Es la primera obra de cuentos de la autora rosarina Julia Mariana Sánchez. Diez relatos densos con personajes perturbados por el amor, el dolor, la enfermedad, la pérdida, los encuentros y desencuentros. Dialogamos con la autora sobre el libro, sus formas narrativas, y sobre el futuro.
¿Qué fue de los que sobrevivieron al chat, a MTV, a la autoayuda y los talk show? Los que llamaban a la radio para pedir un tema o para dedicarlo. “Saludos a todos los que me conocen, la radio está re buena”. Crecimos con una sola exigencia: ser felices.
En el prólogo del libro, Matías Settimo escribió esos párrafos que ambientan temporalmente los relatos de la autora Julia Mariana Sánchez (Rosario, 1979). “Karaoke habla de relaciones humanas amorosas, entre adultos. Quizás sea el arco más amplio que hay sobre el cual hablar o escribir, y el más interesante”, dice la escritora a Mirador.
Luego agrega: “En este caso, la mayoría de las historias son protagonizadas o narradas por mujeres. Hay también un par de cuentos de una narrativa más experimental, con los cuales trabajé mucho y quedé muy contenta. Este libro comparte con mis narraciones anteriores un mismo universo en cuanto a tono, humor, y situaciones”.
El libro fue publicado en este 2024 por la editorial rosarina Brumana, dirigida por Laura Rossi y Carolina Musa.Foto: gentileza
Matías Settimo, en el prólogo del libro Karaoke para principiantes, escribió que “Julia Sanchez nos ofrece 10 relatos perfectos. Julia toma las (siempre) complejas relaciones humanas y las abre para ver qué tienen adentro, de qué están hechas. El resultado es sorprendente y doloroso, y también muy divertido. Sus protagonistas son contradictorios, y eso los vuelve sumamente humanos. Están narrados con una profundidad a la que sólo se accede con humor, pero hay más que humor: hay sensibilidad. Leer en este caso es sonreír, es reconocerse”.
El Karaoke para mí es, en alguna instancia, contar/cantar algo conocido con la voz propia. Cuando vas a contar una historia entre dos personas, no hay nada nuevo, digamos, para decir, sino que lo nuevo o lo distinto es la voz que uno le pone. Tiene que ver con eso y también con la estética estilo pop decadente que tienen los bares de karaoke, que también aparece en varios de los cuentos, el aire de fin de fiesta.
“Pensemos en un karaoke: está quien canta bien y no divierte a nadie, quien canta mal y se entera ahí mismo, quien sólo puede cantar ebrio, quien subió porque perdió una apuesta, y el que entiende que cantar no tiene mayor sentido que divertirse con amigos, en fin, la vida misma. De eso tratan estos relatos. De la vida misma, de nosotros mismos”, escribió Matías Settimo.
A su vez, la música está muy presente en todo el libro, en referencias y cada cuento comienza con la cita de alguna canción. En definitiva, es un conjunto, y el título me pareció que reflejaba bien todo ese conjunto.
Uno de los cuentos que componen el libro fue finalista en el Concurso Municipal de narrativa Manuel Musto 2021. La trama dice: Una mañana, el narrador recibe la llamada de un ex compañero de trabajo, a quien hace más de un año que no ve. De la turbadora charla afloran viejas emociones. Julia agrega: “Es el primer cuento, es la historia de un amor escondido por muchos años y que de golpe, a partir de un llamado, parece que puede volverse real. A su vez, hay protagonistas (como los de este cuento, que se llama Nadie se arrepiente de un whisky) que aparecen en otros cuentos, hay un diálogo o guiños entre varios de ellos”.
-¿Cómo ves la escena literaria sub 40 de Santa fe? ¿Qué autores lees o seguís?
-Nunca seguí la escena "al día", digamos, me voy encontrando con textos, con autores, y lo disfruto mucho, pero como actualmente no estoy participando de ningún taller o grupo, lo más actual se me pasa. Sí sigo y veo las publicaciones nuevas de las editoriales de la zona, pero probablemente eso publicado lo llegue a leer mucho tiempo después. Me gusta mucho que después de la pandemia hayan vuelto algunos ciclos de lectura en vivo, me gusta poder ir a presentaciones, las ferias y todos los encuentros que sean presenciales. Entiendo que gran parte ahora pasa por redes sociales, pero no es lo que me gusta.
-¿Planes de presentación del libro para este 2024?
-Karaoke fue presentado en junio en la librería EMR de la Biblioteca Argentina de Rosario, y también en la feria del libro de Rosario, donde Brumana estuvo con todas sus publicaciones. Y en la feria del libro de Roldán, que es donde vivo, también lo vamos a presentar. La idea es por medio de unos amigos presentarlo en otras localidades, pero no lo hemos concretado todavía.
-¿Cómo se dió la posibilidad de publicar con Brumara Editora?
-El libro lo publicó Brumana, que es una editorial independiente rosarina dirigida por Laura Rossi y Carolina Musa que son dos escritoras de la ciudad, a mí me gustan mucho sus publicaciones y cómo trabajan, así que el año pasado se los propuse y les gustó.
Julia Mariana Sanchez nació en Rosario en 1979. Cursó estudios en las facultades de Abogacía y de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario y en el año 2011 comenzó a participar del taller de escritura creativa de Marcelo Scalona, espacio que integró por más de tres años. En el espacio del taller comenzó a trabajar sobre una serie de cuentos y crónicas que han sido publicados en diversos proyectos colectivos como la “Antología de la calle inclinada” (2017), la revista Femme Fetal (2018), cuentos finalistas del concurso Manuel Musto (EMR, 2022), y contratapas en el periódico Rosario/12. Paralelamente, Julia ha realizado presentaciones de lectura en vivo en distintos ciclos culturales desarrollados en la ciudad como Ciclotimia, las II Jornadas de Literatura, el festival Femme Fest, y el ciclo de Literatura y DDHH, entre otros. Karaoke para principiantes fue finalista en el Concurso Municipal de Narrativa Manuel Musto 2021
Un palito y dos rayitas
Hasta ese momento no le había contado nada a nadie, pero cuando ese martes de enero, transpirada sobre el inodoro del baño, vi aparecer las dos rayitas en el palito de plástico que había meado cinco minutos antes, sin pensarlo me levanté y fuí hasta el escritorio donde mi marido asistía a una reunión por zoom, le tiré el palito con dos rayitas arriba del teclado. Vi como una gota remanente de pis caía sobre la ele. Me miró con ojos desorbitados y volvió a la reunión. Gesticulé un la concha de la lora en el lenguaje de señas universal no oficial que todo el mundo entiende y me fui a la cocina donde mis hijos terminaban de merendar mirando Paw Patrol. Corté una cebolla, la corté en pedacitos ínfimos para ayudarme a llorar y también para el relleno de una tarta en la que los chicos no sean capaces de distinguir la cebolla. Diez minutos más tarde, Fernando apareció por la cocina. ¿Qué pasó?