Adiós a un grande

Menotti y Rosario: corazón "canalla", su paso por Newell's y el lugar al que siempre volvió

La muerte del “Flaco” provocó una enorme tristeza en el mundo del fútbol y sobre todo en la ciudad que lo vio nacer. “Rosario es mi casa, es mi vieja y el despertar de mi amor por el fútbol”, decía el primer técnico campeón del mundo con Argentina.  


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La noticia de la muerte de César Luis Menotti fue como una puñalada caliente en el corazón de los futboleros argentinos y de todo el planeta. Durante décadas, se trató de instalar una rivalidad entre “menottistas” y “bilardistas”, que en gran parte se rompió en diciembre de 2022, cuando la selección argentina consiguió su tercera estrella de la mano de Lionel Scaloni. Esa dualidad absurda y muchas veces malintencionada, también quedó vacía de contenido el domingo pasado, cuando los hinchas de Estudiantes, el club que lleva como estandarte a Carlos Salvador Bilardo, se conmovieron con el anuncio del fallecimiento del “Flaco” en medio de la disputa de la final de la Copa de la Liga.

En Rosario, la figura de Menotti también logró saltar la sempiterna pugna entre Central y Newell's, aunque su corazón siempre fue “canalla”.

Menotti con el Gitano Juárez en sus inicios en Central.Foto: Archivo

 

Desde su barrio de Fisherton, en el noroeste de Rosario, el “Flaco” Menotti empezó a amar a la pelota. Pero también se despertó en él esa curiosidad por la política, por el compromiso social, por las letras, por los grandes pensadores y por la música. Tras el temprano fallecimiento de su padre, el pibe alto y algo desgarbado maduró rápido y comenzó a defender con energía sus convicciones, tanto en lo deportivo como en lo político y en los filosófico.

Menotti contó muchas veces que en sus sueños de niño o de jovencito no estaba ser un futbolista profesional. En aquellos años de la década del 50, jugaba solo para divertirse o para ganarse unos pesos en el famoso “fútbol chacarero”. Hasta que en su horizonte apareció Rosario Central, que según sus propias palabras pasaría a ser su casa. “Cada vez que entro al Gigante de Arroyito, miro hacia la tribuna y la veo a mi vieja”, decía muy a menudo.

Debutó en la primera “canalla” en 1960. Era un atacante poderoso, de remate potente y carácter fuerte. Le hizo goles a los equipos grandes, pero el más recordado fue el que le metió al mítico Amadeo Carrizo, con un tiro de larga distancia tan furibundo que, según cuenta la leyenda, la pelota se rompió. “El Negro Fontanarrosa dice que fueron tantos los que aseguran haber estado en la cancha ese día y haber visto ese gol, que hubiera habido un millón de personas más o menos en las tribunas”, bromeaba Menotti a propósito de una ocurrencia de otro rosarino inolvidable.

Su corta carrera como jugador siguió en Boca, Racing y el Santos de Brasil. Allí jugó junto a Pelé y esa experiencia lo llevó a convencerse para siempre de que “el Negro fue el mejor de todos, jugaba a otro deporte”, de acuerdo a sus propios conceptos. Eso no le impidió acunar luego una tierna relación con Diego Armando Maradona, al que no incluyó en la lista de la selección para el Mundial de 1978, pero hizo brillar en su máximo esplendor en el Juvenil del año siguiente que se coronó en Japón.

El “Flaco” se identificó toda su vida con Central en Rosario, pero quizás muchos ignoren que su debut como entrenador fue en Newell's, junto a su hermano del fútbol, que fue el “Gitano” Juárez. En la “Lepra” dio el puntapié inicial a esa carrera que un par de años después lo llevó a formar el Huracán campeón de 1973. Para muchos, ese fue unos de los mejores equipos de toda la historia del fútbol argentino, con Houseman, Brindisi, Babington, Basile, Carrascosa y tantos otros cracks de la época y de todos los tiempos.

Rosario siempre estuvo en sus grandes gestas y él siempre elegía volver a la ciudad donde comenzó todo. A tal punto que fue en el “Gigante” de Arroyito que la selección nacional logró aquella goleada histórica sobre Perú, sin la que no hubiera sido posible la primera estrella en el escudo albiceleste, más allá de la polémica que rodeó a ese encuentro en medio del clima tan oscuro que vivía el país.

Regresó a Central para dirigir al primer equipo a principios de los 2000 y otra vez dejó su marca en la historia, cuando logró romper la racha de 22 años sin ganar en cancha de Newell's. A pesar de su identificación “canalla”, siempre fue respetado por todos y caminó las calles de la ciudad sin problemas. El Concejo Municipal lo nombró ciudadano distinguido en 2016: “Estoy profundamente emocionado, esta ciudad me ha dado todo”, dijo aquella tarde junto al Monumento a la Bandera.

Este domingo gris y plomizo, murió el “Flaco” Menotti, el que cambió para siempre la historia del fútbol argentino. Se fue a compartir anécdotas con otros rosarinos ilustres, como el “Negro” Fontanarrosa o Don Ángel Tulio Zof. A desandar veladas con Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla, el “Polaco” Goyeneche y Alfredo Zitarrosa. En este plano dejó discípulos a su altura, como Pep Guardiola y el “Loco” Bielsa. Rosario no lo olvidará.


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