1-0 ante Gimnasia de Mendoza

A los empujones: angustiante triunfo de Colón para seguir con chances

En un partido mal jugado, el Sabalero le “bajó el copete” a los mendocinos, que venían en racha positiva, venciéndolos con gol de Rossi sobre la hora. Quedó a tres puntos de Aldosivi y Gimnasia, que comparten la punta.  


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Sin fútbol, a los empujones y desafiando la lógica impaciencia de su gente. Así lo ganó Colón al partido. Y así le “bajó el copete” a este Gimnasia mendocino que llegaba al galope y que se mostró siempre más que conforme con el “puntito” que se estaba llevando hasta que en el final del partido y en una clara muestra de lo que era Colón, llegó el gol de Rossi para aliviar al hincha sabalero.

Fue impresentable el primer tiempo. Pero no sólo la bajísima producción futbolística de Colón, sino también la de Gimnasia y el partido en sí. No hubo ni siquiera momentos, pasajes del partido para rescatar. Pocos espacios, escasez absoluta de jugadas de peligro frente a los arcos, la pelota siempre por el aire y nunca por el piso, mucho forcejeo, mucho choque y ausencia total de fútbol.

El delantero José Neris le dio otras ganas al ataque sabalero.Foto: Manuel Fabatía

 

La gente se impacientó, es cierto. Pero no sólo por los antecedentes con los cuáles se llegó a este partido, sino porque no se transmitió absolutamente nada de adentro hacia afuera.

Apenas la voluntad de Neris para moverse por todo el frente de ataque y luchar en inferioridad numérica con los fuertes defensores rivales. Después, muy poco desborde por afuera, algunos intentos no bien finalizados por Delgadillo por izquierda, imprecisión en el medio y nada de fútbol. Con tan pocos argumentos, nada podía esperarse de un equipo que no asumió en ningún momento la iniciativa.

Cambió los nombres

Toledo por Jourdan fue el cambio de De Paoli para la reanudación del partido. El intento fue el de agregar un delantero para darle compañía a Neris, abriendo a Farioli por derecha y dejando a Delgadillo por izquierda. Más allá de la modificación, lo que Colón necesitaba era manejar mejor la pelota y hacerse por fin el dueño de un partido que durante los primeros 45 minutos estuvo a la deriva, huérfano de fútbol por el bajísimo rendimiento de los dos.

Poco cambió. Incluso, De Paoli fue tirando cambios para ver si alguien entraba con suficientes luces para modificar el estado de penumbra futbolera en la que se encontraba el equipo. Así, Guille y Garrido terminaron jugando por los costados, Forneris intentó darle empuje por el impreciso Prediger (otro flojo partido de un jugador que fue clave en los buenos tiempos de Colón) y Rossi le aportó también despliegue, entrando por un Neris que dejó una imagen aceptable dentro del flojo rendimiento general del equipo.

Tampoco Gimnasia encontraba espacios y claridad suficiente para aspirar a algo más. El empate parecía cerrarle al equipo mendocino y jugaba en función de ello. Y Colón poco tenía para llegar al gol y calmar la ansiedad creciente de la gente.

Colón nunca pudo encontrar mal parado a Gimnasia. Allí estuvo el mérito de los mendocinos, pero también el déficit de un Colón que con amor propio y sin fútbol fue a buscar el gol salvador. Y llegó nomás. Fue sobre el final mismo del partido. Centro desde la izquierda, Toledo la peleó dentro del área, los defensores de Gimnasia no supieron resolver la jugada, quedó boyando y de arremetida, Rossi le pegó en forma defectuosa, haciendo pasar la pelota por encima del cuerpo de Tagliamonte, que con su reacción no pudo desviar la pelota.

Fue un desahogo para todos, sobre todo para este plantel que llegó muy golpeado al partido y con la obligación de ganarlo. Colón lo necesitaba como el mismo aire para seguir con vida en este torneo. No importaban tampoco las formas, aunque se jugó mal y esto también hay que decirlo. El resultado estaba por encima de todo y de todos. Por eso, lo urgente esta vez se imponía sobre lo importante. Lo urgente era ganar el partido; lo importante es recuperar un nivel futbolístico que debe ser superior por potencial y porque ya este equipo demostró, en otros momentos del torneo, que puede jugar a otra cosa. O por lo menos, que puede jugar mejor de lo que está jugando.

Así lo entendió la gente también. Ese hincha que estaba desesperanzado, que exigía y que veía complicarse muchísimo el panorama si es que no se conseguían los tres puntos. De Paoli había pisado en falso en su partido inaugural. Armó una estructura de equipo inédita para la forma en que venía jugando Colón, con muchos cambios que no lo llevaron a nada. O mejor dicho, lo condujeron a una derrota que dejó marcada preocupación en Salta.

A las bases

Volvió a las fuentes, armó un “equipo a lo Delfino”, invirtiendo roles y haciendo, en el segundo partido, lo que debió hacer en el primero. ¿Lo mejoró?, algo. Por lo menos, fue sólido para no recibir goles; además, recuperó la fortaleza como local que se había perdido en el partido ante Mitre de Santiago del Estero que significó el despido del anterior entrenador. Y lo más importante: ganó los tres puntos.

¿Importan las formas?, ¡claro que deben importar! Siempre es más fácil ganar si se juega bien, pero por algo se debe empezar. Colón se fue aplaudido, pero no porque jugó bien, sino porque ganó. Colón ya viene sufriendo las peripecias y exigencias de este torneo en el que no tiene otra alternativa que la del ascenso. Es la obligación que se impone por una cuestión de necesidad, de historia y de grandeza en una categoría de la que quiere escapar cuánto antes.


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