A 30 años del atentado

Un libro de Javier Sinay busca cartografiar el caso AMIA en un thriller político y judicial

Con motivo del aniversario del peor acto terrorista perpetrado en la historia de Argentina, un nuevo libro de investigación periodística propone traslaciones a los primeros 30 días desde el hecho, en que las fichas judiciales fueron establecidas y permanecieron a lo largo del tiempo hasta ahora, en que la causa continúa viva tras un nuevo fallo de la Cámara de Casación Penal.


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En 2022, el periodista Javier Sinay realizaba una crónica sobre el estallido de la entidad que nuclea a instituciones judías en los 90, y cayó en la cuenta que estaba escribiendo un libro. Con testimonios de primera mano y mucho archivo de la Justicia Federal, decidió lanzar esta cartografía 30 años después del atentado, para refrescar las preguntas que permanecen en el reclamo de justicia y de memoria.

El libro “Después de las 9:53. AMIA. Cartografía de un atentado”, de la editorial Sudamericana, es la nueva propuesta del autor de “Los crímenes de Moises Ville” y de “Camino al Este: crónicas de amor y desamor”. Un periodista que en sus palabras es “un poco detective ciudadano sin más armas que la curiosidad y sin más interés que publicar el libro”.

En esta investigación en tono thriller policial, algunas recreaciones vehiculizan al lector 30 años hacia atrás, como en el rescate de los dos empleados de maestranza de la AMIA entre los escombros, o una persecución feroz de policías al vendedor de autos Carlos Telleldín, quien luego sería uno de los protagonistas involuntarios del caso judicial, dos veces enjuiciado y luego absuelto.

En otro fragmento imaginó los minutos previos al supuesto impacto de la camioneta que explotó en la entidad, cuyo texto reza: “La camioneta está en marcha, se abre paso por calles con tráfico denso. Carga kilos de explosivos. Es una Renault Trafic, una camioneta tan común que casi nadie la recordará. ¿Quién la conduce? ¿Ibrahim Berro? En alguna ocasión ese será un nombre adjudicado al conductor, pero su identidad no podrá ser determinada con certeza. Berro –si acaso se trata de él– es un muchacho enviado desde Beirut, donde vive con su padre, su madre y sus hermanos. Tiene 21 años. Parece un chico normal. Hasta sonríe en las fotos. Pero también podría ser un atacante suicida que vino para matar y morir”.


HISTORIA QUE SIGUE VIVA


En los días previos a este jueves 18 de julio en que se conmemoran los 30 años del atentado a la AMIA, desde una habitación en un hotel de Brasil, Javier Sinay relató del otro lado del teléfono sobre su nuevo libro, en diálogo con Mirador: “El caso es una completa maraña, pero es una historia que sigue viva y que muta. Aunque muchos escépticos no coincidan, puedo decir que se sigue investigando en la Unidad Fiscal porque hay gente trabajando. Busqué entonces contarlo desde un vaso un poco lleno en vez de hacer una colección de críticas y de pesimismo”.

En el primer capítulo de su cartografía, Sinay establece el porqué de la vigencia de este asunto para ser llevado a este libro: “En un mundo en guerra como el de 2024 no hay nada más contemporáneo que escribir sobre un atentado terrorista de 1994. Estas, como aquellas, son jornadas de incertidumbre y de sangre”. Y los protagonistas en su historia son jueces y fiscales federales, jihadistas islámicos, ladrones bonaerenses, mujeres desesperadas, guerrilleros marxistas, agentes de la SIDE, del Mossad, de la CIA, mecánicos oportunistas y policías fuera de control.

La cartografía evidencia varias intrigas, internas del poder, el papel oscuro de ex agentes de la policía bonaerense, entre otros indicios de lo que él mismo calificó como “un thriller político de no ficción en primera persona, con los vericuetos judiciales, policiales y políticos que carga esta causa aun irresuelta”.


ORIGEN E INFLUENCIAS


El periodista porteño fue consultado en torno al caso AMIA, y aseguró que, a pesar de la cercanía geográfica, “nunca había trabajado en nada sobre el tema”. Reconoció entonces: “Me pareció complicado meterme, pero tenía para el 18 de julio a los 30 años del hecho, un buen deadline de trabajo”.

En 2022, el editor de un medio del Reino Unido llamado Jewish Qarterly le pidió una crónica extensa sobre el asunto del atentado, y comenzó a escribir y realizar entrevistas para aquel pedido. “El editor me dijo que leyó mi libro Los crímenes de Moises Ville y estaba interesado en conocer sobre el asunto atentado a la AMIA”.

Reconoció que a lo largo del libro tuvo varias referencias literarias que tomó como pilares, entre las cuales están el Talmud (una especie de código civil y religioso judío), así como Jorge Luis Borges y Rodolfo Walsh. “No puedo, ni quiero, ni debo renunciar a un sentimiento básico: la indignación ante el atropello, la cobardía y el asesinato”, es un fragmento que Sinay tomó del libro de Walsh “Operación Masacre”. Y en sintonía, otra frase resuena en la especie de deber periodístico que sintió el autor: “No estás obligado a terminar la obra, pero no estás libre de desentenderte de ella”.

Le llevó un año de trabajo y se dio cuenta de que aquella crónica extensa que tenía entre manos era un libro en un momento: “Aún faltaba un año para los 30 años, y me di cuenta de que en los primeros 30 días tras el atentado hubo un trabajo intenso que marcó a muchos de los elementos que se iban a amplificar en los siguientes 30 años. Esos primeros 30 días eran como un prisma para mirar lo que vendría después”.

Entonces ejemplificó un momento clave: “El 9 de agosto, día 23 tras el atentado, el juez Galeano presentó la pista iraní en base al testimonio de un disidente de Hezbollah que él entrevistó, y pidió que Telleldín continúe detenido en esa causa. Con ese fallo marcó un rumbo: habló por primera vez de una conexión local, con hipótesis de por qué el atentado se decidió en la Argentina en el marco del conflicto con Medio Oriente”.


DUELO ENTRE JUEZ E IMPUTADO


Sinay entrevistó para esta investigación al primer juez de la causa, Juan José Galeano, y al principal sospechoso de la conexión local de la denominada pista iraní, Carlos Telleldín, quienes estuvo preso diez años y fue absuelto luego en dos juicios y dos apelaciones.

En su apreciación sobre estos dos protagonistas involuntarios de la historia, el primer mes la causa los puso en una especie de duelo que continuó durante años: “Por momentos en ese duelo estuvo Galeano como el más poderoso, que inculpó a Telleldín, y después, en 2004 cuando fue absuelto y liberado Telleldín, apartan a Galeano del caso, dando vuelta la suerte para ambos”.

Fue entonces que reflexionó sobre sus entrevistados: “Creo que todos nos movemos en una escala de grises. No hay nadie completamente blanco ni completamente negro. La gente es ambigua. Ahí es donde está la verdad del ser humano. Por eso los entrevisté muchísimas veces y trabajé mucho sobre esos esas contradicciones que ambos tenían”.

Reconoció entonces haberle creído la buena fe al ex juez Galeano: “Pienso que fue honesto e investigó. Estaba dispuesto a arriesgar y hacer cosas que no estaban en el Código Penal. La primera vez que nos vimos, me dijo ‘yo pude haber cometido errores, pero no cometí delitos’. Yo le creo que quiso resolver el caso”.

También entrevistó al actual fiscal de la UFI AMIA Sebastián Basso, agentes de la ex Side, espías de la Policía Federal, empleados judiciales, dirigentes de Montoneros y de Quebracho, los autores Horacio Lutzky y Gabriel Levinas, a los dos primeros fiscales de la causa Eamon Mullen y José Barbaccia, a los dirigentes de la AMIA y de DAIA en 1994, el ministro del Interior durante el gobierno de Carlos Menem, Carlos Corach, y a la referente de la organización de familiares de víctimas Memoria Activa, Diana Wassner.


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