El músico que conecta con la conexión espiritual y con el oyente, se encuentra presentando “Polizón” nombre de la canción que Fede Pagna le da nombre a su primer disco.
“Polizón” es el nombre de la canción que Fede Pagna le da nombre a su primer disco.Es una canción narrativa, basada en la historia de un polizón africano que llega al Río de la Plata escondido en el timón de un barco, el artista se inspiró en una película documental que se llama “El Gran Río” que cuenta una historia similar. El álbum recopila algunas de las canciones que hizo entre 2015 y 2018, lo produjo Nicolas Btesh y participaron músicos a los cuales Fede admira mucho, cómo Guille Salort, Esmeralda Escalante, entre otros.
Su último single: “No Mires Atrás”; es una canción que compuso en plena pandemia. Se fue a vivir un año al campo, para desconectarse de todo. Volvió a la ciudad solamente para grabar ese tema.
En conversación con Fede Pagna, Mirador Provincial pudo tener acceso al nuevo material del artista.
- ¿Siempre estuvo la música con vos?
-La verdad es que la música me acompaña desde siempre y realmente no logro identificar un momento preciso en el que se originó esa relación. Podría decir que comenzó a mis 9 años, cuando me regalaron mi primera guitarra, una 'Antigua Casa Nuñez'. Pero sinceramente, creo que nuestra relación con la música, es casi antropológica, ya está inscrita en nuestra biología como especie. A nivel personal, lo que sí logro identificar claramente es el momento en que decidí que quería ser cantautor y dedicarme a escribir e interpretar mis propias canciones. Fue como una revelación en 2005 cuando vi 'No Direction Home', el documental de Martin Scorsese sobre la vida de Bob Dylan. El film muestra como Dylan transformó sus experiencias y visiones personales en música, y entendí el poder de la música como una forma de expresión muy profunda e universal. Además, aunque ahora estoy radicado en Buenos Aires, crecí en Ramallo, cerca de Rosario, escuchando a algunos referentes de la Trova Rosarina como Abonizio y Fandermole, lo que también me influenció profundamente y me impulsó a dedicarme a este oficio de contar historias con música.
- ¿Cómo ocurre el proceso compositivo de las letras?
-Es una buena pregunta. Soy bastante metódico, autodidacta y me construí mi propio sistema de composición. A veces comienzo escribiendo la letra, dedicándome a pulir cada línea antes de siquiera pensar en la melodía. Otras veces, empiezo con la música: melodía, armonía, ritmo; y la letra viene después. El orden en que estos elementos se unen para dar lugar a una canción realmente afecta el resultado final. Por ejemplo, cuando comienzo por el texto mis canciones tienden a ser más narrativas y concretas, como es el caso de 'Polizón' o 'Te vi Llegar'. Por otro lado, cuando la música aparece primero, mis letras suelen ser más abstractas y metafóricas, como en mi último single 'No Mires Atrás'.
- “Polizón” una canción narrativa, basada en la película “El Gran Río”, ¿Cómo fue ese proceso de escrito?
-Así es, es una canción puramente narrativa. Me inspiré en una película documental dirigida por Rubén Platáneo que se llama “El Gran Río” que cuenta la historia de un joven africano que llega al puerto de Rosario escondido debajo del timón de un barco granero de ultramar. Ese film me llevó a hacer una investigación sobre el tema de los polizones de ultramar, y descubrí que son muchos los casos de los inmigrantes africanos que llegan al Río de la Plata o incluso al Paraná de esa manera. Me resultó impactante y a la vez inspirador para hacer una canción.
- ¿Qué hay de atrapante en los silencios?
-El silencio es el lienzo en blanco sobre el que creamos música, una parte imprescindible de cualquier obra musical. Compositores como John Cage, con su famosa pieza '4’33”', han explorado el silencio como un fenómeno musical en sí mismo. Estamos viviendo bajo una constante saturación sonora, basta con mirar los videos, reels y podcasts en donde se eliminan automáticamente todos los silencios y respiraciones de una narración para maximizar así el contenido verbal. En ese contexto el silencio se convierte en un elemento subversivo y a la vez valioso, pero también perturbador. Es ese ruido blanco que puede aturdir y desorientar, obligándonos a confrontar la ausencia de sonido con la misma intensidad con que enfrentamos el ruido.
- ¿Cómo fuiste hallando tu estilo en la música?
-Siempre me vi interpelado por los cantautores, los 'songwriters', los 'Parolieres'. Desde Bob Dylan, Francis Cabrel o James Taylor hasta Silvio Rodríguez, Eduardo Mateo o Chico Buarque. Artistas que le otorgan un peso significativo a la palabra como medio de comunicación casi al mismo nivel que la música. A veces me considero más un poeta que canta que un músico, y creo que está bien así. Ser cantautor es un arte marcial combinado; hay que hacer un poco de todo: poeta, músico, intérprete, actor.
- ¿Qué anécdotas musicales podría compartir?
-La primera vez que toqué una canción en vivo me olvidé la letra, paré de tocar y tuvieron que cerrar el telón. Fue en Ramallo en un acto escolar, tenía 13 años. Para mí era como estar en el Gran Rex, imagínate, estaban todos mis compañeritos y la chica que me gustaba. Aprendí que nunca hay que parar de tocar, y como si fuera una metáfora, no paré más.
-No es fácil conectar con la espiritualidad de uno mismo, se batallan muchos demonios... ¿Cómo sucede en vos?
-La música para mi es la forma de conectar con lo inexplicable, es un templo donde voy a conectar con mi espiritualidad. Podría vivir sin hacer música, pero tendría que reemplazarlo por otro lenguaje artístico, y por ahora, solo tengo este.