El biólogo Andrés Sarquis encabezó el exhaustivo relevamiento de la avifauna que habita en la provincia. Foto: Guillermo Di Salvatore
Tomás Rico
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Entre Ríos tiene a la naturaleza como estandarte y es un pilar fundamental al momento de pensar en sus atractivos turísticos. La rica flora y fauna que se extiende en la provincia maravilla a propios y extraños. Pero para conservar esta riqueza natural es necesario preservar los recursos y el hábitat donde viven las diferentes especies.
En este sentido, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet realizaron un relevamiento sobre la distribución de aves de la provincia de Entre Ríos para construir mapas que identifican las áreas con la mayor cantidad de especies y, también, aquellos ambientes que ofrecen características únicas donde habitan aves raras, algunas también amenazadas.
“Este trabajo que realizamos en Entre Ríos es solo una parte de un gran trabajo que se realiza hace más de 25 años”, resaltó Juan Andrés Sarquis, doctor en Ciencias Biológicas, quien es becario posdoctoral en el Instituto Nacional de Limnología (INALI) dependiente de la UNL y el Conicet.
Para realizar el trabajo de campo, Sarquis trabajó con el investigador Alejandro Giraudo y Vanesa Arzamendia y con los biólogos Maximiliano Cristaldi, Rodrigo Lorenzón y Fabricio Reales, oriundo de Crespo, y pasaron largas semanas recorriendo en camionetas los cientos de kilómetros de caminos rurales que se emplazan en Entre Ríos. “Cuando vemos en el Google Earth algún campo que tenga mucho bosque, paramos, pedimos permiso a los dueños y pasamos varios días buscando aves. Hemos llegado a encontrar en algunas campañas 280 especies de aves”.
El trabajo sobre la avifauna de la provincia logró precisar que existen 395 especies de aves, de las cuales 17 están amenazadas y que viven en condiciones ambientales que las deja en una posición de mayor vulnerabilidad. “Entre Ríos tiene la posibilidad, a través de la Secretaría de Ambiente, de empezar a ordenar territorios de una forma más eficiente y amigable con el medio ambiente”, sostuvo Sarquis, quien conformó el equipo de trabajo, además con: Gisela Bellini, Romina Pavé, Pamela Olguin, Evelina León, Eugenia Rodriguez, Silvia Regner, Lorena Sovrano y Carla Bessa.
En detalle
En una entrevista con Mirador Entre Ríos, Sarquis dio cuenta de los pormenores de la ardua investigación.
—¿En qué consistió el trabajo?
—Fue un trabajo de búsqueda de datos de aves de todos los años de los que se tiene registro científico. Para eso revisamos literatura científica; manuales; periódicos; 12 colecciones de museos de Argentina y dos de Uruguay; y base de datos virtuales (disponibles en internet). Además hice tres años de estudio de campo, algo que el grupo de trabajo empezó a hacer en todo el litoral hace 25 años.
—En ese relevamiento de campo. ¿Qué es lo se registra?
—El tipo de especie, cuántos ejemplares se identificaban y la localidad con latitud y longitud en un GPS. Luego, esos datos se volcaron en una planilla y de ahí se hicieron análisis a través de algoritmos y programas especiales que se usan a nivel mundial para poder encontrar a dónde se ubican las especies. Toda esa información, se derivó a otro programa para armar los mapas de distribución y así determinar cuáles son las áreas más importantes para las aves.
—En Entre Ríos habitan, por lo que estudiaron, cerca de 400 especies de aves. ¿Es una buena cantidad?
—Sí, es un buen número para lo que se esperaba en la provincia, ya que no estaba muestreada completamente. Se tuvo que esperar muchos años para que lleguen los fondos para esta beca doctoral que fue la que realicé y así investigar la cantidad de especies de aves que hay. Los libros más completos decían que Entre Ríos tenía 360 especies y nosotros logramos determinar que hay 395 especies de aves.
—¿Qué es lo que se debe hacer con las áreas que buscan proteger?
—Lo que vemos como biólogos es que solamente las áreas protegidas no alcanza para proteger la biodiversidad. No todo puede ser un área protegida, solo una parte del territorio se puede proteger bajo una ley. Tampoco todo puede ser un área protegida estricta, por ejemplo los Parques Nacionales —Entre Ríos tiene el Palmar, en Colón y el Pre Delta, en Diamante— que no permiten ningún uso, más allá del científico o turístico.
Lo que hay que hacer, y por eso es necesario el trabajo con agrónomos, biólogos, veterinarios, ingenieros forestales y ambientales, y así avanzar en el estudio de cómo usamos la tierra. Y pensar qué acciones se pueden hacer en las áreas protegidas de usos múltiples, por ejemplo el Parque General San Martín —ubicado en La Picada, cerca de Paraná—, donde se permite que una parte se conserve en forma estricta y otra parte donde se pueden usar los recursos, y ver cómo avanzan en la protección de la flora y fauna.
No todo puede ser “no tocado”, no podemos decir “no toquemos más nada” porque necesitamos seguir utilizando recursos e impulsando las actividades económicas y necesitamos seguir comiendo, por lo que no podemos proteger todo de forma estricta.
—¿Qué métodos consideras que pueden ser viables para que funcionen las áreas protegidas de usos múltiples?
—Hay muchas herramientas, por ejemplo la agroecología o la ganadería sustentable. Existe una necesidad de que se hagan manejos de las áreas más integrales, por eso es necesario disminuir el uso de agroquímicos en los cultivos actuales y que la tierra se maneje de forma más amigable.
Lugares prioritarios
Tras recorrer cada espacio de Entre Ríos, de este a oeste y de norte a sur, Sarquis y el grupo de trabajo pudieron determinar los lugares prioritarios para la preservación de las diferentes especies. “Existen áreas importantes en el norte sobre el río Paraná en La Paz, en el arroyo Feliciano y el río Guayquiraró. También en el norte del río Uruguay (Departamento Federación), hay lugares que hay que darle prioridad. Al sur encontramos áreas prioritarias para las aves cerca de Paraná y Diamante; en el Delta del río Paraná y el Bajo Uruguay, es decir en el Departamento Islas del Ibicuy, que se extienden bordando el Uruguay hasta Gualeguaychú”, detalló Sarquis.
Estos sectores de la provincia son los que se deben tener en cuenta para complementar el sistema de áreas protegidas y así poder mejorar, a través de las leyes, la protección de ambientes naturales que contengan muchas aves.
En relación al factor humano y su influencia en torno a la utilización de los recursos, los biólogos denotaron que los departamentos Feliciano y Federal cobran mayor importancia que el de La Paz y Federación. A esta idea la sostienen, ya que poseen actividades económicas como animales bajo montes; baja densidad poblacional; mayor cantidad de bosques y ambientes mejor conservados. También el Delta del Paraná y el Bajo Uruguay “cobran una importancia fundamental por ser ambientes inundables con baja actividad en comparación con el resto de la provincia”, destacaron.
Aves emblemáticas en peligro
Las grandes extensiones de verde cerca de ríos, lagunas, arroyos y bañados, son los sitios preferidos para las aves y su avistaje es uno de los atractivos turísticos de Entre Ríos. Empero, con el avance de la intervención humana sobre espacios de naturaleza virgen, una vasta diversidad de pájaros va quedando relegada de su hábitat. “Hay muchas aves en Entre Ríos que están en peligro y que son muy emblemáticas, cuya población se ve disminuida como así también sus ambientes por el uso de la tierra, llámese agricultura, ganadería, plantaciones forestales”, analizó Sarquis.
Algunas de las aves características del territorio entrerriano, que hay que proteger son: el cardenal amarillo —por el cual existe un proyecto de conservación que lleva adelante la Dirección de Minería, Medio Ambiente y Recursos Naturales de Entre Ríos—; el tordo amarillo; el ñandú, un ave que está en casi toda la provincia, pero que según Sarquis, “está muy comprometida porque casi todos los campos están con tranqueras y cercas, por los cuales se pueden ver afectadas”; la monjita dominicana; entre otras.
“El cardenal amarillo es muy emblemático en Entre Ríos y emblemática para la gente. Tiene sobre todo poblaciones en el norte y se la busca mucho como ave de jaula”, comentó el biólogo sobre una especie que se busca proteger y recordó que junto al colega Fabricio Reales pasó entre 2 años recorriendo los campos para encontrar un ejemplar de este cardenal.
Para alcanzar el objetivo
Ya con los resultados sobre la mesa, Andrés Sarquis y su grupo de colaboradores, tienen 395 motivos para que la parte política haga su tarea. “Los resultados sirven para darle elementos a la gestión provincial, sobre todo a la Secretaría de Ambiente para tomar acciones concretas en el territorio. De hecho, esto es muy importante porque cuando terminé mi tesis doctoral descubrimos la importancia de acercarnos a la Secretaría de Ambiente para brindarles los mapas”, señaló el flamante doctor y agregó de sus gestiones con la “pata” estatal, logró una reunión con el ingeniero Martín Barbieri, secretario de Ambiente.
“Le explicamos cuál es la situación actual en Entre Ríos de la avifauna, en cuanto a los terrenos y ambientes naturales que quedan. Él se interesó en avanzar con este proyecto, por lo tanto ahora estamos esperando la firma de un convenio de trabajo entre Ambiente y nosotros, que nos permita tener la avifauna más protegida”, informó Sarquis.
A su vez valoró que la reunión con Barbieri “fue muy provechosa” y concluyó: “Sería importante que los tomadores de decisión de Entre Ríos tengan en cuenta estas áreas y se realicen acciones de conservación y manejo”.
Proyección a 2050 y el cambio climático
Otro aspecto analizado por los investigadores incluye el impacto del cambio climático en el territorio entrerriano. En este sentido, el biólogo santafesino es tajante: “El cambio climático va a afectar la distribución de las aves en Entre Ríos desde el presente al 2050. El norte del río Paraná muestra una menor prioridad en relación con los bosques linderos al río Uruguay. El Delta del Paraná y el bajo río Uruguay denotan ser importantes en todos los análisis realizados, siendo esperable comenzar con el Delta y Río Uruguay en las próximas acciones de conservación”, y remarcó que al incluir la actividad humana, la zona de la selva montielera continua siendo fundamental para las aves, preservar sectores en Feliciano y Federación, así como el delta e islas de Victoria.
El desafío hoy es pensar en áreas protegidas sabiendo que el clima cambia y que eso va a afectar a la flora y la fauna. “Sabemos que puede pasar y que puede ser significativo para muchas especies, pero no sabemos cómo se va a modificar la distribución de cada especie”, indicó Sarquis.
Según explicó el especialista, las aves pueden adaptarse a los cambios y quedarse en el lugar o pueden moverse y buscar otros lugares con condiciones climáticas similares a las que tienen en la actualidad. Pero las distribuciones no dependen solo del clima, también podría depender de cómo afectan esos cambios a sus fuentes de alimentación, por ejemplo. “Si el ave se adapta pero el insecto o el fruto de la planta que come no lo hace podría verse seriamente afectada su distribución”, acotó y agregó que “en la medida que se pierden hábitats naturales por las actividades humanas, a las aves se les dificulta encontrar nuevos lugares con aptitud ambiental para sobrevivir”.
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Entre Ríos tiene a la naturaleza como estandarte y es un pilar fundamental al momento de pensar en sus atractivos turísticos. La rica flora y fauna que se extiende en la provincia maravilla a propios y extraños. Pero para conservar esta riqueza natural es necesario preservar los recursos y el hábitat donde viven las diferentes especies.
En este sentido, investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet realizaron un relevamiento sobre la distribución de aves de la provincia de Entre Ríos para construir mapas que identifican las áreas con la mayor cantidad de especies y, también, aquellos ambientes que ofrecen características únicas donde habitan aves raras, algunas también amenazadas.
“Este trabajo que realizamos en Entre Ríos es solo una parte de un gran trabajo que se realiza hace más de 25 años”, resaltó Juan Andrés Sarquis, doctor en Ciencias Biológicas, quien es becario posdoctoral en el Instituto Nacional de Limnología (INALI) dependiente de la UNL y el Conicet.
Para realizar el trabajo de campo, Sarquis trabajó con el investigador Alejandro Giraudo y Vanesa Arzamendia y con los biólogos Maximiliano Cristaldi, Rodrigo Lorenzón y Fabricio Reales, oriundo de Crespo, y pasaron largas semanas recorriendo en camionetas los cientos de kilómetros de caminos rurales que se emplazan en Entre Ríos. “Cuando vemos en el Google Earth algún campo que tenga mucho bosque, paramos, pedimos permiso a los dueños y pasamos varios días buscando aves. Hemos llegado a encontrar en algunas campañas 280 especies de aves”.
El trabajo sobre la avifauna de la provincia logró precisar que existen 395 especies de aves, de las cuales 17 están amenazadas y que viven en condiciones ambientales que las deja en una posición de mayor vulnerabilidad. “Entre Ríos tiene la posibilidad, a través de la Secretaría de Ambiente, de empezar a ordenar territorios de una forma más eficiente y amigable con el medio ambiente”, sostuvo Sarquis, quien conformó el equipo de trabajo, además con: Gisela Bellini, Romina Pavé, Pamela Olguin, Evelina León, Eugenia Rodriguez, Silvia Regner, Lorena Sovrano y Carla Bessa.
En detalle
En una entrevista con Mirador Entre Ríos, Sarquis dio cuenta de los pormenores de la ardua investigación.
—¿En qué consistió el trabajo?
—Fue un trabajo de búsqueda de datos de aves de todos los años de los que se tiene registro científico. Para eso revisamos literatura científica; manuales; periódicos; 12 colecciones de museos de Argentina y dos de Uruguay; y base de datos virtuales (disponibles en internet). Además hice tres años de estudio de campo, algo que el grupo de trabajo empezó a hacer en todo el litoral hace 25 años.
—En ese relevamiento de campo. ¿Qué es lo se registra?
—El tipo de especie, cuántos ejemplares se identificaban y la localidad con latitud y longitud en un GPS. Luego, esos datos se volcaron en una planilla y de ahí se hicieron análisis a través de algoritmos y programas especiales que se usan a nivel mundial para poder encontrar a dónde se ubican las especies. Toda esa información, se derivó a otro programa para armar los mapas de distribución y así determinar cuáles son las áreas más importantes para las aves.
—En Entre Ríos habitan, por lo que estudiaron, cerca de 400 especies de aves. ¿Es una buena cantidad?
—Sí, es un buen número para lo que se esperaba en la provincia, ya que no estaba muestreada completamente. Se tuvo que esperar muchos años para que lleguen los fondos para esta beca doctoral que fue la que realicé y así investigar la cantidad de especies de aves que hay. Los libros más completos decían que Entre Ríos tenía 360 especies y nosotros logramos determinar que hay 395 especies de aves.
—¿Qué es lo que se debe hacer con las áreas que buscan proteger?
—Lo que vemos como biólogos es que solamente las áreas protegidas no alcanza para proteger la biodiversidad. No todo puede ser un área protegida, solo una parte del territorio se puede proteger bajo una ley. Tampoco todo puede ser un área protegida estricta, por ejemplo los Parques Nacionales —Entre Ríos tiene el Palmar, en Colón y el Pre Delta, en Diamante— que no permiten ningún uso, más allá del científico o turístico.
Lo que hay que hacer, y por eso es necesario el trabajo con agrónomos, biólogos, veterinarios, ingenieros forestales y ambientales, y así avanzar en el estudio de cómo usamos la tierra. Y pensar qué acciones se pueden hacer en las áreas protegidas de usos múltiples, por ejemplo el Parque General San Martín —ubicado en La Picada, cerca de Paraná—, donde se permite que una parte se conserve en forma estricta y otra parte donde se pueden usar los recursos, y ver cómo avanzan en la protección de la flora y fauna.
No todo puede ser “no tocado”, no podemos decir “no toquemos más nada” porque necesitamos seguir utilizando recursos e impulsando las actividades económicas y necesitamos seguir comiendo, por lo que no podemos proteger todo de forma estricta.
—¿Qué métodos consideras que pueden ser viables para que funcionen las áreas protegidas de usos múltiples?
—Hay muchas herramientas, por ejemplo la agroecología o la ganadería sustentable. Existe una necesidad de que se hagan manejos de las áreas más integrales, por eso es necesario disminuir el uso de agroquímicos en los cultivos actuales y que la tierra se maneje de forma más amigable.
Lugares prioritarios
Tras recorrer cada espacio de Entre Ríos, de este a oeste y de norte a sur, Sarquis y el grupo de trabajo pudieron determinar los lugares prioritarios para la preservación de las diferentes especies. “Existen áreas importantes en el norte sobre el río Paraná en La Paz, en el arroyo Feliciano y el río Guayquiraró. También en el norte del río Uruguay (Departamento Federación), hay lugares que hay que darle prioridad. Al sur encontramos áreas prioritarias para las aves cerca de Paraná y Diamante; en el Delta del río Paraná y el Bajo Uruguay, es decir en el Departamento Islas del Ibicuy, que se extienden bordando el Uruguay hasta Gualeguaychú”, detalló Sarquis.
Estos sectores de la provincia son los que se deben tener en cuenta para complementar el sistema de áreas protegidas y así poder mejorar, a través de las leyes, la protección de ambientes naturales que contengan muchas aves.
En relación al factor humano y su influencia en torno a la utilización de los recursos, los biólogos denotaron que los departamentos Feliciano y Federal cobran mayor importancia que el de La Paz y Federación. A esta idea la sostienen, ya que poseen actividades económicas como animales bajo montes; baja densidad poblacional; mayor cantidad de bosques y ambientes mejor conservados. También el Delta del Paraná y el Bajo Uruguay “cobran una importancia fundamental por ser ambientes inundables con baja actividad en comparación con el resto de la provincia”, destacaron.
Aves emblemáticas en peligro
Las grandes extensiones de verde cerca de ríos, lagunas, arroyos y bañados, son los sitios preferidos para las aves y su avistaje es uno de los atractivos turísticos de Entre Ríos. Empero, con el avance de la intervención humana sobre espacios de naturaleza virgen, una vasta diversidad de pájaros va quedando relegada de su hábitat. “Hay muchas aves en Entre Ríos que están en peligro y que son muy emblemáticas, cuya población se ve disminuida como así también sus ambientes por el uso de la tierra, llámese agricultura, ganadería, plantaciones forestales”, analizó Sarquis.
Algunas de las aves características del territorio entrerriano, que hay que proteger son: el cardenal amarillo —por el cual existe un proyecto de conservación que lleva adelante la Dirección de Minería, Medio Ambiente y Recursos Naturales de Entre Ríos—; el tordo amarillo; el ñandú, un ave que está en casi toda la provincia, pero que según Sarquis, “está muy comprometida porque casi todos los campos están con tranqueras y cercas, por los cuales se pueden ver afectadas”; la monjita dominicana; entre otras.
“El cardenal amarillo es muy emblemático en Entre Ríos y emblemática para la gente. Tiene sobre todo poblaciones en el norte y se la busca mucho como ave de jaula”, comentó el biólogo sobre una especie que se busca proteger y recordó que junto al colega Fabricio Reales pasó entre 2 años recorriendo los campos para encontrar un ejemplar de este cardenal.
Para alcanzar el objetivo
Ya con los resultados sobre la mesa, Andrés Sarquis y su grupo de colaboradores, tienen 395 motivos para que la parte política haga su tarea. “Los resultados sirven para darle elementos a la gestión provincial, sobre todo a la Secretaría de Ambiente para tomar acciones concretas en el territorio. De hecho, esto es muy importante porque cuando terminé mi tesis doctoral descubrimos la importancia de acercarnos a la Secretaría de Ambiente para brindarles los mapas”, señaló el flamante doctor y agregó de sus gestiones con la “pata” estatal, logró una reunión con el ingeniero Martín Barbieri, secretario de Ambiente.
“Le explicamos cuál es la situación actual en Entre Ríos de la avifauna, en cuanto a los terrenos y ambientes naturales que quedan. Él se interesó en avanzar con este proyecto, por lo tanto ahora estamos esperando la firma de un convenio de trabajo entre Ambiente y nosotros, que nos permita tener la avifauna más protegida”, informó Sarquis.
A su vez valoró que la reunión con Barbieri “fue muy provechosa” y concluyó: “Sería importante que los tomadores de decisión de Entre Ríos tengan en cuenta estas áreas y se realicen acciones de conservación y manejo”.
Proyección a 2050 y el cambio climático
Otro aspecto analizado por los investigadores incluye el impacto del cambio climático en el territorio entrerriano. En este sentido, el biólogo santafesino es tajante: “El cambio climático va a afectar la distribución de las aves en Entre Ríos desde el presente al 2050. El norte del río Paraná muestra una menor prioridad en relación con los bosques linderos al río Uruguay. El Delta del Paraná y el bajo río Uruguay denotan ser importantes en todos los análisis realizados, siendo esperable comenzar con el Delta y Río Uruguay en las próximas acciones de conservación”, y remarcó que al incluir la actividad humana, la zona de la selva montielera continua siendo fundamental para las aves, preservar sectores en Feliciano y Federación, así como el delta e islas de Victoria.
El desafío hoy es pensar en áreas protegidas sabiendo que el clima cambia y que eso va a afectar a la flora y la fauna. “Sabemos que puede pasar y que puede ser significativo para muchas especies, pero no sabemos cómo se va a modificar la distribución de cada especie”, indicó Sarquis.
Según explicó el especialista, las aves pueden adaptarse a los cambios y quedarse en el lugar o pueden moverse y buscar otros lugares con condiciones climáticas similares a las que tienen en la actualidad. Pero las distribuciones no dependen solo del clima, también podría depender de cómo afectan esos cambios a sus fuentes de alimentación, por ejemplo. “Si el ave se adapta pero el insecto o el fruto de la planta que come no lo hace podría verse seriamente afectada su distribución”, acotó y agregó que “en la medida que se pierden hábitats naturales por las actividades humanas, a las aves se les dificulta encontrar nuevos lugares con aptitud ambiental para sobrevivir”.
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