El espacio ofrece contención y educación a niños y jóvenes que viven en condiciones vulnerables.
Lucía Torres
[email protected]
Liliana Chervo es una de las voluntarias que la escuelita El Refugio, que funciona en Chajarí. En diálogo con Mirador Entre Ríos comentó sobre las actividades que se realizan en este espacio, que depende de la Fundación Maristas y fue prestado por los hermanos hace ya casi dos décadas.
El lugar abre sus puertas todos los días por la mañana y tres veces por semana en la tarde, de 15 a 16.30 horas, aproximadamente. “En la escuela se da apoyo escolar, contención, desayuno y merienda, les damos los útiles escolares y en época de invierno se realiza la campaña de abrigo, para recolectar zapatillas, mantas, camperas para brindar este apoyo a las familias que están pasando un momento complicado”, mencionó Chervo.
Se trata de un grupo de mujeres que inicialmente trabajaban en Cáritas, que también se encuentra en el mismo barrio, a pocas cuadras. Según explicó la voluntaria notaban que ése no era el espacio adecuado para brindar acompañamiento escolar a los chicos del barrio, “porque en Cáritas hay otros talleres, es otro el funcionamiento”.
Realizaron entonces las gestiones y consiguieron un espacio que depende de la Comunidad Maristas y que en aquél momento estaba desocupado. Vale señalar que en los inicios se encontraron con chicos que nunca habían asistido a una escuela, “el hermano marista Jorge sugirió que utilicen este espacio que estaba sin usar por parte del colegio, se lo reacondicionó y se lo fue reutilizando para que sea lo más parecido a un aula”, señaló.
Y en este tiempo crecieron notablemente, “tenemos un montón de material que nos donaron en estos años”. Además, El Refugio cuenta ahora también con psicopedagoga y psicóloga que lo abona la Fundación Maristas, “nosotras somos voluntarias pero las profesionales sí tienen su sueldo, aunque mucha de su dedicación y tiempo lo brindan voluntariamente”.
Con los años la escuelita fue creciendo en número de alumnos, de voluntarios y de objetivos que se fueron planteando, según el momento que esté viviendo la sociedad. “En estos tiempos de pandemia estamos con grandes problemas de desocupación de las familias, y eso genera complicaciones, los chicos no se escolarizan, o dejaron de ir a la escuela, nuestro aporte es para que cumplan con el objetivo de escolarización, con eso va todo lo demás, el desayuno, el abrigo, pero no perdemos de vista que el principal objetivo es que los chicos estén escolarizados”.
Aportes desinteresados
Para entregar esta comida cuentan con la colaboración de donaciones y principalmente de uno de los colaboradores, “Héctor, un ex combatiente que trabaja con nosotros, es quien compra y sirve las meriendas, hace el mantenimiento de la escuelita, corta el pasto, nos espera siempre con las instalaciones abiertas, hace más de tres años que está trabajando con nosotros y es fundamental para que todo funcione correctamente”, dijo Liliana.
El resto de las voluntarias son en total unas doce personas, “docentes hay pocas, algunas jubiladas, en su mayoría somos mujeres comunes que queremos dar una mano”. En cuanto a los chicos y chicas que asisten diariamente son entre 40 y 50 chicos en distintos turnos. “Tenemos chicos que vienen para el desayuno aunque no concurren a la escuela, pero tratamos de que abran los cuadernos, ese es nuestro objetivo, evitar la deserción y la repitencia, lograr que sigan en la escuela, eso es lo que queremos, que estén escolarizados”.
Espacio abierto a todos
Aunque la entidad funciona en un lugar de la comunidad Marista, con evidente advocación religiosa, la entrevistada aclaró que en las clases no se habla de religión. “Sí hay clases de catequesis familiar los días sábados para quienes quieran sumarse para tomar la primera comunión en el mismo barrio, pero eso es aparte”. Dijo a voluntaria y aclaró que sólo en los casos en que los niños tengan tareas referidas a estos temas, se los ayuda, pero de otra manera es un tema que no se toca. “Lógicamente están abiertas las puertas a familias de todas las religiones y también agnósticas, nuestro objetivo es otro”, precisó.
Campaña del abrigo
Desde “El Refugio” todos los años realizan la campaña del abrigo y este año no es la excepción. Se busca recolectar ropa de abrigo, como camperas, buzos, pantalones, medias y zapatillas para los chicos. “El calzado es muy importante porque es lo que menos se consigue donado, y a los gurises se les mojan, se les rompe, les quedan chicas, por eso se necesitan todos los años, y camperas, guantes, frazadas, pantalones, tratamos de hacer la campaña de ropa y calzado”, indicó la voluntaria.
Es propicia la ocasión para solicitar quien quiera y pueda donar elementos para los desayunos y meriendas, es bienvenido, “leche o galletitas, pan, útiles escolares, mochilas, todo sirve”. En este sentido Chervo recalcó el tema del invierno “porque hay muchas familias en situación complicada, mucha gente juzga y dicen que desperdician ropa, o no la valoran, pero no es nuestra función juzgar a nadie, lo que nosotros buscamos es que estén calentitos y puedan descansar e ir a la escuela”.
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Liliana Chervo es una de las voluntarias que la escuelita El Refugio, que funciona en Chajarí. En diálogo con Mirador Entre Ríos comentó sobre las actividades que se realizan en este espacio, que depende de la Fundación Maristas y fue prestado por los hermanos hace ya casi dos décadas.
El lugar abre sus puertas todos los días por la mañana y tres veces por semana en la tarde, de 15 a 16.30 horas, aproximadamente. “En la escuela se da apoyo escolar, contención, desayuno y merienda, les damos los útiles escolares y en época de invierno se realiza la campaña de abrigo, para recolectar zapatillas, mantas, camperas para brindar este apoyo a las familias que están pasando un momento complicado”, mencionó Chervo.
Se trata de un grupo de mujeres que inicialmente trabajaban en Cáritas, que también se encuentra en el mismo barrio, a pocas cuadras. Según explicó la voluntaria notaban que ése no era el espacio adecuado para brindar acompañamiento escolar a los chicos del barrio, “porque en Cáritas hay otros talleres, es otro el funcionamiento”.
Realizaron entonces las gestiones y consiguieron un espacio que depende de la Comunidad Maristas y que en aquél momento estaba desocupado. Vale señalar que en los inicios se encontraron con chicos que nunca habían asistido a una escuela, “el hermano marista Jorge sugirió que utilicen este espacio que estaba sin usar por parte del colegio, se lo reacondicionó y se lo fue reutilizando para que sea lo más parecido a un aula”, señaló.
Y en este tiempo crecieron notablemente, “tenemos un montón de material que nos donaron en estos años”. Además, El Refugio cuenta ahora también con psicopedagoga y psicóloga que lo abona la Fundación Maristas, “nosotras somos voluntarias pero las profesionales sí tienen su sueldo, aunque mucha de su dedicación y tiempo lo brindan voluntariamente”.
Con los años la escuelita fue creciendo en número de alumnos, de voluntarios y de objetivos que se fueron planteando, según el momento que esté viviendo la sociedad. “En estos tiempos de pandemia estamos con grandes problemas de desocupación de las familias, y eso genera complicaciones, los chicos no se escolarizan, o dejaron de ir a la escuela, nuestro aporte es para que cumplan con el objetivo de escolarización, con eso va todo lo demás, el desayuno, el abrigo, pero no perdemos de vista que el principal objetivo es que los chicos estén escolarizados”.
Aportes desinteresados
Para entregar esta comida cuentan con la colaboración de donaciones y principalmente de uno de los colaboradores, “Héctor, un ex combatiente que trabaja con nosotros, es quien compra y sirve las meriendas, hace el mantenimiento de la escuelita, corta el pasto, nos espera siempre con las instalaciones abiertas, hace más de tres años que está trabajando con nosotros y es fundamental para que todo funcione correctamente”, dijo Liliana.
El resto de las voluntarias son en total unas doce personas, “docentes hay pocas, algunas jubiladas, en su mayoría somos mujeres comunes que queremos dar una mano”. En cuanto a los chicos y chicas que asisten diariamente son entre 40 y 50 chicos en distintos turnos. “Tenemos chicos que vienen para el desayuno aunque no concurren a la escuela, pero tratamos de que abran los cuadernos, ese es nuestro objetivo, evitar la deserción y la repitencia, lograr que sigan en la escuela, eso es lo que queremos, que estén escolarizados”.
Espacio abierto a todos
Aunque la entidad funciona en un lugar de la comunidad Marista, con evidente advocación religiosa, la entrevistada aclaró que en las clases no se habla de religión. “Sí hay clases de catequesis familiar los días sábados para quienes quieran sumarse para tomar la primera comunión en el mismo barrio, pero eso es aparte”. Dijo a voluntaria y aclaró que sólo en los casos en que los niños tengan tareas referidas a estos temas, se los ayuda, pero de otra manera es un tema que no se toca. “Lógicamente están abiertas las puertas a familias de todas las religiones y también agnósticas, nuestro objetivo es otro”, precisó.
Campaña del abrigo
Desde “El Refugio” todos los años realizan la campaña del abrigo y este año no es la excepción. Se busca recolectar ropa de abrigo, como camperas, buzos, pantalones, medias y zapatillas para los chicos. “El calzado es muy importante porque es lo que menos se consigue donado, y a los gurises se les mojan, se les rompe, les quedan chicas, por eso se necesitan todos los años, y camperas, guantes, frazadas, pantalones, tratamos de hacer la campaña de ropa y calzado”, indicó la voluntaria.
Es propicia la ocasión para solicitar quien quiera y pueda donar elementos para los desayunos y meriendas, es bienvenido, “leche o galletitas, pan, útiles escolares, mochilas, todo sirve”. En este sentido Chervo recalcó el tema del invierno “porque hay muchas familias en situación complicada, mucha gente juzga y dicen que desperdician ropa, o no la valoran, pero no es nuestra función juzgar a nadie, lo que nosotros buscamos es que estén calentitos y puedan descansar e ir a la escuela”.
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