El escritor rosarino reúne quince historias en su libro A veces el mundo es un buen lugar, que hacen foco donde la vida late y desnuda el velo de su esencia.
Las historias que componen A veces el mundo es un buen lugar (La Gran Nilson) fueron escritas a lo largo de varios años por Cristian Bautista. En el proceso artesanal de su escritura, pasaron por la tallerización de los grupos “Alma Maritano” y “Polvareda”, hasta encontrar el tono justo de los personajes y el hilo conductor de un universo que late de forma quirúrgica y precisa, algo que dejan en claro tanto Lila Gianelloni (guía del taller Polvareda) y Pablo Colacrai (coordinador del taller Alma Maritano).
Escribe Lila en la contratapa: “escenas sin artilugios, simples, cotidianas, donde colocar el dedo y sentir la vida que late, como decía Alice Munro. Es ahí, donde se oculta una historia, donde tiene lugar cierta tensión sutil, cuando en forma precisa y minuciosa, sin estridencias, sucede la singularidad de los cuentos de A veces el mundo es un buen lugar y es donde radica su originalidad. En los cuentos de Cristian Bautista siempre suenan canciones. Cada uno muestra un escenario particular y pequeño que obliga a quedarse mirando los objetos y las personas de tal forma que entrevemos en ellos el mundo entero.
Lo propio hace Pablo Colacrai: “Como los mejores narradores, Cristian Bautista sabe distinguir, entre la confusa bruma de lo cotidiano, el material necesario para sus historias. Y ahí, en escenas menores, con diálogos austeros y gestos mínimos, cifra, secretos, pero intensos, los ecos de viejas heridas abiertas. Sin embargo, por más tristes y desoladas que sean las anécdotas, Bautista tiene la sensibilidad necesaria para encontrar siempre un momento fugaz, íntimo, luminoso”.
Mirador Provincial dialogó con el autor.
Cristian Bautista en primera persona
-¿Cuándo llega la escritura a tu vida?, ¿cómo fue la construcción del Cristian escritor?
-Como todos los escritores empecé leyendo. Fue de la biblioteca de mi abuelo, unas tablas a modo de repisa en la pared con libros usados y de hojas amarillas. De esos libros recuerdo una saga del que era fanático: Bomba (el niño de la selva). Una especie de Tarzán jovencísimo que pasaba por las aventuras más difíciles en el medio de la selva. No eran menos de diez libros, quizás más, todos reunidos en la colección Robin Hood donde estaba Sandokán, Los Tigres de la Malasia, Tom Sawyer, Robinson Crusoe, Corazón. Recuerdo terminar un libro y esperar volver a la casa de mi abuelo para devolvérselo y que me diera otro. Me gustaba imaginar otros finales en las historias de Corazón, o le inventaba algunas historias paralelas a los personajes secundarios, posiblemente ahí estaba la semilla de lo que más tarde iba a ser escribir.
-¿En qué momento escribe y en qué momento lee Cristian Bautista?
-Siempre llevo un libro conmigo y apenas tengo un rato lo abro y leo. Escribir lo vivo como un proceso constante. Ni bien me aparece una frase, o una palabra, o incluso una situación, anoto y lo guardo. La mayoría de las veces es a partir de ahí que empieza un cuento.
-¿Cuáles son tus influencias literarias?
-Chejov. Siempre Chejov con esa mirada quirúrgica, con lupa sobre los detalles cotidianos, atento a poner en acción detalles que nos revela que piensa y siente un personaje. También me gustan los diálogos de Hemingway, las descripciones de Salinger, los finales de Carver, los viejos de Askildsen y el humor de Vonnegut.
Una forma de ver el mundo
-Te carácterizas en tus cuentos por detener la mirada literaria en un instante, una escena de la vida cotidiana de gente común y corriente. ¿Qué funciona como motor en tu interior para indagar por medio de tu arte aquello que está ante la vista de todos?
-No es algo premeditado. Es la manera de ver el mundo. Se escribe como se ve, nada más.
-Un elemento particular de tus historias es la atmósfera retrospectiva que construyen, con infinidad de temas del rock, que podrían agruparse en una especie de playlist. ¿Qué significancia tiene el sentido del oído para vos como autor a la hora de escribir?
-El sentido del oído es importantísimo. Leo en voz alta lo que escribí. A veces, también me grabo. Es que al escucharme siento donde se afloja la tensión, o donde perdí el tono de un personaje. Lo de canciones en mis cuentos fue algo que me dijo un amigo. Yo no me daba cuenta y siempre aparecían canciones en mis cuentos… para la presentación del libro estoy hacienda unos señaladores con un código que te lleva a Spotify donde arme una playlist con canciones que fueron fundamentales en los cuentos.
También tienen preponderancia distintos objetos de consumo que hacen a la vida cotidiana y a la cultura. ¿En tu obra, hay alguna búsqueda particular en estos objetos que podrían considerarse microscópicos para la literatura?
-No hay una búsqueda premeditada… es una manera de mirar, de oír, de pararse frente al mundo. Puede ser que un objeto para mí tenga una trascendencia y para otro escritor otra totalmente distinta y eso no hace que ninguno de los dos tengamos la razón. Es solo de que ángulo se está mirando para contar eso que querés contar. Lo que sí es importante es lo que dije antes, más allá del lugar en que mires, siempre la lupa y la sensibilidad que requiera eso que querés contar.
El libro: un lugar y su armado
-¿Cómo fue el proceso de escritura de las historias que componen el libro?
-En el libro hay cuentos escritos con diferencia de algunos años. Quise elegir algunos que marcaron distintos momentos en mi escritura. A veces dudaba en dejar uno o cambiarlo por otro, pero lo reconfortante fue encontrar un hilo invisible que los unía y en eso fue importante la generosa mirada de amigos escritores como Lila Gianelloni o Pablo Colacrai. Los quince cuentos que quedaron y conforman el libro fueron trabajados en el taller una y otra vez hasta que cada uno consiguió lo mejor de sí. No son quince cuentos amontonados entre dos tapas. Es un mundo y son quince formas de ver ese mundo a través de situaciones cotidianas.
-¿Qué te llevo a elegir el sello La Gran Nilson?
-Fernanda Trebol, una amiga escritora, me lo recomendó y hablé con Alejandra Correa (editora de La Gran Nilson) que después de leer el material se entusiasmó y me animó a hacer realidad el libro.
BIO
Cristian Bautista nació en Rosario. Participa del taller literario “Alma Maritano”, coordinado por Pablo Colacrai. Algunos de sus cuentos ganaron ganaron premios y menciones en concursos provinciales y nacionales; otros fueron publicados en revistas, antologías, en el periódico semanal El Eslabón y en la contratapa de Rosario/ 12 (suplemento de Página/12). En el año 2022 obtuvo el Primer premio en el concurso de la editorial Apeirón (España) y en el 2023 uno de sus cuentos fue finalista del premio Itaú y elegido para formar parte de la antología internacional.
Actualmente, es miembro del grupo “Polvareda” que está a cargo de la realización del ciclo de lecturas “Un lugar limpio y bien iluminado”.
Sobre La Gran Nilson
Es un sello editorial independiente ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que desde el 2016 se dedica a editar libros de narrativa y poesía. También posee una colección en crecimiento para infancia y juventudes. Agrupan en el catálogo el trabajo de escritores de distintos puntos del país.
La editora es Alejandra Correa, el diseño está a cargo de Marcia Cabezas y la logística es labor de Francisco Petit de Meurville.
Contacto: lagrannilson.com.ar