El documental de Josh Greenbaum, recoge el viaje por las carreteras de los Estados Unidos del actor Will Ferrell junto a su amiga, la guionista Harper Steele, quien recientemente transicionó a mujer. Con una buena combinación de humor y sensibilidad, el trabajo reflexiona sobre la identidad, los prejuicios y el paso del tiempo. Está disponible en Netflix.
Will & Harper es una producción audiovisual que más allá de no contar con la campaña publicitaria de la que gozan los mayores tanques de la plataforma Netflix, ha conseguido gracias al boca a boca y recomendación de los usuarios posicionarse entre lo más visto. Se trata de un documental íntimo, sin grandes pretensiones, dueño de un mensaje conciso y claro.
Tal y como ocurría en el avance compartido hace unos meses, el trabajo comienza con el actor Will Ferrel leyendo en voz alta el fragmento de un mail con el que se topó redactado por un viejo amigo, Andrew Steele. Ambos coincidieron hace treinta años en uno de los grandes ciclos de la televisión estadounidense, Saturday Night Live (semillero de la comedia estadounidense desde sus inicios en 1975). Stelle se convirtió rápidamente en uno de los guionistas más importantes del programa y Ferrel en, quizás, el artista que mejor supo plasmar su tipo de humor. No en vano, y esto lo menciona el propio actor al principio del documental, las películas más extrañas de su carrera lo tuvieron a Steele como firmante (“Casa de mi padre” y “A Deadly Adoption”, por citar solo algunas).
Por ello y mil razones más, se hicieron grandes amigos, al punto de compartir la intimidad de sus familias. Andrew tuvo parejas e hijos y se mostraba feliz, sin embargo, una profunda tristeza lo acompañaba. A través del correo electrónico el guionista de forma sorpresiva informaba a sus amigos que en ningún momento de la vida que conocieron se sintió verdaderamente un “hombre”. Así que, en 2022, con 60 años cumplidos, había decidido iniciar un proceso de transición de género, ser una mujer trans y pasar a llamarse “Harper”. En ese mismo correo manifestaba como anhelo que el vínculo que mantenía hasta ese momento con ellos no se alterara.
Dos amigos que no se veían desde la pandemia y que vuelven a reencontrase, distintos, pero dialogando de manera sincera quizás por primera vez.Foto: Gentileza.
Ferrell lógicamente comienza a hacerse preguntas, por lo que decide invitar a Harper a realizar un viaje juntos a lo largo de tres semanas cruzando parte del amplio territorio de los Estados Unidos. Lo harán a bordo de una camioneta jeep, intentando emular travesías similares en las que Harper decidía embarcarse ocasionalmente cuando todavía era Andrew. El actor no solo acompañará a su amiga, sino que el tiempo compartido será la excusa perfecta para profundizar en torno a las dudas que ambos tienen respecto a la transición.
Dos amigos que no se veían desde la pandemia y que vuelven a reencontrase, distintos, pero dialogando de manera sincera quizás por primera vez.
Desde allí parte el documental, tomando características del género road movie y brindando un marco perfecto para exponer conversaciones acerca de la identidad, el paso del tiempo, los miedos y la aceptación. Las mismas no son nada complejas, son charlas simples en su forma y contenido. No obstante, el documental no se queda allí resaltando siempre la importancia de crear y alimentar espacios donde la comunidad trans pueda sentirse segura.
“Will & Harper” a lo largo del recorrido visitaran varios lugares, muchos de ellos rendidos a los discursos de odio (con hombres misóginos que se multiplican); que se enmarcan dentro de los conocidos como estados “trumpistas”. De hecho, una de las paradas los llevará a un bar de Oklahoma donde prevalecen las banderas con la leyenda “Fuck Biden”. En sintonía con ello asistirán a un partido de los Pacers en Indianápolis, a carreras automovilísticas y a un restaurante un tanto bizarro en Texas.
En este último es donde mayor se nota la resistencia a las disidencias sexuales, hay momentos de tensión y expresiones antipáticas que se vuelcan mayoritariamente a través de las redes sociales.
Desde lo personal hay dos momentos importantes en esta recorrida. En uno, Harper visita a su hermana, enfrentándose a la ciudad en la que creció siendo la que hoy ya no es; en otro, invita a Will a que la acompañe a una casa castigada, sucia y perdida en el medio de la nada que la guionista compró con el fin de recluirse y emprender una nueva etapa. Allí comenzó a vestirse y mostrarse como lo que es, pero ni siquiera pudo hacerlo por completo. La casa fue abandonada y posteriormente vandalizada, un paralelismo perfecto respecto a su propia vida.
En este punto hay algunos temas a tener en cuenta. El primero de ellos es que la película más allá de evidenciar algunos gestos amables, elige reflejar los puntos más negativos de la cultura norteamericana, su falta de tolerancia y su por momentos nula empatía.
El siguiente punto tiene que ver con la importancia de Will Ferrel como acompañante, una figura popular, adorada por el público en general. El documental lo entiende y se hace cargo de eso. Harper se siente segura en ambientes oscuros y complejos porque consigo camina una celebridad, suerte con la que no cuenta el resto del colectivo de personas trans. Por ello como espectadores entendemos que sin cámaras de por medio las reacciones e improperios recibidos serían un tanto mayor.
Lo principal, y así lo demuestra el trabajo, pasará entonces por mostrar esa larga historia de amistad y cómo se reconfigura.
Josh Greenbaum (“Barb and Star Go To Vista Del Mar”) como director sabe cómo aprovechar la química entre los dos humoristas, tiene un andar cauteloso, reafirmando el vínculo entre ambos a medida que transcurre el trabajo. La posición inicial de la cámara es distante, al igual que las preguntas titubeantes de Ferrel, pese a ello, a medida que pasa el tiempo los espacios en esa camioneta comenzaran a achicarse, junto con los miedos y los prejuicios. “Will & Harper” habla también de la vejez y de lo importante que es ser uno mismo sin importar la edad.
“Will & Harper” es una obra principalmente conmovedora y amable, aborda temas como la amistad e identidad de género de manera descontracturada gracias también a la atractiva y buena relación de la dupla de protagonistas. Goza de un discurso fuerte sin caer en golpes bajos y sensiblerías varias. Sin pretender convertirse en un panfleto propagandístico sobre la aceptación de las personas trans, despliega un mensaje políticamente muy necesario. Una apuesta jugada de los dos artistas a sabiendas de la época actual donde afloran los comentarios hirientes no solo desde el completo anonimato sino en boca de importantes representantes políticos.
Un retrato humano, sensible y empático, pero, ante todo, una historia personal con alcances universales.
Créditos
Will & Harper (Estados Unidos/2024).
Dirección: Josh Greenbaum.
Con Will Ferrell y Harper Steele como protagonistas.
Participacines especiales de Tina Fey, Kristen Wiig, Will Forte, Tim Meadows, Molly Shannon, Seth Meyers y Colin Jost.
Música: Nathan Halpern.
Fotografía: Zoë White.
Edición: Monique Zavistovski.
Duración: 114 minutos.
Disponible en Netflix.