Sociedad y cultura

Sol Berti, la escritora y psicóloga que cultiva libros con pasión


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Nació en Rosario, en 1984. Psicóloga egresada de la UNR, psicoanalista y feminista. En el año 2001 recibió la primera mención en el concurso nacional “Terminemos el cuento”, de editorial Alfaguara. Es coautora del libro Feminismos y Psicologías. Una apuesta por una ética inclusiva, de editorial Topía. Participó en las antologías literarias Que el último pague la luz y Falso positivo, de editorial Patas de Cabra. Este es su primer libro de poesía.

En entrevista con Mirador Provincial, Sol nos habla de sus comienzos, nos brinda su perspectiva del presente y de lo que se viene. Donde inició todo...

-¿Cuándo comenzó tu interés por la escritura?

-El primer recuerdo que tengo de escritura es el de los diarios íntimos, esa epístola a una misma que alivia y deja un registro de la existencia. En quinto grado escribí un cuento que ganó un concurso interno del grado por votación de los compañeros, era un cuento fantástico con final abierto y sorprendió a la docente. Esa fue la primera vez que reparé en el hecho de que lo que yo hacía de forma fluida y con gran disfrute podía tener un valor. En la adolescencia empecé a escribir ya más consciente, como quien empieza una búsqueda. Recuerdo que leía unos suplementos de escritura que venían con el diario, tomaba apuntes en un cuadernito y hacía los ejercicios que se proponían ahí. En paralelo, en la biblioteca de barrio conocí la obra de Alejandra Pizarnik y comencé a leer poesía, lo que luego me llevó a intentar con esa forma de escritura.

-¿Cómo se relaciona tu trabajo de escritora con tu labor de psicóloga?

-Como psicóloga intento escuchar las palabras que tienen “peso”, que es lo mismo que hago cuando escribo un poema: en determinado momento ocurre que aparece una palabra, una oración o un silencio que escucho con una materialidad diferente y lo tomo para profundizar más allí. Por otra parte están las formaciones del inconsciente: los sueños, los chistes, los lapsus son de alguna manera producciones artísticas porque aparecen las imágenes y el hacer algo distinto con el lenguaje que nos sorprende y habla de uno mismo.

No puedo dejar de destacar el ritmo: al igual que la poesía, no sólo es importante lo que decimos sino la musicalidad que hay en las palabras, en las pausas, en los tonos. Las intervenciones que hago cuando trabajo en la clínica cambian según esos matices. En definitiva, creo en la palabra como modo de elaborar vivencias, y eso se produce tanto en la escritura como en un análisis.

-¿Dónde recuperas a través del recuerdo las palabras justas para el comienzo de un libro?

-En el cuerpo. Cuando comienzo un poema intento conectar con la emoción o la idea de lo que quiero transmitir a partir de registros concretos de corporalidad. A veces ocurre al revés: aparece primero esa imagen y luego entiendo con qué se relaciona.

Punto de vista

-Es inevitable preguntarte cuál es tu visión de cómo sobrevive la población ante las crisis que suceden en Argentina.

-Hay personas que viven realidades de violencias cruzadas, son el centro de una intersección de conjuntos de varios tipos de violencias (material, simbólica, etaria, racial, de género). Hay otros sectores de la población más privilegiados que lidiamos sólo con algunos de esos tipos de violencias. Creo que el acceso a lo simbólico (la música, la ficción, la literatura, el humor) es una forma de resistencia. La producción, la creación son para mí también formas de salvataje, porque nos permiten elaborar lo vivido de otra forma, desde buscar la belleza en un poema hasta el humor de un meme. En Rosario, el contacto con la naturaleza, el río, a pesar del ecocidio que presenciamos los últimos años. También las redes humanas, este lugar central que damos en Argentina a la amistad, la capacidad de acompañarnos y distraernos juntos. Últimamente se puso de moda la frase “fingir demencia”, pero tal vez una alternativa a esta frase sea permitirse habitar las contradicciones, entender que necesito desconectar un momento para volver a conectar y desde este lugar hacer lo posible. Por último, la historia de militancia que tenemos en el país (las madres de plaza de mayo, la comunidad LGBTIQ+, los feminismos) nos dan un marco para saber que lo colectivo tiene potencia transformadora y desde allí se puede armar una forma de resistencia a las violencias.

-¿Cuál es el papel de la mujer en épocas de crisis económicas?

-“Estar”, ocupar lugares, informarnos, cuidarnos como acto político, asociarnos con otras mujeres para seguir, darle valor a lo emocional como una forma de conocer el mundo, aprender sobre finanzas y economía, replegarnos como forma de cuidado si es necesario. Hay un poema de Audre Lorde que dice “sé quién sos y quien serás/aprende a valorar (…) Cuando tengas hambre/aprende a comer/lo que sea que te alimente/hasta la mañana”.

-¿Cómo ves la poesía en estos momentos?

-Al no pertenecer a ningún espacio institucional o formal me cuesta hacer un análisis exhaustivo del estado actual de la poesía. Sin embargo, en mi opinión, hace ya algunos años se está dando un movimiento de visibilización del género y una mayor accesibilidad, como de sociabilización y desacralización. En Rosario se lleva a cabo el Festival Internacional de Poesía Rosario, el año pasado fue el número 31, es un evento enorme y hermoso que da lugar a voces de poetas reconocidos por su trayectoria pero también un espacio para micrófono abierto que brinda igualdad de oportunidades. Así mismo se reactivó en 2023 el Slam de poesía oral. Hay una movida muy interesante de editoriales locales y medios de comunicación que están dando un lugar importante a la poesía, lo cual es muy valorable en los tiempos que estamos viviendo, donde la democratización y la defensa de la cultura es fundamental.

-¿Cuánto tiempo te lleva concluir una de tus obras?

- El libro “Formas del coraje” contiene poemas que escribí durante los últimos siete años. El trabajo puntual con ese cuerpo de textos duró un año y lo realicé en clínica literaria con la poeta Alejandra Méndez Bujonok. Luego el proceso de edición duró aproximadamente dos meses y lo realicé con Patricio Raffo de CR ediciones.

-¿Cómo transcurrió tu infancia?

-Los recuerdos más lindos de mi infancia son en el patio de mi casa, con césped y plantas, un mandarinero, mis perros, inventar juegos con mi hermana, el sol de la siesta en invierno, la pelopincho y la chocolatada fría en verano y los libros como burbujas de tiempo espacio.

-¿Cuánto es prudente aguardar antes de publicar?

-No creo que haya una medida de tiempo sino más bien algo cualitativo de sensación de cierre y de que esa creación, al menos en ese momento puntual, nos da alegría y la idea de trabajo digno. Creo que hay que tomarse el tiempo necesario para eso, en un mundo donde rige la velocidad como regla, poder dar lugar a los tiempos subjetivos, darse el lugar de hacer cierres amorosos.

-¿Algún proyecto que nos puedas adelantar?

-Este año quiero volver a la experiencia de asistir a talleres grupales y tal vez explorar la escritura de otros géneros literarios.


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