Villaguay

Impactante testimonio de una madre sobre el suicidio de su hijo

Atravesada por el sufrimiento y demostrando su ejemplo de resiliencia, María Celia Gatto asumió el compromiso de acercar el testimonio sobre su experiencia en relación al suicidio.


Ampliar [+]

En el marco del día mundial de la salud mental, se realizó una jornada dirigida a todo el público en el Centro de Convenciones “Papa Francisco” de Villaguay. Hubo intervenciones de representantes de organismos que trabajan en el tema y María Celia Gatto brindó un impactante testimonio sobre prevención del suicidio.

La mujer describió que el 4 de marzo de 2021, su hijo decidió dejar de vivir. “Rodri es una de las 3.648 personas que murieron con suicidio ese año. El domingo es uno de los días que más suicidios se producen en Argentina. Desde hace cinco años, diez personas mueren por suicidio en nuestro país. La Asociación Mundial de la Salud habla que cada 40 segundos una persona en el mundo decide dejar de vivir, esto quiere decir que desde que empecé a hablar alguien se quitó la vida. En Argentina, cada dos horas y media alguien decide dejar de vivir con dolor, significa que estaba sufriendo mucho y la única forma de acabar con ese dolor, inenarrable para nosotros, fue dejando de vivir. Esa persona probablemente tenía sueños, metas, hermanos, padres, familia, pero su dolor era más grande. A Rodri la vida le dolía, pero no lo demostraba y no nos dimos cuenta. Lo quise ayudar, pero su sonrisa tan real no me dejó entrar porque estaba sonriendo, porque eso es lo que tiene la depresión. La depresión duerme, se levanta, se baña, desayuna, sale, estudia, sonríe y casi siempre se ve feliz, así tal cual es como pega la depresión, en las luces y en las sombras, de cada día y de cada noche”, describió.

María Celia contó que “Rodri tenía 25 años, una vida normal, estudiaba para ser ingeniero agrónomo, tenía un hermano y dos sobrinos a los que amaba, una novia, tocaba la guitarra y cantaba hermoso, era dulce, educado y respetuoso, lo amamos, lo acompañamos y lo cuidamos mucho. Mi hijo sufrió depresión y en el año 2019 se internó en bienestar mental del Sanatorio Adventista de Puíggari. Después de 10 días su recuperación fue muy buena, con ganas de hacer cosas, con energía, pero ese bienestar duró poco porque cuando se sintió muy bien, a partir del año, dejó la medicación y eso fue lo peor que pudo haber hecho porque cayó en una depresión mucho más fuerte. El 26 de febrero de 2021 pidió ayuda, pero fue muy tarde, por más que su psiquiatra le aumentó la medicación eso no ayudó y pidió para internarse nuevamente. Era tiempo de pandemia y no había lugar. Luego de insistir incansablemente conseguimos un turno para la semana siguiente. Esa fue la peor semana de su vida, esperando para internarse. Nos dieron el turno para el 4 de marzo a las 2 de la tarde y ese mismo día, a las 8.40 de la mañana se suicidó. No aguantó más”, dijo de manera cruda.


EL MIEDO COMO VEHÍCULO


“El suicidio es un problema social. Todos los días hay una persona en riesgo de suicidio, hay desconocimiento y hay miedo. Necesitamos hablar de suicidio para que más personas pierdan el miedo de pedir ayuda. Creo que de a poquito se está hablando más. Todo el mes de septiembre nos hemos acercado a este tema tan delicado hablándolo, publicándolo en Instagram, Facebook y tiñendo las redes de amarillo”, relató la mujer. Agregó que “al atravesar este tipo de pérdida ya nunca somos los mismos. Mi otro hijo no solo perdió a su hermano, también perdió a su mamá y a su papá tal como eran antes de la muerte de su hermano, pero a su vez se perdió a sí mismo. Todas las personas afectadas por un suicidio no vuelven a ser las mismas. A cada uno de esta familia lo afectó de una manera profunda. Lo importante es seguir, pero eso no es tan fácil. El duelo por suicidio no es como cualquier otro duelo. Lo repentino y lo violento de la muerte de un ser querido lo hace uno de los más difíciles de atravesar. La persona que se suicida no quiere acabar con su vida, lo hace como una vía de escape al inmenso dolor que sufre”.

Remarcó que “la salud mental puede tener heridas abiertas y visibles o puede hacer estragos ocultos y silenciosos. El suicidio sigue siendo la primera causa de muerte no natural entre jóvenes y adolescentes, por eso hablar responsablemente de suicidio no solo es salvar vidas sino crear vida en un mundo que valga la pena quedarse”.


PODEMOS AYUDAR


María Celia dijo que “para ayudar a alguien con pensamientos suicidas es importante que sepan que no siempre una persona dice textualmente que quiere morir. A veces lo deja ver con frases como: ‘me quiero ir y no volver más’, ‘soy una carga para ustedes y estarían mejor sin mí’, ‘quiero dormir y no despertar más’, ‘estoy cansada/o de todo’. Esas frases pueden ir acompañadas con cambios en su conducta habitual. Si esa persona confió en nosotros sus deseos de morir, o lo dejó ver entre líneas con frases como las anteriores, es que está pidiendo ayuda a gritos y necesita ser escuchada. Entonces qué hacemos. Partiendo de la premisa que una persona para hablar de suicidio no necesita hacerlo, porque teme y entendiendo que las personas que piensan en el suicidio tienen un dolor inmenso adentro y no aguantan más, hay que escuchar, que no es lo mismo que oír, ofrecerle nuestros brazos y preguntarle lo que le está pasando, mostrar interés por lo que cuenta, escuchar con entendimiento y empatía, prestando interés por lo que dice, asegurarle confiabilidad y sobre todo no traicionar su confianza porque difícilmente pueda volver a confiar nuevamente”.

Continuó diciendo que “él o ella son los protagonistas de esta conversación, para esa persona su dolor es su mundo entero, no tengan miedo de preguntarle por su miedo a la muerte, es importante que tu escucha pueda demostrarle interés en lo que le está pasando. El miedo disminuye cuando la persona puede poner en palabras su sentir. Hacerle saber que estás ahí, que puede pedir ayuda y de manera necesaria a un profesional. Esa persona, por la vida, por el mundo, por lo que le ha sucedido, está así y uno necesita quitarle la presión, mostrarle que no está mal pedir ayuda y no es de débil hacerlo, que está bien llorar y un profesional va a poder ayudarlo a vivir sin dolor. Decirle que sea paciente porque este estado no desaparece de un día para otro y hay que darle tiempo”.


APOYO CONSTANTE


Mencionó que “dentro de lo que hay que tener en cuenta al momento de ayudar, es demostrarle su apoyo constante, eso es fundamental para las personas que viven con depresión y puede ser la diferencia. Si estás cerca de la persona con depresión escuchala, acompañala a sus tareas diarias, pasá más tiempo con ella. Si sos una persona con depresión buscá ayuda en un grupo de pares porque nadie te va a entender mejor que quien está transitando el mismo dolor. El problema puede empezar tan simple como un resfrío y terminar en algo tan grave como un suicidio”.

“Aceptar que en ese momento se hizo lo que se pudo, así como nosotros hicimos lo que estuvo a nuestro alcance, nos permite avanzar y honrar su vida con amor”, aseguró María Celia.

Finalmente, mostró su celular diciendo, “este es Rodri, tengo esta foto en la pantalla de bloqueo del celular para que cada día mire, a pesar del dolor que me ha causado, y recuerde cada momento del día que Rodrigo está dentro de mí”.


Continuar Leyendo...


+ Mirador Provincial