La obra teatral convida, con humor cáustico, la historia familiar de rencores guardados que van a estallar cuando dos hermanas sin mucho vínculo se reencuentran para despedir a su padre en la costa argentina. Estrena en La Manzana.
La compañía teatral Mentira aborda una propuesta artística para pensar los vínculos más cercanos y a la vez desconocidos, los de dos hermanas ya adultas, y los restos de una infancia compartida entre un padre fallecido y una madre que nunca llega. “La sal” estrena este sábado 2 de noviembre en el teatro rosarino La Manzana.
Las hermanas Conga y Suplicio se encuentran, fuera de temporada, en su casa de verano en la costa bonaerense para arrojar las cenizas de su padre al mar. Después de muchos años de distancia, y atravesadas por la espera de una madre que no llega, sacan los restos de una familia. Y a la espera de la ceremonia de despedida de su padre, deben enfrentar las amenazas del pasado.
“La culpa, los vecinos y la bruma se entrecruzan en el reencuentro de Conga y Suplicio. La sal corroe, degrada, perfora y penetra con sus propiedades cuanta superficie toca. Pero también está ahí para sazonar, para darle gusto a lo insulso y conservar intacto aquello que, inevitablemente, se pudre”, en palabras de Martín Dieguez. Pero la sal además de todo eso, cicatriza y desinfecta las heridas.
“La sal” estrena este sábado 2 de noviembre en el teatro rosarino La Manzana.Foto: gentileza
La obra de la compañía teatral Mentira se presentará los sábados de noviembre, con estreno este sábado 2, en el teatro La Manzana, a las 21. La directora de “La sal”, Luciana Di Pietro, brindó algunos detalles sobre esta producción que estrena en Rosario, en diálogo con Mirador.
-Mirador: -El argumento me remitió a los films Siamesas y Elena Sabe, solo que eran de vínculos de madre e hija. ¿En qué historia se inspiraron, o cómo pensaron esta narrativa desde un principio?
Luciana Di Pietro: -Me interesa lo que traés de esos films para pensar que, a la hora de contar una historia sobre una familia, nuestro universo narrativo está nutrido siempre por aquellos materiales que vemos, pero también por lo que vivimos y observamos de nuestro alrededor. Se puede escribir sobre lo que no se conoce, pero hay elementos que van a hacer posible y alcanzable esa historia, dentro del campo de lo imaginable.
“Este texto es nacido en plena pandemia, allí donde todo lo que conocíamos se derrumbaba, y otra vez como sociedad asistimos a cierta caída de los grandes relatos y las verdades absolutas. En ese marco no es casualidad aferrarse a una atmósfera "familiar". Los vínculos familiares convienen en el teatro, porque son un despelote y cualquiera podría identificarse con eso. En todas las familias hay conflictos y en todos los acontecimientos teatrales, también”.
“La escritura de la obra, compartida con Tincho Zaragoza, surge disparada de imágenes en conjunto, casi como un cadáver exquisito dramatúrgico, donde las cosas brotaban y encontraban palabras hasta sin querer. Con el devenir de los ensayos, la historia se fue enriqueciendo y nutriendo por los aportes colectivos del elenco. En la obra hablamos de una familia disfuncional, de abusos, de distancias y cercanías. El absurdo se cruza con el realismo, y ofrece un humor pícaro, irónico, dándole lugar también al malestar y a aquellas cosas de las que, definitivamente, no nos podemos reír”.
-Es una familia fragmentadísima, si se piensa que estas dos hermanas hace tiempo no tienen relación, el padre murió y la madre nunca llega a la ceremonia de su despedida. ¿Piensan que esta familia se encuentra a tono con cierta realidad social de crueldades e individualismo?
Luciana Di Pietro: -Absolutamente. Tanto la narrativa como la estética, hacen reminiscencias a la década de los ‘90, por lo tanto, también una se puede identificar con el presente. La ruptura del tejido social, la ley de la selva, la fragmentación como vos decís, son una foto de nuestra realidad actual, y el interrogante en este marco es: cuando el "sálvese quien pueda" se convierte en política de Estado, y por lo tanto, de familia, como primera institución, ¿alguien puede salvarse solo? Creemos que no, y que estas mujeres encarnan esa soledad a la que han sido condenadas. A pesar de que, en palabras de Suplicio, se han "abrochado a cualquier cosa con tal de subsistir".
"Pensamos en la cultura de la crueldad como antagonista de la ternura, e intentamos, como siempre en el teatro, oscilar, permear a los personajes para que alojen ambas; para nosotras, como equipo de La sal, no hay obra sin contradicciones, y no hay relato que soporte la linealidad, así que bienvenidos sean los matices y también, ¿por qué no?, la confusión con aquello que tenemos para contar".
-Me gustó que, en la reseña, todas las propiedades que se pensaron para este mineral que da nombre a la obra: corroe, degrada, perfora, da gusto a lo insulso, y conserva intacto aquello que se pudre. Pero me llamó la atención que, entre estas, no nombran sus propiedades curativas. ¿Piensan que en esta obra habrá alguna de estas?
Luciana Di Pietro: - Las cosas no salieron bien en esta familia. La sal como metáfora de aquello a lo que no se puede escapar, lo suspendido en el aire o lo depositado en los cuerpos, el run run que no te deja descansar en paz. Los intentos de ser familia y de ofrecer algo de lo curativo o lo reparador, son comidos por esas otras propiedades corrosivas, y parece que siempre se llega tarde, que las cosas ya están rotas.
"Aún así, cuando nos convencemos de que todo está perdido, aparece el ritual, la ceremonia, la necesidad de despedir a un papá general del ejército que si algo ha hecho en su vida fue daño, e igual se le dará sepultura, desparramando sus cenizas en el mar, o en la arena, o donde el viento las lleve. De la sal venimos y a la sal volvemos".
Autores: Vanina Frustagli y Tincho Zaragoza
Dirección: Luciana Di Pietro
Actúan: Vanina Frustagli y Macarena Goicoechea
Vestuario: Lorena Fenoglio
Técnica (sonido e iluminación) y asistencia general: Laura Giliberti
Fotografías: Gaby Lovera
Prensa y Difusión: Alita Molina.