El Tate fue más que un amarrete Gimnasia y Esgrima de La Plata y lo ganó bien, aunque le costó. Debutó Diego Armando Díaz, que fue ovacionado cuando entró y metió un remate en el travesaño. Fue un triunfo que sirvió de desahogo, pero que mostró a un equipo rojiblanco en versión mejorada.
Ganó Unión y ganó bien. Fue indiscutible la victoria. Debió llegar antes. Pero se concretó con la buena jugada de Verde, cuando ya el Kily había tirado “toda la carne al asador”, con dos volantes ofensivos y tres delanteros, cosa que viene ocurriendo en los últimos tiempos. Pero hubo una mejoría futbolística. Y esto debe resaltarse como otro aspecto positivo, después de lo más importante, que fue la victoria.
El primer tiempo de Unión fue de lo mejor que el equipo produjo en el torneo. Es cierto que esto se dio en el marco de un comienzo flojo y con producciones bajas. Pero hay que marcarlo como un paso adelante, en el que sobresalió la figura de Lautaro Vargas, el mejor de Unión en un primer tiempo favorable al local, decididamente instalado como un volante ofensivo, abriendo la cancha y generándole muchos problemas al flanco izquierdo de Gimnasia.
Para Unión fue un desahogo volver a sumar de a tres, y en su casa.Foto: El Litoral
Del otro lado, Del Blanco hizo algo bastante parecido. Arrancó muy bien, pero se fue cayendo en su rendimiento y gravitación a medida que pasaron los minutos. Por eso, Unión encontró más profundidad por el sector derecho, donde Ham y hasta el propio Fragapane muchas veces intentaron juntarse con Vargas para darle una mano en esa versión muy mejorada del lateral, cercana a la que se le vio en los buenos momentos del año pasado.
Esa superioridad no se vio reflejada en el área rival. Lo más peligroso fue un remate violento de Gamba que se estrelló en el poste. Y después, muchos centros y pelotas que quedaban boyando dentro del área pero que nunca pudieron ser capturadas con claridad por algún jugador de Unión para marcar la diferencia en el resultado que desde el minuto cero logró materializar en el trámite de un partido que le fue favorable pero solo en eso, en el trámite. No en el resultado.
¿Y Gimnasia?, nada. Ni siquiera poco. Directamente nada. Se quedó sin De Blasis en forma prematura (chocó con Ludueña en una pelota que dividió inútilmente Pardo) y se tuvo que ir de la cancha con una lesión en la rodilla. Y apenas quedó el Pata Castro para sus apariciones esporádicas y sin profundidad. Cero remates al arco y cero córner a favor, situación totalmente a la inversa por el lado de Unión.
Prueba de esto, fueron los tres cambios que metió Diego Flores en el segundo tiempo, seguramente para revertir una actuación muy floja, casi intrascendente de la visita. La falla de Unión estaba dentro del área. Por eso no podía capitalizar en la red el mayor dominio que ejercía sobre el rival.
El Kily también movió el banco pero cuando iban 10 minutos. Lo sacó a Fascendini, que estaba amonestado, y lo puso a Colazo. El equipo quedó con línea de cuatro, más allá de que la línea de cinco fue muy relativa porque, debido al retroceso de Gimnasia (por momentos exagerado), tanto Vargas como Del Blanco pisaron más el campo ajeno que el propio.
Un ratito después, salieron Ham y Fragapane, ya sin resto físico, para que ingresen Lionel Verde y Julián Palacios. El objetivo estaba claro: darle más fútbol al equipo, para que por fin pueda encontrar esa frescura y claridad que no podía encontrar a pesar de tener el control del partido. Salvo algunos arranques de Castillo, tampoco Gimnasia aportaba mucho del medio hacia arriba. Hasta que el Kily hizo estallar el estadio porque decidió el debut del chaqueño Diego Armando Díaz, este jugador que llegó de Sportivo Las Parejas y que hasta ahora, con 23 años, tenía un pasado casi amateur como jugador. También salió Vargas, de buen partido aunque ya cansado y con alguna molestia física, para que entre Gerometta.
El partido creció en emotividad, se abrió un poco más y Diego Díaz tuvo, en su primera chance, la posibilidad de convertir. Recibió el pase de Palacios, en la media luna, y remató a colocar. La pelota se estrelló en el travesaño y le negó la posibilidad de tener su día de gloria en el debut en el fútbol profesional.
Y por fin llegó lo que Unión merecía. Lionel Verde recibió la pelota, encaró, dejó un hombre en el camino y acomodó la pelota para la zurda. El remate cruzado se le fue abriendo a Insfrán y se le metió junto al palo izquierdo, estableciendo total justicia por el gasto que hizo Unión ante un equipo tremendamente amarrete como Gimnasia.
Sin embargo, quedaba lugar para un susto. Fue en un centro desde la izquierda que Pardo quiso rechazar y lo hizo contra su propio arco, reventando la pelota en el travesaño. Se iba a materializar una gran injusticia si a Unión le empataban el partido. Nada hizo Gimnasia y lo suficiente Unión como para que el partido termine como terminó. Y pudo ser mayor la diferencia si se aprovechaba el contragolpe que salió en Palacios, siguió en Verde que pudo definir pero prefirió el pase atrás que le llegó incómodo a Diego Armando Díaz.
Unión ganó y ganó bien. El equipo mejoró, volvió a tener la intensidad que lo identificó el año pasado, hizo el gasto del partido y debió definirlo con más holgura. Fue un desahogo. Pero también una mejoría futbolística que debe señalarse. Había que ganar. Y el resultado estaba por encima de lo futbolístico. Pero no fue solamente la victoria y los tres puntos, sino una mejoría que justificó el resultado.