El 20 de marzo, el avance del frente de tormenta desde el sur generó ráfagas que superaron los 100km/h en la cuenca lechera más importante del país. Como consecuencia, miles de hectáreas de maíces de segunda -que eran la última esperanza para elaborar reservas propias- quedaron en el suelo.
Mientras toda la atención (y preocupación) se mantenía posada sobre la chicharrita y su efecto demoledor en los maíces de la región, el corazón de la cuenca lechera más importante del país se encontró con un infrecuente evento que pegó de lleno en los cultivos destinados a las reservas de invierno. En la noche del miércoles 20 de marzo, un viento huracanado tendió sobre el suelo miles de hectáreas que -para algunos- eran la última chance de producir su propio alimento para el ganado.
“Ahora no tenemos otra esperanza que volver a sembrar en agosto/septiembre para cosechar en marzo de 2025”, se lamentó Fernando Belinde, presidente de la Asociación Civil Productores Unidos de Rafaela (ACPUR). Según su evaluación, las pérdidas van del 80 al 100% por lote.
El fenómeno, con vientos que superaron los 100km/h, tuvo impacto en el Oeste santafesino y el Este cordobés, una de las zonas de mayor producción de leche en el país. En Santa Fe, tuvo efecto a lo largo de unos 90 kilómetros de departamento Castellanos, entre María Juana y Sunchales. En suelo cordobés, pegó entre Freyre y Morteros.
Belinde comentó que “eran maíces que no habían sido atacados por el spiroplasma, estaban todavía con potencial de llegar a ser picados para los tambos”. Del mismo modo, para otros significaba “la poquita esperanza que quedaba de juntar granos de reserva para todas las actividades ganaderas”. En la zona, las olas de calor del verano tuvieron un efecto demoledor en la producción lechera, que en marzo acusa caídas de 40 al 60%, según el establecimiento.
“En este 2024 continuamos con la mala fortuna”, indicó el productor y dirigente. Porque, mientras se siguen sufriendo los efectos de la sequía, “ahora, cuando todo estaba encaminado de otra manera, el maíz quedó contra el piso”.
El aprovechamiento de esos cultivos, dijo, dependerá de la situación en cada lote y de las herramientas con que cuente el productor, ya que el servicio de picado podría resultar muy oneroso. Los destinos posibles fueron rollos; “quien tenga máquina propia los podría picar”; y otros le pasarían el rolo triturador para dejarlo como cobertura.
El fenómeno fue medido por la AER San Francisco del INTA. En un reporte técnico, se detalla que en la tarde del miércoles 20 “se desató una tormenta con fuertes vientos del sector sur, con ráfagas que superaron los 120km/h y con lluvias dispares”.
“El fuerte viento provocó la caída de una gran cantidad de maíces (principalmente de siembras de segunda y tardíos)”, remarca el parte. Y añade que el área afectada “es grande, sin tener aún datos precisos, pero de acuerdo a lo observado y referenciado por diferentes fuentes hay maíces caídos en una franja de territorio que va desde casi 30 km al sur de San Francisco hasta 80 km hacia el norte llegando a la localidad de Morteros”.
Medido. El barómetro de la AER San Francisco de INTA registró más de 120km/h. Foto: Gentileza
En la zona, se observaron lotes de maíz con plantas caídas en diferentes proporciones, “observándose desde el 20 hasta el 90 % de las plantas”. Según el ingeniero agrónomo Alejandro Centeno, redactor del informe, diversas causar podrían explicar la disparidad del daño. “Velocidad de las ráfagas, estado fenológico del maíz, orientación de la siembra, nivel de afectación por spiroplasma (enfermedad transmitida por la chicharrita) entre las más importantes”, planteó.