Una ciudad sin clases en la mayoría de las escuelas públicas ni privadas, ya que no hay colectivos urbanos ni interurbanos en el duelo por el chofer de la K fallecido el domingo. Tampoco hay recolección de residuos ni médicos en los centros de salud provinciales.
Previamente a los anuncios de los tres niveles del gobierno sobre medidas a tomar sobre la seguridad en la ciudad de Rosario, diversos sectores dispusieron interrumpir su actividad en el inicio de este lunes, luego de un devastador fin de semana en que fue baleado el Order, el narco-terrorismo se cobró la vida de un joven playero, y se lamentó la muerte del chofer de colectivo baleado el jueves pasado.
El lunes amaneció silente en una Rosario sin clases en la mayoría de las escuelas públicas ni privadas, ya que no hay colectivos urbanos ni interurbanos en el duelo por el chofer de la K fallecido el domingo. Tampoco hay recolección de residuos ni médicos en los centros de salud provinciales por el paro de colectivos, mientras se recomponía el servicio de taxis y estaciones de servicio, cuyo cese fue por la noche hasta las seis del lunes.
La ciudad se encuentra paralizada, y es producto de la conmoción e incertidumbre que genera el terrorismo. La calle San Luis, centro neurálgico de la actividad comercial, amaneció con persianas cerradas y sin gente, mientras la plaza Sarmiento, que oficia de populosa terminal céntrica, permanecía vacía ante el corte de servicios de colectivo que ya atraviesa su quinto día consecutivo, desde el pasado jueves luego de que el colectivero Marcos Daloia fuera baleado por un falso pasajero en plena tarde en barrio Echesortu, tras los asesinatos de dos taxistas, Diego Celentano y Héctor Figueroa.
El hartazgo de los vecinos de a pie producto de la seguidilla de malas noticias se sintió este domingo a las nueve de la noche, quienes salieron a los balcones haciendo sonar las cacerolas, en autos a los bocinazos y aplausos. Una postal que no se vivía desde el encierro de la pandemia. Solo que en esta ocasión fue por angustia y hartazgo.
El reclamo nació de forma auto convocada a través de las redes por los propios vecinos. Sucedió en varias arterias del centro y se replicó hacia el macrocentro, en un lapso de 15 minutos en que se percibió el mensaje catártico a la clase política, de “hagan algo”.