Según Donzelli, las drogas de diseño caen en manos de la justicia en operativos que tienen su origen en las drogas convencionales, como cocaína y marihuana.
Foto:Archivo
Germán de los Santos
[email protected]
Las rendijas sirven para meterse. Son grietas del sistema que dejan espacios para que el negocio de las drogas se mueva en esos límites difusos del territorio legal. Las fronteras de la legalidad las traza el Estado cuando define a través de una simple lista que elabora el Poder Ejecutivo qué sustancia es considerada un estupefaciente, y qué precursores químicos que se utilizan para elaborar las drogas ilícitas deben tener mayores controles.
Pero hasta que la maquinaria del Estado empieza a moverse en su estado natural, con la lentitud propia de una burocracia desajustada a los tiempos y demarca el terreno en materia de drogas ilegales, los que viven de ese negocio se deslizan por los resquicios a una velocidad mucho mayor. Es uno de los principales atributos del crimen organizado y puntualmente del narcotráfico: siempre estar adelante.
En su libro “Estupefacientes y precursores químicos”, Mariano Donzelli, abogado que se desempeñó en la Sedronar y actualmente trabaja en la Procuración contra el Narcotráfico (Procunar), detalla algunas de estas grietas, con la aparición permanente de nuevas drogas sintéticas, que muchos especialistas coinciden en afirmar que surtirán cada vez con mayor potencia el mercado de estupefacientes, que también cambiará en sus formas de comercialización, a través de las redes e internet.
Donzelli, quien presentó esta semana su libro junto a la concejala Carolina Nin, y el fiscal regional Jorge Baclini, ensaya que “la química avanza a mayor velocidad que el derecho”. Y recuerda en el libro que un informe de Procunar señala que en el mundo se crean dos drogas nuevas por día. “El Estado va siempre detrás. Cuando se pone el ojo en un tipo de sustancia ya se creó otra que no está en los listados y no se conoce”, señala el especialista.
El abogado aclara también que en la justicia federal hay un alto grado de desconocimiento de las nuevas sustancias, a pesar de que desde los organismos estatales se ha tratado de capacitar a los magistrados para que puedan estar al frente de estas investigaciones más complejas con mayores herramientas técnicas. “Se persigue lo que se conoce”, apunta.
Sin embargo, Donzelli aclara que “enfocar solamente la mirada en la droga no resuelve el problema de fondo. Es necesario poner el ojo en las organizaciones criminales. Por ejemplo, si no existiera la cocaína, los Monos seguramente se dedicarían a otro tipo de delito, como la trata de personas”.
Desde la puesta en vigencia en 1989 de la ley de estupefacientes Nº 23.737 se confeccionaron tres listas de drogas ilícitas en la Argentina. La primera nómina se modeló con el nacimiento de la nueva normativa a través del decreto Nº 722 en 1990. Pero pasaron 19 años hasta que se logró actualizar el listado, por lo que en 2010 se incluyeron drogas de diseño que desde hace tiempo pululaban en el mercado de los estupefacientes, como Ketamina, MDMA (conocida como éxtasis), 4-MTA (también llamada 4-metiltioanfetamina) y GHB.
Donzelli advierte que la elaboración de estas listas que demarcan el régimen legal lleva mucho tiempo. Por ejemplo, la última actualización que se concretó el año pasado, a través del decreto 772/15 se comenzó a elaborar en 2005. En esa oportunidad se cambiaron 23 sustancias de la lista y se incorporaron 82, entre ellas Popper, Butilona y JwH-018.
El abogado cree que por ahora las drogas sintéticas no van a reemplazar a las de origen natural, aunque empiezan a tener una presencia cada vez mayor en el mercado y en el consumo. Esto se vio con nitidez luego de la tragedia de Time Warp, en Costa Salguero hace tres meses, cuando murieron cinco jóvenes intoxicados por consumir PMMA, unas pastillas color rosa que tenían la marca Superman. Es una versión barata y mucho más nociva que el éxtasis.
La PMMA figura dentro de la lista que se actualizó tarde en 2015 junto con el NBOMe, un compuesto químico con 33 variantes moleculares que es un equivalente barato del LSD, que se vende en troqueles. Este compuesto se incluyó en la nómina de estupefacientes que elabora el Poder Ejecutivo luego de que el juez federal Sergio Torres enviara un oficio a Sedronar para que se agregara esa sustancia que había comenzado a aparecer en algunos allanamientos de narcotráfico.
Ese punto es clave. Salvo algunas excepciones, según Donzelli, las drogas de diseño caen en manos de la justicia en operativos que tienen su origen en las drogas convencionales, como cocaína y marihuana. Un caso que se ajusta a este planteo sucedió la semana pasada en Casilda, en el sur santafesino, donde en un operativo antidrogas incautaron más de 120 pastillas de LSD junto con cocaína y marihuana.
Realidad y ficción
En el imaginario aparece la serie Breaking Bad como un escenario posible, pero sólo queda dentro de la realidad del streaming de Netflix. Según Donzelli hay que tener una muy buena preparación y saber mucho para fabricar este tipo de sustancias.
El abogado remarca que hasta ahora no se han descubierto laboratorios complejos de drogas sintéticas, después de la caída en 2008 de un laboratorio en Ingeniero Maschwitz, donde un grupo de mexicanos del cartel de Sinaloa elaboraba metanfetaminas con efedrina comprada en el mercado argentino.
Para Donzelli, el mercado de las drogas sintéticas se alimenta con sustancias que provienen de Europa. En la Argentina, según señala, en la mayoría de los casos sólo se fracciona la droga sintética y se la adultera para confeccionar las pastillas o los troqueles. Ese laboratorio fue el eslabón más sofisticado que se encontró hasta ahora en el país.
Desde que estalló el escándalo de la efedrina se establecieron controles que antes no existían. Y se hace muy difícil conseguir tanto los precursores como las materias primas para producir íntegramente estas drogas en el mercado doméstico, que por ahora no es tan importante como el de la cocaína.
Después de la caída de la pata más palpable del cartel de Sinaloa en Ingeniero Maschwitz, se secuestró otro laboratorio importante en Del Viso, en 2013, pero no tenía la envergadura del mexicano. Sin embargo, se secuestraron en una casaquinta 4.000 pastillas de éxtasis, valuadas en 600.000 pesos, siete kilos de droga sintética en polvo y 50 litros de aceite de anfetamina, o sea metanfetamina que al momento de salinizarse equivale a cerca de 25 kilos de anfetamina en polvo. La investigación determinó que allí se estiraban las sustancias, pero no se producía las drogas sintéticas.
Advierte Donzelli que otro vacío legal que existe en materia de estupefacientes es que las denominadas “sustancias de corte”, que se usan tanto para el estiramiento de la cocaína como las drogas sintéticas y no están legisladas en el país ni tampoco hay controles de aquellas que están fuera de la lista de precursores químicos.
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Las rendijas sirven para meterse. Son grietas del sistema que dejan espacios para que el negocio de las drogas se mueva en esos límites difusos del territorio legal. Las fronteras de la legalidad las traza el Estado cuando define a través de una simple lista que elabora el Poder Ejecutivo qué sustancia es considerada un estupefaciente, y qué precursores químicos que se utilizan para elaborar las drogas ilícitas deben tener mayores controles.
Pero hasta que la maquinaria del Estado empieza a moverse en su estado natural, con la lentitud propia de una burocracia desajustada a los tiempos y demarca el terreno en materia de drogas ilegales, los que viven de ese negocio se deslizan por los resquicios a una velocidad mucho mayor. Es uno de los principales atributos del crimen organizado y puntualmente del narcotráfico: siempre estar adelante.
En su libro “Estupefacientes y precursores químicos”, Mariano Donzelli, abogado que se desempeñó en la Sedronar y actualmente trabaja en la Procuración contra el Narcotráfico (Procunar), detalla algunas de estas grietas, con la aparición permanente de nuevas drogas sintéticas, que muchos especialistas coinciden en afirmar que surtirán cada vez con mayor potencia el mercado de estupefacientes, que también cambiará en sus formas de comercialización, a través de las redes e internet.
Donzelli, quien presentó esta semana su libro junto a la concejala Carolina Nin, y el fiscal regional Jorge Baclini, ensaya que “la química avanza a mayor velocidad que el derecho”. Y recuerda en el libro que un informe de Procunar señala que en el mundo se crean dos drogas nuevas por día. “El Estado va siempre detrás. Cuando se pone el ojo en un tipo de sustancia ya se creó otra que no está en los listados y no se conoce”, señala el especialista.
El abogado aclara también que en la justicia federal hay un alto grado de desconocimiento de las nuevas sustancias, a pesar de que desde los organismos estatales se ha tratado de capacitar a los magistrados para que puedan estar al frente de estas investigaciones más complejas con mayores herramientas técnicas. “Se persigue lo que se conoce”, apunta.
Sin embargo, Donzelli aclara que “enfocar solamente la mirada en la droga no resuelve el problema de fondo. Es necesario poner el ojo en las organizaciones criminales. Por ejemplo, si no existiera la cocaína, los Monos seguramente se dedicarían a otro tipo de delito, como la trata de personas”.
Desde la puesta en vigencia en 1989 de la ley de estupefacientes Nº 23.737 se confeccionaron tres listas de drogas ilícitas en la Argentina. La primera nómina se modeló con el nacimiento de la nueva normativa a través del decreto Nº 722 en 1990. Pero pasaron 19 años hasta que se logró actualizar el listado, por lo que en 2010 se incluyeron drogas de diseño que desde hace tiempo pululaban en el mercado de los estupefacientes, como Ketamina, MDMA (conocida como éxtasis), 4-MTA (también llamada 4-metiltioanfetamina) y GHB.
Donzelli advierte que la elaboración de estas listas que demarcan el régimen legal lleva mucho tiempo. Por ejemplo, la última actualización que se concretó el año pasado, a través del decreto 772/15 se comenzó a elaborar en 2005. En esa oportunidad se cambiaron 23 sustancias de la lista y se incorporaron 82, entre ellas Popper, Butilona y JwH-018.
El abogado cree que por ahora las drogas sintéticas no van a reemplazar a las de origen natural, aunque empiezan a tener una presencia cada vez mayor en el mercado y en el consumo. Esto se vio con nitidez luego de la tragedia de Time Warp, en Costa Salguero hace tres meses, cuando murieron cinco jóvenes intoxicados por consumir PMMA, unas pastillas color rosa que tenían la marca Superman. Es una versión barata y mucho más nociva que el éxtasis.
La PMMA figura dentro de la lista que se actualizó tarde en 2015 junto con el NBOMe, un compuesto químico con 33 variantes moleculares que es un equivalente barato del LSD, que se vende en troqueles. Este compuesto se incluyó en la nómina de estupefacientes que elabora el Poder Ejecutivo luego de que el juez federal Sergio Torres enviara un oficio a Sedronar para que se agregara esa sustancia que había comenzado a aparecer en algunos allanamientos de narcotráfico.
Ese punto es clave. Salvo algunas excepciones, según Donzelli, las drogas de diseño caen en manos de la justicia en operativos que tienen su origen en las drogas convencionales, como cocaína y marihuana. Un caso que se ajusta a este planteo sucedió la semana pasada en Casilda, en el sur santafesino, donde en un operativo antidrogas incautaron más de 120 pastillas de LSD junto con cocaína y marihuana.
Realidad y ficción
En el imaginario aparece la serie Breaking Bad como un escenario posible, pero sólo queda dentro de la realidad del streaming de Netflix. Según Donzelli hay que tener una muy buena preparación y saber mucho para fabricar este tipo de sustancias.
El abogado remarca que hasta ahora no se han descubierto laboratorios complejos de drogas sintéticas, después de la caída en 2008 de un laboratorio en Ingeniero Maschwitz, donde un grupo de mexicanos del cartel de Sinaloa elaboraba metanfetaminas con efedrina comprada en el mercado argentino.
Para Donzelli, el mercado de las drogas sintéticas se alimenta con sustancias que provienen de Europa. En la Argentina, según señala, en la mayoría de los casos sólo se fracciona la droga sintética y se la adultera para confeccionar las pastillas o los troqueles. Ese laboratorio fue el eslabón más sofisticado que se encontró hasta ahora en el país.
Desde que estalló el escándalo de la efedrina se establecieron controles que antes no existían. Y se hace muy difícil conseguir tanto los precursores como las materias primas para producir íntegramente estas drogas en el mercado doméstico, que por ahora no es tan importante como el de la cocaína.
Después de la caída de la pata más palpable del cartel de Sinaloa en Ingeniero Maschwitz, se secuestró otro laboratorio importante en Del Viso, en 2013, pero no tenía la envergadura del mexicano. Sin embargo, se secuestraron en una casaquinta 4.000 pastillas de éxtasis, valuadas en 600.000 pesos, siete kilos de droga sintética en polvo y 50 litros de aceite de anfetamina, o sea metanfetamina que al momento de salinizarse equivale a cerca de 25 kilos de anfetamina en polvo. La investigación determinó que allí se estiraban las sustancias, pero no se producía las drogas sintéticas.
Advierte Donzelli que otro vacío legal que existe en materia de estupefacientes es que las denominadas “sustancias de corte”, que se usan tanto para el estiramiento de la cocaína como las drogas sintéticas y no están legisladas en el país ni tampoco hay controles de aquellas que están fuera de la lista de precursores químicos.
El abogado -Mariano Donzelli- cree que por ahora las drogas sintéticas no van a reemplazar a las de origen natural, aunque empiezan a tener una presencia cada vez mayor en el mercado y en el consumo.
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