Un pedacito de monte”, propuesta del colectivo “Che’ena, tramando juntos” abre este jueves 29 de febrero en el Centro Cultural Parque de España.
Como un homenaje al monte de Formosa, con obras de cestería, xilografías, fotos, videos, sonidos y dibujos que inmortalizan el mundo qom, la muesta “Laiolec da 'aviaq, Un pedacito de monte”, propuesta del colectivo “Che’ena, tramando juntos” abre este jueves 29 de febrero en el Centro Cultural Parque de España.
Las artesanas qom de la provincia de Formosa y al colectivo Che’ena, tramando juntos de la Universidad Nacional de San Martín, son Mónica Graciela Núñez, Fiorella Mónica Sosa, Ivana Luz Sosa, Fernando Sosa, Rocío Sitaloic, Moisés Frutos (artistas qom de “Che’ena tramando juntos”) y Valentín Suarez (líder y artista qom). Con curaduría de Valentina Ruzzante, Verónica Meyer, Martina Cassiau y Florencia Tola.
Desde el jueves la muestra permanecerá abierta hasta el 13 de abril, en las galerías del CCPE (Sarmiento y el río), que se podrán visitar los jueves, viernes y sábados de 16 a 20 con entrada gratis.
Florencia Tola es una de las curadoras, y contó a Mirador que ésta muestra es el fruto de un trabajo conjunto y colaborativo entre artesanas qom de Formosa, una docente y estudiantes de antropología de la Universidad Nacional de San Martín. Sobre cómo es el circuito de este trabajo, relató: “En 2022 se creó la cooperativa denominada Che'ena que significa totora en qom, y que es la materia prima fundamental recolectada por las artesanas de la cooperativa. Con ella y con hojas de palma y carandillo, confeccionan diversas artesanías en Formosa que luego son enviadas y comercializadas en ferias y eventos en Buenos Aires en base a los principios del comercio justo, por el cual las artesanas fijan su precio. Todo lo recaudado vuelve a ser invertido en artesanías. De este modo, las cinco familias qom obtienen un monto mensual para seguir elaborando su cestería y trabajando de su arte”.
La muestra que se puede ver desde ahora en el CCPE es el resultado de dos años de trabajo ininterrumpido que incluyó talleres de cestería en Buenos Aires, capacitaciones en xilografía, charlas, conferencias, dictado de clases, exposiciones y nuestras.
“El sentido de esta muestra es precisamente dar cuenta de lo que significa para las artesanas el monte en el cual recolectan sus fibras vegetales y al que acuden en familia para realizar dicha labor”, destacó Tola.
Sucede que el monte se encuentra cada vez más lejano de los poblados indígenas a raíz de la expansión de la frontera agropecuaria y de plantaciones de cereales y soja. Sin embargo, las mujeres qom siguen recurriendo a él por diversos medios para poder continuar con su arte ancestral y obtener una fuente importante de ingresos. Entonces “en la muestra se expone un recorrido por el monte tupido y con vida (aquel que contiene la materia prima y las cestas confeccionadas con ella, y aquel habitado por diversos seres no-humanos) y se extiende hacia las zonas en las cuales las artesanas recorren en busca de materiales para reciclar (plásticos, cartones, telas, neumáticos, botellas)”.
Con la materia prima vegetal y con el material reciclado, hacen piezas únicas quedan cuenta de una enorme capacidad creativa así como de una capacidad para mantener viva una historia de tradición oral, siempre presente entre las generaciones. “Un pedacito de monte habita la sala de la muestra en el cual el visitante se sumerge y un pedacito de monte es lo que queda disponible para los pueblos indígenas”, finalizó la curadora.
La muestra Laiolec da ‘Aviaq es, según precisaron desde la comunicación del CCPE, “un entramado de oficios y un destello del mundo qom. Cestería, xilografías, fotos, videos, sonidos y dibujos que inmortalizan a seres del monte. Creaciones con desechos de un monte des-hecho. Plegarias y cantos -humanos y no humanos-. Materia prima natural y basural. Tierra, figuras, estampas y textiles”.
En la espesura nos vigila un cielo turquesa vestido de estrellas que supieron ser mujeres. Los cantos del cardenal y las palomas sobrevuelan la sala e invitan a congregarnos. Siluetas de peces se sumergen y emergen en una calculada geometría. Las tramas de los cestos ahora son un mosaico blando.
El monte chaqueño se hace presente. Texturas que se sienten y hierbas que se huelen. Totora, palma y carandillo. Aroma suspendido en el viento quieto, lento. Nos hundimos en el monte, entre los juncos. Desde el más tupido y enmarañado, hasta el más ralo, vaciado y desesperado de los montes. Voces y susurros. Despacito y en voz baja. Son las voces de la lengua qom que aún se alzan en un monte lejano y devastado.