Vecinos de Concordia hicieron un petitorio para que reabra el lugar que fue fundado en el siglo XIX. Todavía nadie explicó por qué lo cerraron.
Una campaña para salvar a la histórica Biblioteca Popular Olegario Víctor Andrade de Concordia ha captado la atención de miles de vecinos. La petición, iniciada por el médico Germán Margaritini, busca que la Comisión Directiva reabra esta institución cultural, que permanece cerrada y en estado de abandono hace al menos dos años. Hasta el momento, la iniciativa ha logrado el respaldo de 23.625 personas, quienes se unieron al pedido formulado en internet.
Fundada en 1872 por el mismo Andrade, la biblioteca que lleva su nombre es uno de los patrimonios más valiosos de la ciudad, siendo la primera de Concordia y una de las pioneras en el interior del país. Su colección incluye ejemplares únicos sobre la historia de la ciudad y textos de consulta esenciales para historiadores y estudiantes. Sin embargo, el edificio, que también es parte del Catálogo de Obras Patrimoniales de la ciudad, está en peligro debido al deterioro y la amenaza de construcciones nuevas cercanas.
En un edificio antiguo, con fachada de revoque símil piedra, la biblioteca está situada en pleno centro de Concordia, a metros de la Plaza 25 de Mayo.
Los primeros intentos de fundar la biblioteca datan de 1872, la Comisión Protectora de las Bibliotecas Populares, creada por ley nacional del 23 de septiembre de 1870, cuando era presidente de la República Domingo Faustino Sarmiento; y ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda, enviaron a Entre Ríos, en 1872, al Dr. Onésimo Leguizamón para que creara bibliotecas populares y de esa forma contribuyera a combatir el analfabetismo. Tras varios pasos burocráticos, la biblioteca abrió sus puertas para el público y Andrade se encargó de que cumpliera la misión para la que estaba propuesta: ser luz ante la ignorancia y fuente de conocimiento para los ciudadanos.
Los años fueron pasando y ese sitio antiguo soportó estoico las corrientes arquitectónicas que comenzaron a cambiar la apariencia del barrio, convirtiéndose en la única fachada antigua. Tanto es así que, hace algunos años, en una maniobra poco clara, una parte del terreno fue vendida a un grupo empresario que construyó un edificio con varios departamentos de última generación.
DE LA PREOCUPACIÓN A LA ACCIÓN
Al ver que la biblioteca tenía las puertas cerradas casi constantemente, el médico Germán Margaritini decidió acercarse. Esto ocurrió en 2022, año en el que solicitó asociarse. Desde marzo de ese año, su solicitud dio vueltas de mano en mano y le aseguraron, las pocas veces que encontró abiertas las puertas, que la comisión no podía reunirse para tratar su pedido.
Ante la falta de respuestas, y al notar que eran cada vez más los días que el lugar permanecía cerrado, decidió iniciar una campaña para juntar firmas en la plataforma Change.org y en poco tiempo logró que miles de personas se sumaran al pedido de reapertura y hasta ofrecieran colaboración para organizar y poner en valor ese “pedazo de historia” de la ciudad.
“No formo parte de la biblioteca, ni soy miembro de la comisión, sino que soy una persona preocupada porque una biblioteca, que es un bien cultural, permanece sin abrir. Nadie explicó por qué permanece cerrada, no sabría decirlo con certeza, pero imagino que se trata de un desorden administrativo de la propia biblioteca y cuestiones que definen que no pueda abrirse durante tanto tiempo”, aseguró Margaritini al ser consultado por Mirador Entre Ríos.
Según explicó, comenzó con la petición porque “Hay mucha documentación importante en esa biblioteca, es la más antigua de la ciudad y fue fundada por el propio Olegario Víctor Andrade. Hay cosas de mucho valor y que dicen mucho sobre nuestra historia, ya que mucha gente se agrupó para formar este espacio y aportó gestionando donaciones. Inicié el petitorio hace un par de años al ver que permanecía constantemente cerrada y fuera del acceso del público para ser usada y ante el riesgo del deterioro de todo lo que contiene, decidí actuar. Se sumaron más de 23 mil personas al pedido de firma y cada día somos más”.
Al referirse al significado patrimonial que tiene el lugar, explicó: “Es un edificio que no vale solamente por lo edilicio sino por el contenido, por la documentación que hay ahí y podría decir sin temor a equivocarme que es uno de los lugares insignia de la ciudad y tiene que ver mucho con la identidad de Concordia y de todos nosotros. Es un lugar antiguo, con características que los edificios ya no tienen y deberían procurar conservarlo como se merece”.
Los días pasan y el pedido sigue su curso, pero Margaritini no logró unirse a la comisión de la biblioteca, ni tener respuesta, ni encontrar las puertas abiertas; por eso quiere que los demás “abran los ojos” y que todos esos ojos abiertos sirvan para “no perder un pedazo de cultura. Le diría a la gente que se sume porque es una cuestión de interés cultural, histórico y patrimonial y por eso todos los concordienses deberíamos hacer un esfuerzo para que la biblioteca vuelva a tener las puertas abiertas y sea un lugar que reciba a la comunidad”, concluyó.
Mientras las firmas siguen llenando las filas de internet, los libros y la historia se mantienen ocultos, a puertas cerradas y la biblioteca sigue sin poder iluminar a los concordienses, propósito inicial de sus fundadores.