglesia Católica en Argentina ha decidido renunciar a las asignaciones que recibía del Estado? Cuando comenzó la campaña “Iglesia y Estado, asuntos separados”, ¿la decisión ya había sido tomada?
–En la asamblea plenaria de noviembre de 2018, la Conferencia Episcopal Argentina decidió la renuncia progresiva a la asignación que el Estado argentino concedía a los arzobispos, obispos residentes y obispos auxiliares, como así también a la beca para los seminaristas mayores y para las parroquias de frontera, según lo dispuesto en la ley 21.950, en concordancia con el art. 2 de la Constitución Nacional; y también un reemplazo gradual por alternativas basadas en la solidaridad de las comunidades y en la responsabilidad de los fieles de sostener la obra evangelizadora de la Iglesia.
Hubo varios factores que confluyeron, por lo menos cronológicamente, en tal decisión, aunque considero que ninguno de ellos total y unilateralmente decisivo: por un lado, la discusión y posterior aprobación de la legalización del aborto; también la campaña que se llevó adelante con el slogan “Iglesia y Estado, asuntos separados” y la creencia popularmente extendida de que el Estado sostiene en su totalidad a la Iglesia, la cual recibiría una asignación proporcional a la cantidad de bautizados; también la poca incidencia de ese aporte en la economía de las diócesis por los montos que representaba y el incumplimiento de la ley por parte del Estado nacional (la ley 21.950 establece una asignación mensual equivalente al 80% de la remuneración del juez nacional de primera instancia), etc. Ahora bien, si hubiera que buscar un factor determinante es la decisión de poner un signo de austeridad de los obispos argentinos en medio de una sociedad y de un país cada vez más empobrecido.
–¿Cuánto era lo que percibían y quiénes?
–Los arzobispos y obispos residenciales, o sea aquellos que tenemos a nuestro cargo una diócesis, recibíamos en diciembre de 2023 $ 55.000; los obispos auxiliares (que son colaboradores de los obispos residenciales) recibían $ 48.000. Estos valores están inmovilizados desde el año 2017. La beca asignada para el sostenimiento de los seminaristas asciende a $ 3.850 mensuales, y la asignación para las parroquias de frontera y zonas desfavorables a $ 5.500. En mi caso, hace varios años que, de acuerdo con el Consejo Económico Diocesano resigné ese aporte en favor de la Diócesis y el Economato diocesano me otorga una asignación mensual suficiente para mi sustento.
Hay que tener en cuenta que esos valores tienen una incidencia ínfima en la economía de las diócesis. En la actualidad representan no más de un 7% de los ingresos.
–¿Cuál es su opinión al respecto y qué han dicho los sacerdotes, seminaristas y feligreses de la Diócesis?
–En este tiempo he escuchado, entre obispos, sacerdotes y laicos, diversas opiniones: desde la que sostiene que lo determinado por ley es un derecho al que no se puede renunciar mientras no se derogue la misma, y el Congreso argentino no lo ha hecho, pasando por los que sostienen que esta asignación no es una ayuda gratuita o una dádiva ya que fue instituida a modo de restitución por los bienes expropiados a la Iglesia por el Estado argentino en tiempos del presidente Bernardino Rivadavia con el compromiso de sostener económicamente a los ministros católicos, hasta los que piensan que es sano que la Iglesia sostenga sus obras evangelizadoras (incluyendo el mantenimiento y cuidado de los edificios de culto y pastorales y el sostenimiento de las estructuras eclesiales y de los ministros dedicados totalmente al culto) con el aporte de sus fieles.
En mi opinión, si bien valoro y me parecen razonables las dos primeras posturas, considero sana, liberadora, constructiva y ejemplificadora la decisión asumida por el conjunto de los obispos argentinos.
EXPROPIACIÓN DE BIENES
–La historia indica un fuerte proceso de expropiación de bienes durante la Presidencia de Bernardino Rivadavia, ¿hubo también expropiaciones en Entre Ríos?
–No conozco que haya habido expropiación de bienes a la Iglesia en la provincia de Entre Ríos. Quizás debería conocer un poco más de la historia de la Iglesia en estas tierras para responder a esa pregunta. La mayor expropiación de tierras se produjo en la provincia de Buenos Aires, particularmente en torno a lo que hoy es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la misma ciudad.
–¿Qué sucederá de ahora en adelante? ¿Cómo hará la Iglesia Católica para sostenerse?
–La situación que debemos enfrentar desde ahora en adelante no es inédita; el modo en que la Iglesia sostuvo su obra evangelizadora en la diversidad de aspectos que ello implica, fue a través de la colaboración de los fieles. Desde el tiempo de Jesús (evangelio de San Lucas 8,3) y la época apostólica (Hechos de los Apóstoles 4,34-35 y 9,36) la Iglesia cultivó en sus fieles el sentido de responsabilidad personal en el sostenimiento de su obra evangelizadora. Si bien en las últimas décadas en nuestra Patria ha decaído la conciencia de los fieles de sostener el culto, forma parte de la misma obra evangelizadora el cultivo de esa conciencia y el llamado a hacerse cargo de esa responsabilidad.
Para la Iglesia, el sostenimiento de su obra evangelizadora es parte de su dimensión pastoral; o sea, el cuidado y mantenimiento de sus edificios, el sostenimiento de sus estructuras, el sustento de aquellas personas que se dedican “full time” a la evangelización, etc., generan las condiciones apropiadas para que el anuncio del Evangelio se haga con facilidad y por tanto tenga mayor eficacia. Y por lo mismo, la preocupación por sostener la obra evangelizadora debe integrar la catequesis, la predicación y los planes pastorales en las comunidades cristianas.