Se puso al frente de la barra tras ganar una disputa con otra facción, a comienzos de siglo. Fue baleado en distintas oportunidades, la última hace tres meses, muy cerca del lugar donde lo mataron.
El asesinato con sello sicario del líder de la barra brava de Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, conmocionó a la ciudad. El escenario (a 4 cuadras de la cancha); la forma (múltiples disparos desde muy corta distancia) y el momento (un rato después del final de un partido, mientras estaba recorriendo la zona donde "manda" la barra), son motivo de alerta, preocupación y de múltiples teorías sobre quién o quiénes están detrás.
¿Quién era “Pillín”? Con la llegada del nuevo milenio, Andrés Bracamonte se convirtió en el número uno de la barra brava canaya (palabra inmortalizada por Roberto Fontanarrosa). Según diversos registros, entre finales de 1999 y comienzos del año 2000, una disputa entre dos sectores de la barrabrava (Los Pillines y Los Chaperos) terminó con la irrupción de “Pillín” como líder, desplazando a los hermanos Juan y Carlos Bustos.
Así quedó la escena del crimen, tras la ejecución de Bracamonte y Attardo, en inmediaciones del Gigante de Arroyito.Foto: Marcelo Manera
Al poco tiempo, “Los Pillines” cambiaron su apodo por “Los Guerreros”, con el cual sobrevivieron hasta ahora. Bracamonte no podía ingresar a la cancha desde hace casi 6 años, por pedido de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide), ya que fue detenido mientras repartía entradas de protocolo, destinadas a dirigentes, durante un partido por la Copa Argentina. Pero igualmente iba y controlaba todo desde las afueras del Gigante. Además, se supo que contaba con una flota de taxis (seis chapas).
En los últimos tiempos comenzaron a conocerse distintos problemas legales, por los cuales llegó a estar detenido. Uno de ellos fue en el año 2020, cuando se lo vinculó con una causa por lavado de dinero. Y otro fue a finales del año pasado, donde estuvo bajo investigación como integrante de una asociación ilícita vinculada con el gremio Uocra (Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina), seccional Rosario.
En estos casi 25 años como jefe de la barra fue objeto de varios ataques. El primero de ellos fue en julio de 2002, cuando fue atacado a tiros por una persona que apareció caminando por Ovidio Lagos al 1000, mientras “Pillín” estaba en la puerta de un gimnasio. En esa oportunidad recibió 3 disparos, uno en cada brazo y el restante en una pierna.
Cuatro años después fue baleado mientras estaba en la puerta de su casa, ubicada por entonces en Álvarez Thomas al 1800, en la zona norte de Rosario. Recibió cuatro balazos: uno en cada brazo, otro en el abdomen y el restante en un tobillo.
El último había sido el sábado 10 de agosto pasado, luego del clásico contra Newell´s, cuando pasaron dos personas en moto y le dispararon mientras estaba en la zona del parque Alem, a menos de 300 metros del estadio junto a su pareja. “Pillín” recibió un roce de bala en la espalda y Agustina Soledad D., de 34 años, un disparo en el abdomen. Ambos fueron trasladados y atendidos en el hospital Centenario.
Por el momento no hay muchos datos sobre la investigación, pero una de las hipótesis es que el ataque del sábado estaría vinculado a problemas con un sector de la barrabrava que venía buscando protagonismo desde hace meses y desafiando el liderazgo de “Pillín”.
Mientras que otra señala que todo podría estar vinculado con el asesinato de Samuel Medina, también conocido como “Gordo Samu” o “Gordo Quique”, yerno del líder de Los Monos, Ariel Máximo “Guille” Cantero, ocurrido el 1 de octubre pasado, un rato después del partido que Central disputó contra Vélez.
Esa noche, “Gordo Samu” fue acribillado a tiros mientras iba manejando un VW Polo, en inmediaciones de Juan Pablo II (colectora de Circunvalación) y calle José María Fernández, en barrio Lomas de Alberdi, al norte de Rosario.
En el siguiente partido que Central disputó como local (frente a Banfield), se dejaron ver varias banderas con las frases «Siempre mono, nunca sapo» (referencia a buchón) y «No respetamos a nadie». Ambas tenían además la sigla LMQ, que significa “La mafia quiqueña”, en alusión al apodo de “Gordo Quique” y una tenía además una foto de Samuel Medina.