El ingeniero Juan Borus, del Instituto Nacional del Agua (INA), explicó que la bajante responde a la escasez de lluvia en la mitad norte de la alta cuenca del Paraná. Sin embargo, admite la fragilidad de los pronósticos por la gran variabilidad climática.
Después de una importante creciente que se mantuvo casi hasta finalizar la primavera de 2023 –con un pico de 5,16 en el puerto de la capital provincial el 8 de diciembre– el río Paraná comenzó un descenso sostenido que se acentuó en el último mes, hasta llegar a niveles similares a los que se vieron entre 2020 y 2022.
Al jueves 29 de febrero, la altura del río Paraná en la capital provincial era de 1,49 m y la situación está en muy leve ascenso, en rango de aguas bajas a medias bajas, según el Alerta Hidrológico de la Cuenca del Plata Laboratorio de Hidrología Instituto Nacional del Agua.
El ingeniero Juan Borus, subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA, indicó que “hasta el 30 de abril, bien entrado el otoño, las lluvias estarían concentradas sobre gran parte del Litoral argentino, sobre todo en Entre Ríos, el sur de Corrientes y parte de la provincia de Santa Fe, al igual que el mes anterior”.
Al respecto, Borus admitió que “la variabilidad climática que vivimos, que es bien evidente en la región, limita mucho la capacidad de proyección certera”. Además, agregó que se espera, al menos para los próximos meses, una situación parecida a la de 2020-2022.
No obstante, explicó que en la parte norte de la Cuenca del Plata, formadora del caudal del río Paraná, específicamente la alta cuenca del Paraná en Brasil y la cuenca del Iguazú “posiblemente haya lluvias preponderantemente por debajo de lo normal, con lo cual esta situación de bajante que vivimos ahora, que se acentuó fuertemente en los últimos días, nos posiciona nuevamente en una situación parecida a la de 2020-2022, de aguas muy bajas, respondiendo a una sequía regional”.
VARIABILIDAD ACENTUADA
“En principio daría la impresión como que durante el otoño no vamos a tener una recuperación sensible, cosa que se esperaba. Para dar una idea de lo limitada de la tendencia climática, un par de meses atrás suponíamos que a fin del verano y a principios del otoño podríamos tener una recuperación fuerte, y esa probabilidad ha caído a pique”, reconoció el especialista en hidrología.
En sentido opuesto, ahora la previsión para fines del verano y principios del otoño es la continuidad del estado de aguas bajas, en la que ya está el Paraná.
Este panorama, argumentó, “responde claramente a una disminución muy sensible de las lluvias en la mitad norte de la alta cuenca del Paraná”, y aclaró que “el manejo de las presas y embalses que hace Brasil en el norte no tiene nada que ver”.
“Estábamos acostumbrados a fluctuaciones que son naturales, lo que pasa que en los últimos 20 años la variabilidad climática se ha acentuado fuertemente. Todo es mucho más acelerado, las bajantes y crecidas más intensas, y una cantidad de fenómenos que muestran una variabilidad climática potenciada que quizás sea la manifestación más evidente del cambio climático”, afirmó Borus.
PROYECCIONES
El Ministerio de Obras Públicas, la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica y la Subsecretaría de Obras Hidráulicas publicaron un reporte operativo donde se plasman las posibles proyecciones del comportamiento del río Paraná.
Para el río Paraná, se esperan precipitaciones moderadas sobre el área de aportes a Yacyretá, que podría sostener un acotado aumento hacia el fin de semana, en aguas medias. Por último, se destaca la probabilidad de ocurrencia de precipitaciones abundantes/severas sobre las áreas de aporte a la ruta entre Corrientes-Santa Fe en el tramo argentino del río Paraná”.
Es por eso que el informe culmina explicando: “es probable que se observen repuntes en aguas medias con de rápida disipación. A mediano plazo prevalecerá la tendencia de gradual descenso sobre los niveles en el río Paraná, pudiendo observarse algunas oscilaciones por efecto de la operación de Yacyretá en las secciones superiores”.