"Solo las personas que trabajamos en crear artesanías sabemos lo bueno que es para el alma", sostuvo.
Ceferino Azambuyo
[email protected]
Los comienzos fueron en su casa natal en Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero. Junto a su hermano menor cuando su padre y sus hermanos mayores dormían la siesta, dice José María Juárez: "Afanábamos un poco de palma y una lesna, y nos íbamos debajo de unos algarrobos en el fondo de casa y practicábamos formas durante más o menos una hora para llegar antes que nos descubrieran porque no teníamos permitido tocar las herramientas". Eran veranos de entre 44 a 46 grados a la sombra.
"Mi padre y hermanos mayores realizaban cestería pero no se dedicaban de lleno a esa actividad y lo nuestro era mucha práctica en los momentos en que ellos no nos podían ver. Un día logré hacer una canastita de unos cuatro centímetros de diámetro y fue un triunfo para mí. Sin embargo, el dilema fue qué hacer con la canastita y se me ocurrió una idea de agregarle una manija para colgarlo entre las ramas de los árboles para que hagan nido las tacuaras", relató Juárez a Mirador Entre Ríos.
Sus manos que entretejen la palma, anidan esos recuerdos de travesuras de la niñez que marcan en muchos casos la vida y en es su experiencia porque así fue que redescubrió su infancia, que le renació con el impulso que necesitaba para tomar un rumbo luego de su jubilación.
"Desde el comienzo me incliné por la cestería fina junto a uno de mis hermanos porque el resto trabajaban rústico y semi rústico. Hacía pocos trabajos que regalaba a personas de mi amistad y esa etapa fue hasta los 20 años que me incorporé al servicio militar obligatorio con destino en Entre Ríos y desde entonces sigo acá en Villaguay, desde el 13 de enero de 1961", recordó.
La decisión de dedicarse a la artesanía
Juárez siguió la carrera militar y se retiró en diciembre de 1993. "El año siguiente fue de meditación para decidir a qué me dedicaba. En 1995 de visita en Colón fuimos a la Fiesta Nacional de la Artesanía donde encontré a un señor oriundo de La Paz que trabajaba con la misma técnica que yo conocía. Empezamos a hablar y de entrada lo noté muy agrandado porque dijo que era el número 1 de los cesteros de Entre Ríos. Cuando miré los trabajos me di cuenta que en realidad podía estar a mi alcance, fue eso lo que me decidió e incentivó para empezar en el mes de febrero de 1995".
Todo le indicaba que el llamado no se debía hacer esperar y fue así que se decidió a exponer por primera vez en el evento de artesanos por excelencia de Colón, pero confiesa que "no tenía idea lo que era ser un artesano pero sabía que iba a aprender y tuve que copiar hasta el armado de los puestos, esos fueron mis comienzos. En realidad para tener un nivel muy alto en general se necesitan muchos años de ferias y plazas para tomar experiencia pero decidido me jugué", afirmó con una sonrisa.
Secretos de sus creaciones
En las características de sus trabajos se observan distintos diseños que va creando y no es solo técnica sino van tomando forma desde la inspiración al momento de hacer las piezas, encontrando en cada una un toque diferente.
Juárez describe que el gran secreto está en el material y en cómo se lo procesa porque "hay quienes trabajan la hoja de palma verde y cuando se seca el trabajo queda flojo y esponjoso. En mi caso la corto, la seco a la sombra, la guardo en un lugar donde no tome contacto con la humedad, de ahí voy sacando e hidratando. Así se puede lograr el resultado de acabado sumamente prolijo y con una estética adecuada", detalló Juárez.
El artesano explicó que en cuanto a los tonos de color se dan naturalmente. "A veces queda jaspeado en las puntas de las hojas de palma y eso es normal porque no lleva ningún proceso es únicamente agua y a medida que se va logrando la forma hay que ir perfeccionándolo para alcanzar un diseño y la mayor preocupación es, mientras avanzo en el modelo, pensar cual es el próximo trabajo porque surgen ideas y como no vivo de esto tengo la libertad y el tiempo suficiente para crear".
De la creación a la paz interior
"Al estar abstraído en el trabajo, estos momentos son increíbles por la paz interior que nos genera, a veces sucede que uno anda con los pelos volados pero al realizar este tarea me voy calmando e ingresando en un mundo maravilloso tanto que si alguien te habla no le prestas atención, a veces trabajo con la radio encendida pero ni me entero de lo que dicen por eso solo las personas que trabajamos en crear artesanías sabemos lo bueno que es para el alma".
-Algunos trabajos no se quieren vender ¿no?
-A veces me encariñaba con algunos trabajos y cuesta desprenderse. En una exposición de Palermo recuerdo una lámpara que fue adquirida por un matrimonio de Chile al cual le pedí un precio para que digan que no pero la llevaron igual, fue después de más de cuatro años de exponerla sin la idea de venderla. Un bolso de mano, que no tenía la idea de venderlo, cuando lo terminé lo llevé a la fiesta de la artesanía en Colón donde lo quiso comprar una turista húngara pero le dije que no y después de varios años expuse en el mercado de artesanías de Corrientes cuando fui a dar un curso me ofrecieron comprarlo y otra vez pasó lo mismo, pero la mujer que lo quería me dejó dinero de seña porque no le alcanzaba y fue a buscar para completar la compra. Nunca más ni de la lámpara ni del bolso de mano volví a hacer otro, fueron piezas únicas.
Reconocimientos varios
En el 2007, Colón lo premió con la Rueca de Oro, habiendo logrado en el 2002 la de plata. El artesano se ha hecho acreedor a incontables premios, distinciones y reconocimientos en la provincia y el país, que lo convierten en un referente de primer nivel en la materia. Otros lauros obtenidos incluyen el primer premio del 7mo. Encuentro Nacional de Maestros Artesanos Rosario 2008; posteriormente la Rural de Palermo lo distingue con el máximo galardón de la Copa Challenger, en el marco de la Exposición y Feria de Artesanías Tradicionales Argentinas 2015.
"En lo personal seguiré siendo el de siempre, igual o peor que antes", bromeó. "Dios hace las cosas y sabe por qué, no puedo pensar que estoy por encima de los demás. Sí es cierto que gracias a eso tengo buena aceptación entre los artesanos del país como referente", agregó.
El sueño de una escuela de artesanos
Juárez comentó a Mirador Entre Ríos que en una oportunidad de exponer en Ituzaingó (Buenos Aires) tomó contacto con integrantes de la escuela de artesanías de Moreno. "Estuve en la de Berazategui en dos oportunidades donde se cursa durante tres años recibiendo el título en distintos rubros como soguería, platería, telar, cestería, madera, hierro, vidrio. Eso es muy importante por lo tanto he acercado la propuesta para que Entre Ríos tenga su escuela, sería un sueño", enfatizó.
Pensada incluso como una forma de salida laboral, se interesó en primer lugar para que en Villaguay se tomara la iniciativa. También tomó contacto con el intendente de Colón y señaló que le hicieron conocer la idea como integrantes del jurado de la selección de los artesanos para la fiesta y "lo vimos muy entusiasmado", consideró.
Juárez dijo que ha expuesto en establecimientos educativos y observó como "extraordinario el atractivo e interés de los chicos por la artesanía. Eso lo reafirma la cantidad de preguntas que tienen para hacer, por ejemplo en el caso de la Escuela Nº5 Paraná, donde fui por media hora y solo para hablarle a un curso pero terminé exponiendo para toda la escuela y estuve tres horas debido al entusiasmo y curiosidad de los alumnos".
Una experiencia similar fue en la escuela Nº40 Provincia de Salta, donde según el artesano "estaba explicando sobre el tema y los chicos me tironeaban de un lado a otro para que les preste atención a las preguntas que tienen para hacer, incluso como di algunas pautas para realizar el trabajo pedían ellos para hacerlo porque tienen interés en aprender".
Si bien se ofreció para enseñar en talleres gratuitos en escuelas aún no se ha concretado y tampoco lo convocaron para volver a brindar charlas.
El año pasado entró en vigencia en Entre Ríos la Ley 10.659, que entre los puntos principales garantiza la enseñanza y difusión de la artesanía a través de la educación formal y no formal. En ese aspecto Juárez expresó que "la artesanía es parte de nuestras raíces, de nuestra identidad, es decir nuestra cultura y no podemos perderla, nosotros somos los encargados de difundirla, enseñarla y defenderla".
El Premio Unesco 2002
En el 2002, Juárez recibió el Premio Unesco para América Latina y el caribe otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en México (DF) y sobre eso hay una curiosa situación. "En el año 2000 recibí una invitación para participar en el concurso internacional, pero leyendo las bases pensé que no estaba para esa competencia".
La selección era por región y competían 10 trabajos por cada una. En Trebelín, Chubut, se hizo el concurso nacional y posteriormente las 10 piezas seleccionadas participaron en México. "Así recibí primero la comunicación de la selección de mi diseño y posteriormente que fui ganador en México. De esa manera pasó a ser patrimonio del museo de la Unesco en París", dijo orgulloso y agregó que "la noticia de la distinción internacional fue un verdadero cachetazo porque es algo parecido a cuando uno no confía que algún allegado pueda alcanzar metas y recibe la grata sorpresa".
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Los comienzos fueron en su casa natal en Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero. Junto a su hermano menor cuando su padre y sus hermanos mayores dormían la siesta, dice José María Juárez: "Afanábamos un poco de palma y una lesna, y nos íbamos debajo de unos algarrobos en el fondo de casa y practicábamos formas durante más o menos una hora para llegar antes que nos descubrieran porque no teníamos permitido tocar las herramientas". Eran veranos de entre 44 a 46 grados a la sombra.
"Mi padre y hermanos mayores realizaban cestería pero no se dedicaban de lleno a esa actividad y lo nuestro era mucha práctica en los momentos en que ellos no nos podían ver. Un día logré hacer una canastita de unos cuatro centímetros de diámetro y fue un triunfo para mí. Sin embargo, el dilema fue qué hacer con la canastita y se me ocurrió una idea de agregarle una manija para colgarlo entre las ramas de los árboles para que hagan nido las tacuaras", relató Juárez a Mirador Entre Ríos.
Sus manos que entretejen la palma, anidan esos recuerdos de travesuras de la niñez que marcan en muchos casos la vida y en es su experiencia porque así fue que redescubrió su infancia, que le renació con el impulso que necesitaba para tomar un rumbo luego de su jubilación.
"Desde el comienzo me incliné por la cestería fina junto a uno de mis hermanos porque el resto trabajaban rústico y semi rústico. Hacía pocos trabajos que regalaba a personas de mi amistad y esa etapa fue hasta los 20 años que me incorporé al servicio militar obligatorio con destino en Entre Ríos y desde entonces sigo acá en Villaguay, desde el 13 de enero de 1961", recordó.
La decisión de dedicarse a la artesanía
Juárez siguió la carrera militar y se retiró en diciembre de 1993. "El año siguiente fue de meditación para decidir a qué me dedicaba. En 1995 de visita en Colón fuimos a la Fiesta Nacional de la Artesanía donde encontré a un señor oriundo de La Paz que trabajaba con la misma técnica que yo conocía. Empezamos a hablar y de entrada lo noté muy agrandado porque dijo que era el número 1 de los cesteros de Entre Ríos. Cuando miré los trabajos me di cuenta que en realidad podía estar a mi alcance, fue eso lo que me decidió e incentivó para empezar en el mes de febrero de 1995".
Todo le indicaba que el llamado no se debía hacer esperar y fue así que se decidió a exponer por primera vez en el evento de artesanos por excelencia de Colón, pero confiesa que "no tenía idea lo que era ser un artesano pero sabía que iba a aprender y tuve que copiar hasta el armado de los puestos, esos fueron mis comienzos. En realidad para tener un nivel muy alto en general se necesitan muchos años de ferias y plazas para tomar experiencia pero decidido me jugué", afirmó con una sonrisa.
Secretos de sus creaciones
En las características de sus trabajos se observan distintos diseños que va creando y no es solo técnica sino van tomando forma desde la inspiración al momento de hacer las piezas, encontrando en cada una un toque diferente.
Juárez describe que el gran secreto está en el material y en cómo se lo procesa porque "hay quienes trabajan la hoja de palma verde y cuando se seca el trabajo queda flojo y esponjoso. En mi caso la corto, la seco a la sombra, la guardo en un lugar donde no tome contacto con la humedad, de ahí voy sacando e hidratando. Así se puede lograr el resultado de acabado sumamente prolijo y con una estética adecuada", detalló Juárez.
El artesano explicó que en cuanto a los tonos de color se dan naturalmente. "A veces queda jaspeado en las puntas de las hojas de palma y eso es normal porque no lleva ningún proceso es únicamente agua y a medida que se va logrando la forma hay que ir perfeccionándolo para alcanzar un diseño y la mayor preocupación es, mientras avanzo en el modelo, pensar cual es el próximo trabajo porque surgen ideas y como no vivo de esto tengo la libertad y el tiempo suficiente para crear".
De la creación a la paz interior
"Al estar abstraído en el trabajo, estos momentos son increíbles por la paz interior que nos genera, a veces sucede que uno anda con los pelos volados pero al realizar este tarea me voy calmando e ingresando en un mundo maravilloso tanto que si alguien te habla no le prestas atención, a veces trabajo con la radio encendida pero ni me entero de lo que dicen por eso solo las personas que trabajamos en crear artesanías sabemos lo bueno que es para el alma".
-Algunos trabajos no se quieren vender ¿no?
-A veces me encariñaba con algunos trabajos y cuesta desprenderse. En una exposición de Palermo recuerdo una lámpara que fue adquirida por un matrimonio de Chile al cual le pedí un precio para que digan que no pero la llevaron igual, fue después de más de cuatro años de exponerla sin la idea de venderla. Un bolso de mano, que no tenía la idea de venderlo, cuando lo terminé lo llevé a la fiesta de la artesanía en Colón donde lo quiso comprar una turista húngara pero le dije que no y después de varios años expuse en el mercado de artesanías de Corrientes cuando fui a dar un curso me ofrecieron comprarlo y otra vez pasó lo mismo, pero la mujer que lo quería me dejó dinero de seña porque no le alcanzaba y fue a buscar para completar la compra. Nunca más ni de la lámpara ni del bolso de mano volví a hacer otro, fueron piezas únicas.
Reconocimientos varios
En el 2007, Colón lo premió con la Rueca de Oro, habiendo logrado en el 2002 la de plata. El artesano se ha hecho acreedor a incontables premios, distinciones y reconocimientos en la provincia y el país, que lo convierten en un referente de primer nivel en la materia. Otros lauros obtenidos incluyen el primer premio del 7mo. Encuentro Nacional de Maestros Artesanos Rosario 2008; posteriormente la Rural de Palermo lo distingue con el máximo galardón de la Copa Challenger, en el marco de la Exposición y Feria de Artesanías Tradicionales Argentinas 2015.
"En lo personal seguiré siendo el de siempre, igual o peor que antes", bromeó. "Dios hace las cosas y sabe por qué, no puedo pensar que estoy por encima de los demás. Sí es cierto que gracias a eso tengo buena aceptación entre los artesanos del país como referente", agregó.
El sueño de una escuela de artesanos
Juárez comentó a Mirador Entre Ríos que en una oportunidad de exponer en Ituzaingó (Buenos Aires) tomó contacto con integrantes de la escuela de artesanías de Moreno. "Estuve en la de Berazategui en dos oportunidades donde se cursa durante tres años recibiendo el título en distintos rubros como soguería, platería, telar, cestería, madera, hierro, vidrio. Eso es muy importante por lo tanto he acercado la propuesta para que Entre Ríos tenga su escuela, sería un sueño", enfatizó.
Pensada incluso como una forma de salida laboral, se interesó en primer lugar para que en Villaguay se tomara la iniciativa. También tomó contacto con el intendente de Colón y señaló que le hicieron conocer la idea como integrantes del jurado de la selección de los artesanos para la fiesta y "lo vimos muy entusiasmado", consideró.
Juárez dijo que ha expuesto en establecimientos educativos y observó como "extraordinario el atractivo e interés de los chicos por la artesanía. Eso lo reafirma la cantidad de preguntas que tienen para hacer, por ejemplo en el caso de la Escuela Nº5 Paraná, donde fui por media hora y solo para hablarle a un curso pero terminé exponiendo para toda la escuela y estuve tres horas debido al entusiasmo y curiosidad de los alumnos".
Una experiencia similar fue en la escuela Nº40 Provincia de Salta, donde según el artesano "estaba explicando sobre el tema y los chicos me tironeaban de un lado a otro para que les preste atención a las preguntas que tienen para hacer, incluso como di algunas pautas para realizar el trabajo pedían ellos para hacerlo porque tienen interés en aprender".
Si bien se ofreció para enseñar en talleres gratuitos en escuelas aún no se ha concretado y tampoco lo convocaron para volver a brindar charlas.
El año pasado entró en vigencia en Entre Ríos la Ley 10.659, que entre los puntos principales garantiza la enseñanza y difusión de la artesanía a través de la educación formal y no formal. En ese aspecto Juárez expresó que "la artesanía es parte de nuestras raíces, de nuestra identidad, es decir nuestra cultura y no podemos perderla, nosotros somos los encargados de difundirla, enseñarla y defenderla".
La artesanía es parte de nuestras raíces, de nuestra identidad, es decir nuestra cultura y no podemos perderla, nosotros somos los encargados de difundirla, enseñarla y defenderla.
José María Juárez, artesano
El Premio Unesco 2002
En el 2002, Juárez recibió el Premio Unesco para América Latina y el caribe otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en México (DF) y sobre eso hay una curiosa situación. "En el año 2000 recibí una invitación para participar en el concurso internacional, pero leyendo las bases pensé que no estaba para esa competencia".
La selección era por región y competían 10 trabajos por cada una. En Trebelín, Chubut, se hizo el concurso nacional y posteriormente las 10 piezas seleccionadas participaron en México. "Así recibí primero la comunicación de la selección de mi diseño y posteriormente que fui ganador en México. De esa manera pasó a ser patrimonio del museo de la Unesco en París", dijo orgulloso y agregó que "la noticia de la distinción internacional fue un verdadero cachetazo porque es algo parecido a cuando uno no confía que algún allegado pueda alcanzar metas y recibe la grata sorpresa".
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