El sector está en franco descenso debido a la caída de la obra pública, las escasas ventas y la cuestión climática.
Diego Franco, titular del Sindicato de Ladrilleros en la zona norte, fue vocero de sus colegas de la ciudad de Reconquista, aunque quiso dejar aclarado que la situación de otros ladrilleros de la provincia no es mejor que la de los de la cabecera del departamento General Obligado.
Indicó que la crisis económica los golpeó muy fuerte. “Obra pública parada, obras privadas que no avanzan, tampoco hay la demanda que había antes, no se moviliza la economía popular y al no vender los ladrillos las familias se dedican a hacer changuitas”, apuntó Franco.
“No sabemos qué va a pasar la semana que viene”, afirmó el vocero de las familias ladrilleras de Reconquista y la región.
Un pan a la mesa
Sostuvo que ante este cuadro de situación, los ladrilleros de Reconquista comenzaron a vender su producción a un 50% menos del valor de plaza, “hay que llevar el pan a la mesa”, argumentó. Comentó que no puede una familia esperar que todo vuelva a la normalidad y tampoco dejar la poca producción que había en los hornos, hasta que aparezca un comprador y se nivelen los precios.
“Esta situación se está dando a nivel nacional, es el mismo panorama en todo el país, la actividad está atravesando un momento muy difícil, muy duro”, contextualizó.
Señaló que en el norte de la provincia la situación es preocupante, sumado a la caída de la actividad, el bajo precio de plaza, “nuestra actividad es una actividad milenaria, pero también hay una cultura en el medio. Entonces normalizar y regularizar la situación cuesta mucho”, analizó Franco sobre la conformación de una cooperativa, aunque confió a este medio que estaba encaminada la conformación de una asociación o cooperativa, pero que “ahora todo quedó supeditado a la cuestión política”.
En Reconquista
Franco manifestó que las familias ladrilleras de Reconquista, suelen producir de acuerdo a la demanda, dijo que eso es lo que los diferencia de las grandes fábricas o corralones, “por lo general las familias ladrilleras suelen tener hornos chicos y van produciendo a medida de lo que van vendiendo, pueden vender un horno cada dos meses y podemos hablar de hornos que son entre 10 y 15 mil ladrillos”, estimó.
El dirigente sindical relató que con la Municipalidad de Reconquista tenían los ladrilleros ubicados camino a Barros Pazos una suerte de convenio, donde entregaban una parte de la producción, mientras que el municipio les entregaba tierra y agua, “pero en Reconquista también está cortada la obra pública, así que eso no se está dando”
Lamentó que muchos colegas suyos no consigan trabajo por fuera de las ladrillerías, “está difícil conseguir trabajo, muchos colegas me dicen, tuve que vender lo poco que tenía producido, tengo que comer y mis hijos que ir a la escuela”, mencionó apesadumbrado.
El mercado regional
La charla salió de la órbita local para ubicarse en el espectro regional. Franco dijo que siempre hubo espacio para todos, remarcó que en épocas de bonanza económica la actividad era intensa, “siempre se vendió, pero lo que nosotros queremos justamente es regularizar la situación”, subrayó. Habló de la necesidad de mejorar la calidad de vida de las familias ladrilleras, “necesitamos tener el trabajo, dignificar el trabajo. Y también tener un precio justo para la mercadería”, postuló.
Aseveró que un empresario, con una fábrica o un horno que tiene un mercado más o menos activo, está vendiendo entre 85 y 90 mil pesos, los mil ladrillos. “Un compañero de la economía popular a veces se baja a 40 o 50 mil pesos, hay una gran diferencia”, lamentó. En ese mismo sentido, comentó que es necesario recuperar a esas familias que hoy tienen un futuro incierto en la faz laboral, “a nosotros nos preocupa porque sabemos el esfuerzo que se requiere para sostener activa una ladrillería, sumado a la cuestión climática que tampoco ayuda”, consideró.