“Ensayo” en El Círculo

Reconocida artista volvió a Rosario con una muestra de seres fuera del tiempo

 Una muestra plástica de un aura especial se puede disfrutar en la sala de artes visuales del teatro El Círculo desde fines de noviembre pasado, y lo más valioso es que se trata de una serie de obras de Carolina Raquel Antich, una artista visual nacida en Rosario que desde hace casi 30 años reside en Venecia y expone en las galerías más prestigiosas del mundo, como recientemente en la 48ª edición de Arte Fiera de Bologna.


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 Bajo el nombre de “Ensayo”, la muestra visual de Antich propone una inmersión en un etéreo mundo con fondos de ríos y lagunas, y en el que se expresan arlequines, bailarines, músicos, y aunque algunos cantan en coro, dejan un halo de misterio y una delicadeza difícil de empalabrar.


Inspiradas en la obra de Luigi Nono, compositor y escritor veneciano, las obras dialogan entre sí, como un formato mediano de un joven Hamlet junto a una calavera que luego se ve de rodillas en el centro del salón y transformado en una escultura angelical de porcelana, también con su amiga calavera. En un pequeño formato, una pareja de arlequines en tinta china baila un tango en blanco y negro, probablemente al ritmo de otro cuadro pequeño, en el que un flautista reproduce sus encantos de Hamelin.


Una serie de tres grandes cuadros dialoga de manera triangular en el salón: al ingresar la primera establece los personajes misteriosos, a los que Antich llamó Teatrantes tocando flautas sobre botes que se elevan delante de un río, y luego al fondo una congregación de jóvenes toma definiciones entre canoas en una laguna violácea. Y finalmente en el tercero, el grupo en aguas claras dice ser un coro, aunque sus bocas cerradas llenan de misterio la sala.


La muestra permanece en la sala de artes visuales del teatro El Círculo hasta el viernes 21 de febrero, y se puede visitar en los horarios de boletería (de 10 a 12:30 y de 16 a 19:30), solicitando el ingreso en el área de administración.

La curadora de la muestra es Leticia Kabusacki, quien expresó sobre la obra que los personajes, como “seres delicados fuera del tiempo” tienen actitud expectante, “listos para entrar en escena o escuchar absortos una melodía”. Los caracterizó como etéreos en hermandad, que “flotan o nadan en ríos y lagunas, y desde allí contemplan”.


Para Kabusacki, estos seres son embajadores de la infancia: “Los miro representando un lugar no espacial ni temporal ni ideal, los escucho portando deseos y declaraciones de principios. En su forma, a veces incompletos, imagino que van o vienen de alguna celebración o una catástrofe, que algo ha sucedido o sucederá en las escenas en los que la pintora los deja, o quizás solo están en tránsito”.


Para conocer un poco más sobre sus inspiraciones en esta muestra, y sobre su regreso a la ciudad con su muestra, la autora rosarina y veneciana por opción respondió amablemente algunas preguntas de Mirador.

La muestra permanece en la sala de artes visuales del teatro El Círculo hasta el viernes 21 de febrero, y se puede visitar en los horarios de boletería.Foto: Gentileza.

 


-Las obras tienen algo de etéreo, como si relataran en un conjunto algún cuento de hadas. ¿Cómo pensaste el concepto de la muestra?


-Estaría inclinada en hacer una comparación con algunas formas de poesía: el haiku por ejemplo. Su estructura breve y concisa, capaz de capturar un instante con intensidad, se acerca de alguna manera a mi búsqueda pictórica.


Mi reflexión parte de una de mis últimas pinturas intitulada “Spazio Acustico” inspirada en la obra de Luigi Nono, compositor de música contemporánea y escritor veneciano, gran experimentador en cuestiones de sonido. Nono solía concebir sus obras según el espacio en el que se representaban, y encontré interesante tomar como primera referencia esta dimensión espacial de la música. Pensé la construcción del espacio pictórico teniendo como referencia un espacio sonoro: la posibilidad de trabajar con el ambiente, hacer permeable mi trabajo a algunas connotaciones específicas del teatro podían volverse un medio narrativo muy claro para el proyecto de la muestra.


-Tenés una trayectoria internacional muy reconocida, y sin embargo es la primera muestra que haces en tu ciudad de origen. ¿Cómo surgio exponer en El Círculo?


-Recibí una invitación del Teatro para pensar a una muestra en el marco del 120º aniversario de su inauguración. Me entusiasmaba la idea de volver a mi ciudad con una muestra personal después de tantos años de vivir afuera, pero aún más hacerlo en el teatro, un lugar lleno de historia y significado para cualquier rosarino.


-Hay varias obras que dialogan, la de Hamlet con la escultura de porcelana, o la pareja de arlequines con el flautista, que son con tinta china. Sobre todo es impactante el trío de obras de los jóvenes en el río. ¿Cómo pensaste componer esos diálogos?


-Cuando el espacio de exhibición posee una carga narrativa tan potente, los diálogos surgen de manera espontánea. Me dejé llevar por ciertas palabras que actuaban como cajas de resonancia: teatral y acústico. No había un plan explicito para generar un diálogo entre las obras expuestas. En el proceso creativo las obras conversan entre sí naturalmente: una tela pintada puede sugerir un dibujo o a una escultura, ya sea para reforzar una idea o simplemente para comprenderla mejor.


En mi proceso de trabajo, las ideas se superponen de forma no lineal. Entro en una vorágine de pensamientos y lecturas, donde un cuento, una novela o incluso una sola frase pueden detonar el deseo de incorporar en mis telas elementos que encuentro en el texto, como huellas.


Mientras leía “Chi dice e chi tace” de Chiara Valerio, me encontré con esta frase: “Todos se sentían Hamlet con una calavera en la mano”. Me intrigó la posibilidad de trabajar con un objeto como la calavera, que no solo funcionara como símbolo de la obra shakespeariana por excelencia, sino que nos abriera a un espacio de transformación. De algún modo, todos podíamos convertirnos en actores, teatrantes o arlequines como en la muestra.


Bio de la artista


Carolina Raquel Antich estudió Artes Visuales en la Universidad Nacional de Rosario, y desde el 1997 vive y trabaja en Venecia. Expuso y expone en diversas galerías, museos y fundaciones internacionales como Florence Lynch Gallery (New York), Gimpel Fils Gallery (Londres), Prometeo Gallery (Milan), Art-U Room (Tokyo), Galleria Doppia V (Lugano), Distrito 4 Gallery (Madrid), Quadriennale (Roma), Bunkamura Gallery(Tokyo), Maria Casado (Buenos Aires), Musée Hamaguchi Yozo Yamasa Collection (Tokyo), Robert Kennedy Foundation (Italia) y recientemente en el Centre de Création Contemporaneine Olivier Debré Olivier Debré, Tours, Francia.


Obtuvo una beca para participar del Curso de perfeccionamiento para jóvenes artistas dirigido por Guillermo Kuitca en la Fundación Proa de Buenos Aires, y participa al Curso Superior de Artes Visuales en la Fundación Ratti (Como, Italia). Algunos de los Premios más importantes: 2003, Premio Bevilacqua La Masa 87, Venecia; 2006 finalista Illy Prize, Rotterdam, Países Bajos; 2007/08, finalista Cisneros Foundation, Los Angeles, EE.UU.; 2015, 59° Concurso Internacional de Cerámica de Arte Contemporánea, Faenza, Italia. Fue seleccionada en la Primera edición del Premio Azcuy en colaboración con el Museo Moderno de Buenos Aires, y en la 5° edición del premio bienal de la Fondazione Officine Saffi, Milano, Italia, que promueve la cerámica en la cultura contemporánea. En el 2005 participó en el Premio para la joven arte italiana en la 51° Bienal de Venecia.


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