Con la idea de trabajar la tierra y la creación de elementos utilitarios como lo hacen los pueblos originarios, se desarrolló el Taller de Arqueología Experimental en el espacio de cerámica Luna de Artalaz en Colón, Entre Ríos.

Hasta allí llegó el reconocido artesano Carlos Moreyra con su misión de transmitir las técnicas ancestrales para el trabajo con la cerámica a un grupo de ceramistas que participaron de su taller gratuito y que se acercaron desde diferentes lugares de Entre Ríos.

“Cuando era muy chico, en Alto Verde, Santa Fe, frente a la Laguna Setúbal que era donde vivían mis padres, vi por primera vez cómo un grupo de Tobas que se habían instalado para pescar, hacían una vasija. Eso me impactó enormemente y me atrapó, y es por eso que desde ese momento invertí mi vida en este oficio tan ancestral y maravilloso”, señaló Moreyra a Mirador Entre Ríos al comienzo de la entrevista.

Era sábado por la tarde y sería éste el último día del taller de “Arqueología Experimental” dictado en el taller “Luna de Artalaz” de Natalia Luicioni, ceramista de Colón. Por eso, las piezas de cerámica amasadas durante las diferentes jornadas desarrolladas desde el miércoles 17 de abril, esperaban por ser cocidas en un horno de ladrillos ya encendido, ubicado en el centro del patio. Pequeños cacharros, esculturas, mates y vasijas esperaban por el fuego mostrando todos sus colores: había obras con arcillas pálidas tirando a blanco, otras rojizas y las había de varios marrones, como los colores de la tierra misma. Supimos que estas arcillas habían sido recolectadas en cercanías del arroyo Artalaz y de la Escuela Micheloud, en un radio que abarca el ejido semirrural que une a Colón con San José, y que de esto se trataba la arqueología experimental en cerámica.

“Lo que venimos a compartir aquí es el conocimiento de técnicas milenarias. Lo revolucionario es que las personas no necesitan nada más que la tierra, conocer el lugar donde viven para poder crear a partir de lo que hay allí. Es por esto que el taller se da de forma gratuita y por la propia intención de las personas que se organizan para aprender en diferentes puntos del país, ya que la idea principal es recuperar lo ancestral y aprender a trabajar como lo hacían los pueblos originarios: juntando arcillas de diferentes lados para ver cómo son, evaluarlas, anotarlas, saber qué es lo que da cada zona y a partir de allí, fabricar lo que necesitamos para nuestra vida. Es perfectamente posible vivir de la cerámica, cocinar a través de ella, almacenar y purificar el agua a través del barro, son cosas que la gente no sabe, pero el conocimiento está aquí”, contó Moreyra.

De la actividad participaron un grupo de ceramistas de La Plata entre los que se destaca a Adriana Martínez, alumna de Moreyra e integrante de la agrupación “Olleras Cooperativas”, un grupo de mujeres que dictan talleres para la construcción de ollas que van a fuego directo para la emancipación económica de otras mujeres; y Alejandra y Uriel Franco, de Concordia, ambos reconocidos por sus piezas representativas del Litoral entrerriano, como la obra “Las vecinas” de Alejandra y las distintas piezas de fauna nativa creadas por Uriel.