“Oda a lo Roto” está conformada por más de 40 esculturas del artista plástico rosarino y ex Secretario de Cultura, que resignifican y ponen en valor de alguna forma, aquellas cosas destinadas al olvido, desechadas y desoladas. Puede visitarse gratuitamente hasta el 30 de marzo en el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez.
Teniendo como marco la popular noche de los museos abiertos de la ciudad de Rosario se inauguró hace apenas unos meses “Oda a lo Roto”, muestra del artista plástico y ex Secretario de Cultura Dante Taparelli. El protagonista - dueño de una extensa trayectoria y realizador de un sinfín de obras y muestras a lo largo de los años - se mostró muy a gusto en la velada, reconociendo la técnica japonesa Kintsugi, como una de sus mayores fuentes de inspiración.
Si bien se trata de un método de restauración de piezas de cerámica utilizando principalmente metales como el oro, plata y platino, lo cierto es que en su desarrollo lo que prima es una filosofía destinada a resaltar la importancia de las roturas, testigos de la historia y el paso del tiempo de un objeto.
“Mis herramientas son el clavo y el martillo, utilizados siempre con la firme convicción de construir, jamás se me ocurriría destruir nada; pero hay algo que se destruye y que no se puede reconstruir que son las losas. Me pareció que era un elemento muy acorde para mostrar a través de la belleza, un poco lo que nos pasa a los argentinos en estos momentos. Quiero dedicar mi tiempo de vida a producir arte y especialmente arte testimonial, creo que la belleza se cura y lo que se rompe hay un pegamento que lo arregla que es el amor. Estamos todos rotos, tenemos que abrazarnos y querernos un poco más. Son tiempos de reconstrucción”, sostiene el artista.
Sin dudas esto es lo que la muestra busca recordar en las más de cuarenta esculturas que la conforman. “Oda a lo Roto”, evoca el valor de los objetos y una resignificación de los mismos para contar aquellas leyendas o historias que nos atraviesan como sociedad.
Una majestuosa alabanza a la invencible oportunidad de transmutación que tiene un creador ante lo que se nos presenta desolado, quebrado, solo y roto. Una forma de unir nuestros pedazos rotos para transformarlos en algo hermoso y superador.
La muestra vivió este verano una suerte de relanzamiento que la llevó a extenderse hasta el próximo 30 de marzo. El público podrá acercarse con una entrada totalmente gratuita los domingos y martes en el horario de 9 a 13; y de miércoles a sábado de 9 a 18 en el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez de la ciudad de Rosario (entrada por San Lorenzo 753).
“Oda a lo Roto”, evoca el valor de los objetos y una resignificación de los mismos para contar aquellas leyendas o historias que nos atraviesan como sociedad.Foto: Gentileza.
La muestra
“Oda a lo Roto” celebra la historia de cada objeto, poniendo énfasis y destacando las fracturas en lugar de simplemente ocultarlas. El resultado deviene en una serie de piezas que son, incluso, mucho más bellas de lo que lo eran originalmente. Los trabajos de Taparelli encuentran belleza en la imperfección, hay grietas que se realzan, cicatrices que dejan huellas y cierta aceptación hacia el cambio.
El artista trabaja con diferentes materiales, desde porcelanas, vasijas, madera, bronce y plata, en donde nada se pierde, sino que se une en búsqueda de una belleza única que se transmite en la unión de estos mismos.
“Encontré un modo de expresión maravilloso que es la composición con ese tipo de artículos que terminan siempre tirados en cajones y armarios, y que cuando la gente muere son generalmente heredados y en muchos de los casos desechados. Me pareció bueno utilizarlos. Cada uno de estos objetos fueron comprados con amor, tuvieron su tiempo de vida en un lugar y se fueron. Yo los rescate, como rescato la memoria, tan importante para nosotros. Si tuviéramos la memoria que necesitamos, no nos pasarían las cosas que nos pasan. Así que mi arte, que es de carácter reconstructivo, es una contribución, mi contribución para intentar mejorarnos como personas, permitirnos emocionarnos y buscar en el fondo de nosotros aquellos sentimientos que nos permitan salir adelante”, sintetiza Taparelli.
Consultado acerca de por qué temas o preocupaciones se sintió interpelado para la realización de estas piezas de arte decía: “Como en líneas generales no soy un artista normal, no pertenezco a los circuitos del arte, he expandido mis sentimientos a los dramas universales del hombre. Me preocupa la masacre de niños, el hambre, la soledad y el abandono, así que cada una de estas obras dicen mucho, son una historia en sí mismas. Hablan de las penas, de los dolores, de las esperanzas, de las máculas del ser humano. Es una obra, en líneas generales, sobre la memoria, sobre la sexualidad, sobre la tragedia de la humanidad, sobre las cosas de las que no se habla. Quiero dejar en este mundo este arte testimonial. Me interesa que cada objeto sea una enciclopedia”.
Asimismo, Laura Capdevila, curadora de la muestra, agrega: “Tuve el honor que me hayan convocado y fue para mí una experiencia única, muy diferente a las otras muestras que he diseñado porque Dante nunca parecía terminar de crear. Cada vez que lo visitaba, lo veía trabajando junto a su equipo y estos me informaban la existencia de dos esculturas u objetos más, fue totalmente atípico. Dante lo que trabaja es su relación estrecha con la muerte, su relación estrecha con la revaloración de los fragmentos que quedan en el mundo, estas creaciones son desafiantes, desafiantes para él y para el espectador”.
Uno de los trabajos que más llama la atención tiene que ver con un rejunte de perros provenientes de distintas piezas de cerámica. Es la visión, bastante feliz, del artista respecto a estos “seres maravillosos que brindan el amor más puro”. Nace con la intención de reivindicarlos, en contraposición a una frase italiana, algo grosera, que no suele dejarlos del todo bien parados. “Los italianos cuando suelen enojarse dicen mundo de perro, como que los mismos fuesen lo peor, el mondo cane; y yo lo mejor que he tenido a lo largo de mi vida, más allá de mi familia y amigos son mis perros. Lamentablemente me han acompañado poco tiempo, pero los amo, así que hice mi propio mondo cane, mi mundo lleno de perros, todos comprados en ferias populares”.
Sobre el final, Taparelli remarca la importancia del equipo que lo acompañó a lo largo del proceso de reimaginación de las obras, así como del armado de la muestra. “Cuento con un equipazo de restauradores que le dieron una vuelta de tuerca completa a mi trabajo. La verdad no me tenía que preocupar ni siquiera por las terminaciones, por nada. Estoy muy contento de trabajar en el espacio en el que lo hago y con la gente que quiero, gente siempre entusiasmada, que cuida las cosas como propias. Cada vez que me iba encontraba una pieza que pasaba de linda a encantadora, ese valor agregado es el amor que le imprimen estos artistas, que son restauradores, pero, ante todo, cuidadores de la belleza”.