Ultramaratón

El entrerriano debió abandonar la competencia en Grecia

Juan José Coassolo padeció efectos secundarios por sobre hidratación y debió abandonar en el kilómetro 50 de la marcha desde Atenas hacia Esparta. Corrió un tramo de 20 kilómetros soportando vómitos en cantidad y calambres. Tras su deserción, se recuperó y envió un mensaje a sus seguidores.


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Las ultramaratones, aquellas carreras a pie superiores a los 50 kilómetros, tienen imponderables que pueden presentar un desafío insuperable incluso para los corredores mejor entrenados. Una de estas situaciones debió afrontar este sábado 28 de septiembre el crespense Juan José Coassolo mientras disputaba la Spartathlon 2024, la ultramaratón que une Atenas con Esparta, reproduciendo el trayecto que empleó el mítico corredor-mensajero Filípides cuando buscó ayuda para combatir al invasor ejército persa, en el 490 antes de Cristo.

Mientras transitaba el kilómetro 30, comenzó a percibir señales de deshidratación, por lo cual aumentó su consumo de sales hidratantes. Lo hizo en forma desmedida y eso le provocó vómitos y calambres.

Al llegar al kilómetro 50, optó por no seguir arriesgando su salud y abandonó la prueba que tiene un total de 246 kilómetros y reunió en la línea de salida –a los pies de la Acrópolis ateniense– a 395 corredores representantes de 49 países.


EN PRIMERA PERSONA


“Con todo el dolor del alma y todo el esfuerzo puesto, tuve que tomar la determinación de abandonar. A partir del kilómetro 30 empecé a tener mucha sensación de sed, señal clara de deshidratación. Tomé con desesperación, pero mi organismo lo rechazaba”, explicó el ultramaratonista a través de un audio enviado a sus seguidores, pasadas las 7.30 de Argentina, unas seis horas y media después de iniciar la carrera.

“Habré vomitado entre 10 y 12 veces, y eso impedía mantener ritmo de trote. Empecé a acalambrarme, insólito en mí, porque no podía absorber sales, y así no podía seguir. Tomé la decisión en el kilómetro 50”, continuó Juanci, relatando su desdicha.

“A veces, todo tiene un límite, que no depende del entrenamiento, y hay que aceptarlo. Hay que escuchar al estómago y no forzarlo. Estas cosas te hacen ver un límite y te hacen más fuerte”, reflexionó, con tono de voz sereno.

“Les mando un beso enorme, quédense tranquilos que estoy bien. Tomé una decisión inteligente, porque me quedaban 190 kilómetros por delante y era inhumano hacerlos de esta manera”, completó, aun padeciendo vómitos y confiado en normalizar su sistema digestivo.

Más tarde, ya en mejores condiciones, Juan José Coassolo volvió a contactarse con su grupo afín para reflexionar sobre la experiencia en históricas tierras para la cultura occidental. “Hoy, mi historia no es sobre una nueva línea de meta, sino sobre la valentía de haberlo intentado, de haber dado todo hasta el último momento. Estoy orgulloso de haber llegado hasta donde lo hice, y aunque esta vez no fue el final que imaginé, sé que cada segundo en esa carrera fue un paso hacia algo más grande. Esto no es el final, sino solo un capítulo más de esta aventura llamada vida”, escribió.


ANTECEDENTES ÉPICOS


Es la primera vez que Juan José Coassolo debe abandonar una prueba en su trayectoria internacional. Antes, había logrado hazañas en los triatlones de la serie Ultraman (432 kilómetros en total) de Orlando, Arizona y el Campeonato Mundial de Hawái (Estados Unidos). También en los ultramaratones de Badwater 135 (217 kilómetros) de Brasil y California, soportando calor extremo; y de Arrowhead 135 de Minnesota, con temperaturas bajo cero.


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