No faltó ningún detalle. Gessler brilló con el acto patrio organizado por la comuna porque tuvo de todo, más allá de lo que tradicional y protocolarmente se realiza en estos casos. Música, danza, actuaciones y los vecinos muy activos.
En el departamento San Jerónimo se destacó especialmente la idea que configuró la Comuna de Gessler para conmemorar el 214° aniversario de la Revolución de Mayo.
Es que hubo una ceremonia protocolar tradicional, pero a eso se le agregó la participación activa de escuelas, una escenografía muy especial, un recital, una demostración de danzas folclóricas y hasta una dramatización donde los actores fueron... los vecinos del pueblo.
Todo esto tuvo lugar en la coqueta Plaza San Martín, considerada como el corazón del pueblo, donde estuvieron con abanderados, escoltas y estudiantes las escuelas Primaria N° 304 Juan Bautista Alberdi, la Escuela Para Adultos Artemio Grosso, anexo Gessler, y la Escuela Secundaria N° 2044 Santa Ana.
Se destacaron especialmente los chicos de quinto, sexto y séptimo grados de la institución primaria que hicieron una puesta en escena y como si fuera poco interpretaron el Himno Nacional en lenguaje de señas.
Posteriormente los estudiantes de la tradicional escuela Santa Ana dieron lectura a un documento sobre lo acontecido en mayo de 1810 a lo que le siguió una obra de teatro dirigida por Alicia Arcando donde se recrearon los hechos históricos.
Seguidamente el prestigioso Instituto Folclórico Mi Patria deleitó a todos con sus bailes costumbristas y la sorpresa apareció cuando vecinos de Gessler se vistieron de Saavedra, de los integrantes de la primera junta y hasta de las autoridades españolas, para representar lo que fuera el paso previo a la Independencia. Hasta el presidente comunal, Juan Pablo Alarcón, se animó a interpretar en este caso a Juan José Paso.
El broche de oro lo puso la reconocida banda de la ciudad de Gálvez Positivo Folk, que maravilló a los presentes con sus voces y canciones. Para destacar especialmente es lo que hizo Ana María Arolfo, quien pintó un cabildo como escenografía de 7 metros de alto y varios de ancho y que se colocó como fondo principal de todo lo vivido que culminó con chocolate y tortas fritas para los presentes, que fueron muchos.