Con un frentazo de Ayala, a los 14 del complemento, el Candombero enmudeció un repleto Cementerio de Elefantes y lo sacó de las pocas chances para ir por el "1". Quedó séptimo, ya gastó una bala y ahora deberá pensar en el Reducido.
Los casi 30 grados y la necesidad imperiosa de abrir puertas a las bandas, explicaron el porqué de Diego Mario Francisco Osella para poner jugadores "livianitos", rápidos y con movilidad. Ese abanico explicaba las titularidades de Federico Jourdan por la banda derecha y del "Grillito" Taborda por el lado izquierdo, además de Forneris en el centro del campo. En muchas cosas, ya tenía el ADN de Osella, que se definía con "los chicos del club".
Con esa frescura y con un aliento ensordecedor, Colón se ponía el ropaje de protagonista, ante un equipo como San Telmo que venía goleado de todos lados: no conformes con la entradera arbitral del otro día en la Isla Maciel que lo despojó de todo ante Almirante Brown, también lo estafaron en la semana en el Tribunal de Disciplina con la sanción alevosa a Lamosa (uno de los mejores de la divisional) de tres fechas de suspensión.
De movida nomás, tenencia de pelota y dominio territorial del dueño de casa, atacando mucho y bien por el lado derecho, con la vieja sociedad Herrera-Jourdan que recuperaba la memoria como en los mejores tiempos de Iván Delfino. Increíblemente, después de algunas aproximaciones, Colón armó la primera de la tarde con una receta impensada: ¡de contragolpe! La pescó Bernardi dentro de su propia área, arrancó los 100 metros con obstáculos, fue limpiando y tenía dos opciones de descarga: eligió la izquierda donde aparecía Genaro Rossi que la cruzó a la perfección y del otro extremo (el derecho) se lo comió Jourdan con todo el arco a elección. ¿Sensación?: le pegó en el tobillo y se fue arriba.
Dos remates de media distancia de Forneris y un zurdazo del "Grillito" Taborda lo ponían ganador al Sabalero en las tarjetas, hasta que despertó San Telmo recién a la media hora. Le pegó al gol González, el "10", pero hubo un desvío salvador de Henríquez.
De ese tiro de esquina, apareció lo mejor de Vicentini en la temporada: primero le tapó con las manos el cabezazo cercano de Cosi y sin respiro evitó con el pie (una reacción espectacular) el gol de Franco desde abajo mismo del arco del Fonavi.
Los roles estaban claros al finalizar la etapa: media hora de empuje, verticalidad y llegadas de Colón; el cuarto de hora final, con la fórmula de la tenencia, se fue agrandando San Telmo y llegó con tres opciones claras de gol. De todos modos, como dato positivo, Colón cerraba el "tercer partido y medio sin que nadie le hiciera goles". Había sido un poco más, pero sin eficacia.
Para completar lo dicho, el ADN de Osella, Colón volvió del descanso con la cara del chico Yossen por el lesionado Fernández, con lo cual el chico del semillero se paraba de "4" y cruzaba Herrera a marcar la punta izquierda. Con un plantel descompensado con 37 profesionales, terminaron jugando los pibes del club. Como pasa siempre.
Otra vez, a los 9 del complemento, la más clara para el Sabalero nació con la misma increíble receta del primer tiempo: de contragolpe, con una barrida de dos contra uno. Lo encararon Genaro Rossi y Bernardi al último de San Telmo con todo el campo a elección. El Manual del contragolpe indicaba "toque de Rossi para Bernardi", pero el ex Chaco For Ever se la jugó solo, sacó el latigazo de zurda y el arquero de San Telmo la mandó al córner.
El Sabalero no tiene chances de jugar la primera final por el ascenso.Foto: José Almeida
La vieja frase de "gol errado... gol en contra" pareció de moda en el Cementerio, donde la visita aprovecho una contra (le devolvió con la misma moneda) para generar un tiro de esquina. De la oreja, llegó la pelota quieta y desde atrás de todos cargó Ayala a la carrera y metió un frentazo letal; esta vez imposible para Vicentini.
Al toque, golpeado por el gol, Diego Osella mandó a la cancha a Delgadillo y a Toledo, reemplazando a Jourdan y a Taborda. Faltaba un montón, media hora, pero el tema era la impaciencia de Colón; adentro y afuera de la cancha. El grito visitante lo inmovilizó en ese tramo al dueño de casa, con un San Telmo que hacía correr la pelotita y el reloj. En esa impotencia y confusión sabalera, a los 21 minutos, quedó condicionado Yossen con tarjeta amarilla.
A los 25 minutos, la impaciencia llegó al mismo banco de relevos, donde el entrenador quitó a Herrera y a Bernardi, para mandar a campo a Joel Soñora y a Brian Farioli. Así, Colón quedaba con dos "10" y dos "9", desesperado por empatar un partido que pintaba complicado. Del otro lado, todos los cambios de Alfredo Grelak eran todos por cansancio físico y para refrescar el cuarto de hora final.
Gran parte de la parcialidad sabalera despidió con reproches a los jugadores.Foto: José Almeida
La obligación de uno (Colón) contra la comodidad del otro (San Telmo) estaban más que claras. La visita era tenencia y rotación; el dueño de casa era un manojo de ganas pero con mucho de nervio. Algo de Talpone de lejos, "alguito" de Soñora también de media distancia; los dos desviados. Encima, Farioi lesionado.
El final, a pura impotencia, terminó con el resiliente festejo de San Telmo y la previsible frustración sabalera. A esta altura de la temporada, con 36 fechas, 8 meses y 4 entrenadores, el que vive en una isla y está aislado es Colón. Cómo habrá sido la levedad ofensiva, que esta vez ni le dieron chance de inventarle un penal en contra al "Candombero". Colón no sabe cómo juega ni a qué juega. Pero lo que es peor, Colón nunca supo lo que se ponía en juego en un torneo de ascenso. A esta altura, al más grande de la categoría le quedaron muy chiquitos los jugadores y los entrenadores.