Ignacio Pueyo 


“Pizzi, Pizzi, Pizzi, che qué bueno que viniste, qué bueno que llegaste Pizzi. Pizzi, sos macanudo. ¡Pizzi, viejo, sos macanudo!”. Es el 12 de marzo de 1997, y el Barcelona acaba de ganarle un partido increíble al Atlético de Madrid en el Camp Nou por la Copa del Rey. El colchonero había arrancado ganando 3 a 0 cómodo, pero a pocos minutos del final, Pep Guardiola enviaba un centro al área visitante, el arquero lograba atajar el cabezazo de Abelardo, pero la pelota le quedaba a Juanchi Pizzi que definía a la carrera para decretar la victoria 5 a 4 para los blaugranas. Allí, en medio de la algarabía por la histórica remontada, el periodista catalán Joaquím María Puyal inmortalizó el “Pizzi macanudo”.

Miles y miles de catalanes festejaron los goles de Pizzi con la camiseta del Barcelona. Cada español gritó sus goles cuando le tocó vestirse con la furia roja. Sin embargo, lo que no todos saben es de donde salió este muchacho que le dio tantos títulos a distintos equipos, siendo primero jugador y luego entrenador.

Juan Antonio Pizzi asistía al Colegio La Salle Jobson de Santa Fe, mientras jugaba en el club que posee la institución, el cual milita en la Liga Santafesina de Fútbol. Allí, en la categoría 68 del club, coincidió entre otros con Juan Pablo Polletti, actual director del Hospital Cullen, con quien incluso vivió en Rosario mientras daba sus primeros pasos en Rosario Central.

Si bien descolló en el Gigante de Arroyito, en el Camp Nou y en muchos otros estadios, la primera cancha en la que Juan Antonio Pizzi golpeó una pelota fue en la que La Salle posee en Cabaña Leiva, populoso barrio del norte de la ciudad de Santa Fe. “Siempre estoy pendiente de lo que pasa con el Colegio La Salle, con la parte deportiva. Me crié ahí, tuve mi infancia y los momentos más felices de mi niñez pasaron en este club jugando al fútbol en Cabaña Leiva” señaló el entrenador el martes pasado en la presentación del torneo que organiza el club que lo vio nacer.

Raíces amateurs
Más allá de haber vivido en España, Arabia, México, Chile, entre otros países, Pizzi siempre vuelve a sus raíces: Santa Fe. En ese sentido, desde La Salle no dudaron en elegirlo como padrino de la tercera edición del certamen que se realizó entre el 22 y 24 de octubre, con niños de las categorías 2010 a 2013.

“Para mí es un gran orgullo que me hayan tenido en cuenta para ofrecerme el cargo de padrino de este evento. Ojalá esto tenga continuidad en el tiempo, se siga realizando, que reciban el apoyo de todos los que lo tienen que recibir. Que a medida que vaya el tiempo esto se vaya engrandeciendo y convocando a equipos de otras provincias e incluso de otros países como en alguna oportunidad se pudo hacer en otros torneos” señaló Pizzi.

Además, Pizzi habló de la importancia del fútbol amateur y de sus recuerdos como niño futbolista: “Antes nosotros teníamos este tipo de eventos, donde lo único que queríamos era jugar. Yo lucho y peleo mucho para que se mantenga ese espíritu de solamente querer jugar, sobre todo cuando se tiene la edad de los chicos que van a jugar este torneo Lasallanito. Porque después empiezan procesos de semiprofesionalismo que desvían un poco el sentido del practicar deporte a edades muy chicas. Entonces me parece que este tipo de torneos hacen que se vuelva a las raíces del por qué uno quiere jugar al fútbol: para divertirse, para jugar cuatro o cinco partidos el mismo día, comer un pancho entre partido y partido, y no darle más importancia de la que realmente tiene al resultado”.

—En ese sentido, ¿podríamos decir que el fútbol profesional debería tomar esas cosas buenas del fútbol amateur para volver a las bases?
—Sí, indudablemente. Y es necesario que lo tome, porque cuando se desvía el sentido principal de lo que es el deporte, se empiezan con equivocaciones y errores que son muy difíciles de subsanar.

—Jugaste en Europa, dirigiste afuera, pero siempre volvés a Santa Fe, ¿qué es lo que tiene Santa Fe para vos?
—Para mí es mi casa. Yo me encuentro acá en mi lugar natural. Sé dónde moverme, están mis amigos, está mi familia, están los olores con los que pretendo convivir. Siento mucho respeto de todo lo que es la ciudad de Santa Fe hacia mi persona. Muchísimo cariño. Y me siento en mi hábitat natural, así que siempre que he estado sin posibilidades laborales he venido acá, porque es mi casa, mi lugar es este. Con todas las dificultades que hay, porque no soy ajeno a eso, también protesto y me reprocho muchas cosas, pero mi esencia se escribió acá, mi raíz está acá y seguramente muera acá.