El venadense afronta una temporada más en la LNB

Walter Herrmann: “La pasión por el básquet no se pierde nunca”

Walter Herrmann vuelve a ponerse las zapatillas para jugar en la Liga Nacional. Tras un año sin competir, el nacido en Venado Tuerto regresa con la camiseta de Atenas. Pese a haber comenzado hace 22 años como profesional, el campeón olímpico en Grecia 2004 mantiene sus ganas de seguir dando batalla en las canchas.
22-08-2018 | 9:28 |

En la cima. En la temporada 2015/16 se quedó con el título de la Liga Nacional jugando para San Lorenzo, y también se llevó un emblemático trofeo para los goleadores: la red del aro.
Foto:Archivo.
Hernán Alvarez
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A simple vista es la versión no ficción de Thor. Ese héroe de Avengers que admiran niños de todo el mundo. Sin el martillo, pero con ascendencia europea como el personaje de comics, es uno de los 12 basquetbolistas argentinos ilustres que alcanzaron el oro olímpico en Atenas 2004. Un grupo selecto. Nacido en Venado Tuerto, fue campeón en la Liga Nacional de Básquetbol con Atenas y con San Lorenzo de Buenos Aires, en la ACB con Unicaja Málaga y con Baskonia, y de la liga brasileña con Flamengo. Hoy, con 39 años, vuelve a ponerse la camiseta de la Asociación Deportiva Atenas por tercera vez en su carrera. “Vengo con mucha ilusión, con muchas ganas. Después de unos cuantos meses sin jugar. Arrancamos este lunes con la pretemporada. Las primeras semanas son bastante duras, pero bien”, le dice Herrmann a Mirador Provincial. “Estar en una nueva etapa en esta institución para mí es un placer”, agrega.

— En la temporada pasada, la 2017/18, no jugaste. ¿Por qué decidiste no hacerlo?
— En la temporada anterior (2016/2017) yo terminé de jugar en Obras (Sanitarias de Buenos Aires). Cuando iba a comenzar la temporada siguiente (2017/2018) dije: “Voy a empezar no jugando. Tengo a los chicos en edad escolar”. Ellos estaban en Venado Tuerto, yo estaba en Buenos Aires. Puse en primer lugar a los chicos que me querían ver más seguido. Querían que los lleve a la escuela. En diciembre no se dio la posibilidad en ningún equipo. Entre una cosa y otra se fue la liga. Este año lo hablé con mi familia. Me dijeron: “Si tenés ganas de jugar, en Buenos Aires o en Córdoba, aprovechá”. Con las ganas que tenía de jugar y el apoyo de la familia aquí estamos.

— Con tu trayectoria, ¿qué te motiva para seguir jugando?

— La pasión por el básquet uno no la pierde nunca. Mi ilusión en cada comienzo de temporada es la misma de siempre. No pienso en el pasado porque no tiene mucho sentido. Lo interesante es tratar de mantenerse vigente y en un buen nivel.

— En otra entrevista contaste que a la mañana siguiente de la final en Atenas 2004 tuviste que viajar a Málaga. ¿Cómo fue eso?
— Salir campeón olímpico es indudable que no se logra todos los días. Ya el jugar un juego olímpico es remoto que te toque. Tenés que tener ciertas condiciones, estar en el momento justo, que te elijan. Cuando llegamos a la final la expectativa que teníamos era increíble. Cuando se terminó el partido, al día siguiente ya tenía que estar en Málaga para hacer la pretemporada. Al margen de los festejos en la cancha, en el vestuario, en el hotel, ya me tuve que ir para el aeropuerto a las 4, 5 de la mañana que salía mi vuelo. Fue un disfrute un poco raro, muy cortito. La sensación fue espectacular, increíble. Al día de hoy no reaccionamos de que fuimos campeones olímpicos.

— Vestiste muchas camisetas, pero si tuvieras que elegir una, ¿cuál sería?
— Sería la 8 de Argentina en los Juegos Olímpicos. Está claro porque es a lo máximo que hemos llegado. Cuando yo era chico era impensado que Argentina pudiese ganarle a Estados Unidos, a potencias europeas, y sin embargo se dio.

— Tu abuelo te llevó a jugar al básquet con seis años, según escuché.
— Yo arranqué en el club Unión Deportiva en Venado Tuerto (hoy es el Club Ciudad). Mi abuelo materno, Marcelo, se juntaba ahí en el club a jugar a las cartas. Detrás de ese lugar adonde se juntaban había una canchita de básquet. No tengo recuerdos de que no me haya gustado en algún momento. Desde el primer día fue pasión lo que sentí por el básquet.

— ¿De ahí pasaste a Olimpia?

— No, yo en ese club estuve seis, siete meses. De ahí me fui al Club Centenario, que es el club en el que jugué hasta los 15 años. Y ahí pasé a las inferiores de Olimpia.

— ¿Cómo ves a Olimpia hoy?
— La situación ahora mismo es completamente distinta a cuando yo estaba. En esa época estaba el BID que era el banco que ponía todo el dinero para que Olimpia estuviese a primer nivel mundial. Ganó la Liga Nacional, la Liga Sudamericana, jugó copas intercontinentales. Cuando se viene abajo el banco, el club cae en un bajón terrible. Y ahora hay un grupo de chicos, ex jugadores, ex compañeros míos de la época, que están intentando desde una comisión que armaron reflotar la institución, pero es bastante complicado volver a llevarlo al primer plano en el corto plazo por una cuestión económica. Se necesitan sponsors, se necesita mucha gente que ayude. Va a llevar tiempo.

Ascendencia alemana-suiza

Como muchos santafesinos, sus orígenes llegaron desde Europa. “Somos alemanes-suizos. Por parte de madre (su segundo apellido es Heinrich) y de padre. Ellos vinieron en la época de la guerra. Mi abuelo nació en el barco. Fue una transición difícil en la época de la guerra cuando se vinieron. En la familia de mi abuelo materno eran nueve hermanos. Entre ellos todos hablaban en alemán. Nosotros lo perdimos”, comenta Walter.



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