El partido debió postergarse por los serios inconvenientes en los accesos al estadio. Hasta la puerta misma llegó gente con y también sin entrada. Todos quisieron entrar y esto devino en caos, locura y violencia. Sistema de seguridad colapsado por todos lados. Lamentable.
(Enviado Especial a Estados Unidos)
El desborde fue total. La gente comenzó a agolparse frente a las puertas de ingreso. Hubo muchos que llegaron sin tickets hasta ese lugar. La mala organización lo permitió.
El caos reinó en todos los sectores del estadio, inclusive en el ingreso de la prensa. A las 20 (las 21 de nuestro país), que era el horario indicado para el comienzo del partido, el estadio estaba en un 40 por ciento.
Desde la Conmebol se informó que el inicio se iba a demorar media hora, pero cuesta creer que en un país que tiene orden y que supuestamente posee criterios organizativos de avanzada, ocurra lo que ocurrió.
Hasta el sector de prensa fue caótico. Puertas cerradas e ingreso permitido sólo de a cinco. Desconcierto, discusiones y desorden.
Si eso se vivió en una entrada exclusiva, por más que la cantidad de periodistas acreditados fue importante, uno puede imaginarse lo que pasó en el resto de las puertas de entrada.
No hubo controles previos. Cualquiera podía llegar hasta la puerta de ingreso al estadio, sin tickets, a intentar colarse. Si esto hubiese pasado en Argentina, se estaría hablando de caos organizativo. Pasó en Estados Unidos y es lamentable.
Gritos, peleas, avalanchas, mucha gente que ingresó sin entrada porque se abrieron las puertas y el descontrol que se apoderó de todo. Sin seguridad a la vista, la gente ingresó teniendo y también no teniendo entrada.
La fiesta se empañó antes de empezar el partido. Y es muy preocupante que esto haya ocurrido, agregando un elemento más a los muchos inconvenientes que hubo con la organización de esta Copa América.
Se suponía que Estados Unidos daba garantías de orden, de seguridad y comodidad. Nada de esto ocurrió. Y el caos fue el común denominador en la final.