Literatura

La historia que escriben los ausentes

 Acerca del nuevo libro de Miguel Ángel Gavilán.


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Por Miguel Caballero Miño (*)

La pérdida es un hecho terrible. En todos sus matices es dolorosa, y posee la natural brutalidad de lo inevitable. Abordarla, y sobre todo contarla, ponerla en palabras como un proceso de elaboración de ese dolor, es siempre complejo.


Los narradores somos especialistas en este asunto de nombrar la experiencia, y Miguel Ángel Gavilán es uno de los más hábiles y versátiles cultores de este oficio de escribir. En estos tiempos de cierta comodidad en la repetición y en la llaneza, nos viene a entregar su nuevo libro de cuentos: Desapariciones (Ediciones Tauro, 2023); una gratificante dosis de buena literatura, compleja y cautivadora.


El libro está compuesto de cinco cuentos en donde el autor hace gala de su multiplicidad de registros. Con pareja solvencia va desde el realismo más crudo, con personajes surcados por sus propias miserias (el joven Evaristo de Papá, o casi todos los protagonistas de Puesteros), hasta el realismo mágico, respetando con elegancia las convenciones del género (El verano), pasando por el aliento espeso y oscuro del policial negro, que retoma un caso real pero voluntariamente alejado de la mirada de la crónica, y sobre todo, de la banalidad (Hospital).


El autor es un hábil jugador en el ámbito de la técnica narrativa, y más allá de la lectura del anecdotario que transitan estos cuentos, nos va llevando de la mano a pensar en esa segunda historia escondida en cada relato, tal como nos enseñó el inmenso Piglia en su Tesis sobre el cuento. Y es ahí donde encontramos el Gavilán más genuino, al Gavilán que observa y teje, minucioso e impecable, una trama que desvela un problema de fondo aún más complejo que los hechos. Los ausentes en estas historias, cuentan mucho más que lo que muestran esos hechos.


Así, la relación de un hijo con su padre, después de la partida de su madre (la que se fue, la desaparecida de la vida) nos muestra, soterrado y terrible, ese mandato de crueldad del que habla Rita Segato, esas formas obligatorias de la masculinidad hoy en cuestión, que eran la prueba que se les exigía a los varones para verificar su condición de tales. No nos limitemos a leer la historia de un chico que resuelve mal el abandono, y un padre que hizo lo que pudo.


Saltando a un registro diferente, en El verano hay un padre, una hija y un médico que encarnan con una ferocidad arquetípica las posturas de una sociedad que nunca sabe qué hacer con el diferente, con el sufrimiento del que no es como todos, como se espera que sea, todo matizado con una historia cálida y mágica y con el telón desaforado de la naturaleza litoraleña en verano.


Este tema de fondo aparece también en Hospital. Es la sombra del poder, una mirada foucaultiana de esa bestia que es el Poder, que trata de encerrar al loco, al diferente, al rebelde y al incomprendido en la cárcel, el manicomio o el olvido.


Otros rasgos criticados que se puede leer en este libro son el racismo y la aporafobia, dos males tan nuestros, tan definidos y a la vez tan negados en nuestra sociedad contemporánea. Por debajo del dolor de un hijo que no aparece, o de un autoritarismo feudal dueño de la muerte del otro, está la mirada estigmatizante, justificada por esa construcción social que convierte al ciudadano bien pensante y trabajador en una especie de beato laico incapaz de maldad o de crueldad.


Desapariciones es un libro noble y duro, que vale la pena leer porque como toda buena literatura, habla de nosotros, de nuestra sociedad, de nuestro mundo, desenmascarando construcciones que nada tienen de inocentes. En tiempos de posverdad y fake news, no es poca cosa.
No nos deja indiferentes.

(*)Miguel Caballero Miño (Santa Fe, 1968) es poeta, narrador y gestor cultural. Máster en Escritura Creativa por la Universidad de Salamanca. Dicta talleres y clínicas de obra. Miembro fundador del grupo de producción literaria La conspiración de los fuleros, de la ciudad de Santa Fe.

 


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