Foto: Marcelo Manera.
286 jugadores fichados para jugar oficialmente al rugby en una localidad de 20.000 habitantes no es cifra muy común en Argentina. Eso implicaba que 1 de cada 70 personas, incluidos mujeres, ancianos y niños, que vivían en Rufino practicaba este deporte de manera regular y federada, inscripta en la Unión de Rugby de Rosario (URR). Estadísticamente era la localidad de nuestro país con más rugbiers por cantidad de habitantes.
Los malos resultados de 2019 junto a la pandemia que afectó todas las actividades en el mundo en 2020 y 2021 hicieron bajar esa cifra a 216 el año pasado. Aún no se tienen el número de este 2022, pero es posible que sea más alto si se tiene en cuenta que la competencia rugbística prácticamente se ha normalizado.
En esta ciudad hay sólo una entidad que aglutina a todos los amantes de la ovalada. Es el Club Social Rufino con su división conocida como Los Pampas. En la década del ’10 llegaron a estar en el nivel II del Torneo Regional del Litoral (el TRL que une a las entidades de Paraná, Santa Fe, Rosario y zonas de influencia). Y estuvieron cerca de ascender al I, la máxima categoría de las tres uniones. En 2019 descendieron del II al III. Después de años atípicos como los dos anteriores, 2022 asoma como la oportunidad para volver a la categoría de plata.
Como pocos equipos, Los Pampas se antepusieron a la adversidad de perder jugadores mayores de 18 que se van a vivir a Rosario por motivos de estudio. Durante años entrenaron en el parque Sunchales, un espacio público en la costanera central de la Cuna de la Bandera cercana a los silos Davis. Atlético del Rosario les prestó sus instalaciones en 2018 y desde mediados de 2019 usan el predio del hipódromo del Parque de la Independencia. No son los únicos. Grupos de jugadores de Regatas/Belgrano (San Nicolás) y Jockey de Venado Tuerto también lo hacen y de manera simultánea a los blancos (los tres conjuntos se dividen la cancha para practicar). El debut de Los Pampas será precisamente al visitar al conjunto nicoleño este sábado.
Coordinar dos subgrupos deportivos ubicados a 260 kilómetros de distancia no parece tarea sencilla. “Nuestra estructura de Rosario funciona ininterrumpidamente desde el año 2005 -dice Martín Sosa, apertura del conjunto rufinense-. Si bien es cierto que es una desventaja tener el plantel dividido, la realidad es que son muchos los años que llevamos trabajando de este modo y ciertamente lo tenemos muy asumido. Es la única forma de contener a los jugadores en sus clubes de origen cuando tienen que salir de su ciudad natal para estudiar o trabajar”.
En la ciudad del sureste provincial son entre 10 y 15 jugadores. En el club, suman unos 20. Con la unión de ambos arman los dos equipos de primera y reserva que compiten oficialmente en el TRL. Este año los entrenadores son nuevos: Gastón Magris, Leandro Serra y Marcelo Bossa.
Los dos años de pandemia fueron complicados. “Era muy cuesta arriba para nosotros -comenta Alan Gramajo, tercera línea-. Por cuestiones económicas, por la renovación. Las categorías inferiores no se iban renovando tanto. Se iban sumando, pero se nos hacía cuesta arriba. Si para cualquier equipo es bastante complejo, imaginate para nosotros que estamos divididos. Lo que son formaciones fijas como scrum y line siempre fue muy difícil”. En tanto, el segunda línea Matías Echaniz dice: “Yo estoy hace 10 años acá en Rosario y tratando de atraer chicos nuevos. Los que recién arrancan estudiando acá en Rosario. Uno está además de jugador como entrenador, una especie de padre”.
Sobre el fenómeno del rugby en Rufino, Gramajo afirma: “Si bien es una ciudad chica, el rugby desde hace muchos años se instaló con Tito Bocio (impulsor del deporte décadas atrás) que es un referente. La gente espera los partidos. Los más grandes nos vamos involucrando y tratando de llevar a chicos porque hay mucho fútbol, hay hockey, pero el rugby sigue encabezando”.
Este podría ser un año positivo para los blancos tras tres temporadas para el olvido. “El objetivo es primero volver a ser un equipo competitivo, que demuestre los años que estuvo en segundo nivel. Y a veces llegó a competir por un ascenso al primer nivel -asegura Echaniz-. El objetivo es pelear por el ascenso”. “Empezamos el 2022 con mucha ilusión -dice Sosa-. Tenemos un nuevo staff técnico y se amplió la base de colaboradores. Con esos pilares consolidados, los jugadores solo tenemos que disfrutar el proceso”.
Santi Chocobares, figura nacional, surgido de Los Pampas
Santiago Chocobares es el ejemplo cabal de que es posible llegar desde Rufino al máximo nivel mundial. El centro integra el seleccionado nacional, Los Pumas, y juega en el poderoso Toulouse de Francia. Tras formarse en Los Pampas, siguió su carrera en Duendes para luego mudarse al rugby francés. Su hermano Juan recorre el mismo camino. Desde Rufino recaló en el club verdinegro y ya integra el seleccionado regional juvenil de la URR. “Santi nos vino a entrenar a nosotros cuando nos prestaban el predio de Plaza Jewell”, comenta Gramajo. “Es un orgullo para el club, para la ciudad lo que ha hecho Santi”, explica Echaniz.
Los malos resultados de 2019 junto a la pandemia que afectó todas las actividades en el mundo en 2020 y 2021 hicieron bajar esa cifra a 216 el año pasado. Aún no se tienen el número de este 2022, pero es posible que sea más alto si se tiene en cuenta que la competencia rugbística prácticamente se ha normalizado.
En esta ciudad hay sólo una entidad que aglutina a todos los amantes de la ovalada. Es el Club Social Rufino con su división conocida como Los Pampas. En la década del ’10 llegaron a estar en el nivel II del Torneo Regional del Litoral (el TRL que une a las entidades de Paraná, Santa Fe, Rosario y zonas de influencia). Y estuvieron cerca de ascender al I, la máxima categoría de las tres uniones. En 2019 descendieron del II al III. Después de años atípicos como los dos anteriores, 2022 asoma como la oportunidad para volver a la categoría de plata.
Como pocos equipos, Los Pampas se antepusieron a la adversidad de perder jugadores mayores de 18 que se van a vivir a Rosario por motivos de estudio. Durante años entrenaron en el parque Sunchales, un espacio público en la costanera central de la Cuna de la Bandera cercana a los silos Davis. Atlético del Rosario les prestó sus instalaciones en 2018 y desde mediados de 2019 usan el predio del hipódromo del Parque de la Independencia. No son los únicos. Grupos de jugadores de Regatas/Belgrano (San Nicolás) y Jockey de Venado Tuerto también lo hacen y de manera simultánea a los blancos (los tres conjuntos se dividen la cancha para practicar). El debut de Los Pampas será precisamente al visitar al conjunto nicoleño este sábado.
Coordinar dos subgrupos deportivos ubicados a 260 kilómetros de distancia no parece tarea sencilla. “Nuestra estructura de Rosario funciona ininterrumpidamente desde el año 2005 -dice Martín Sosa, apertura del conjunto rufinense-. Si bien es cierto que es una desventaja tener el plantel dividido, la realidad es que son muchos los años que llevamos trabajando de este modo y ciertamente lo tenemos muy asumido. Es la única forma de contener a los jugadores en sus clubes de origen cuando tienen que salir de su ciudad natal para estudiar o trabajar”.
En la ciudad del sureste provincial son entre 10 y 15 jugadores. En el club, suman unos 20. Con la unión de ambos arman los dos equipos de primera y reserva que compiten oficialmente en el TRL. Este año los entrenadores son nuevos: Gastón Magris, Leandro Serra y Marcelo Bossa.
Los dos años de pandemia fueron complicados. “Era muy cuesta arriba para nosotros -comenta Alan Gramajo, tercera línea-. Por cuestiones económicas, por la renovación. Las categorías inferiores no se iban renovando tanto. Se iban sumando, pero se nos hacía cuesta arriba. Si para cualquier equipo es bastante complejo, imaginate para nosotros que estamos divididos. Lo que son formaciones fijas como scrum y line siempre fue muy difícil”. En tanto, el segunda línea Matías Echaniz dice: “Yo estoy hace 10 años acá en Rosario y tratando de atraer chicos nuevos. Los que recién arrancan estudiando acá en Rosario. Uno está además de jugador como entrenador, una especie de padre”.
Sobre el fenómeno del rugby en Rufino, Gramajo afirma: “Si bien es una ciudad chica, el rugby desde hace muchos años se instaló con Tito Bocio (impulsor del deporte décadas atrás) que es un referente. La gente espera los partidos. Los más grandes nos vamos involucrando y tratando de llevar a chicos porque hay mucho fútbol, hay hockey, pero el rugby sigue encabezando”.
Este podría ser un año positivo para los blancos tras tres temporadas para el olvido. “El objetivo es primero volver a ser un equipo competitivo, que demuestre los años que estuvo en segundo nivel. Y a veces llegó a competir por un ascenso al primer nivel -asegura Echaniz-. El objetivo es pelear por el ascenso”. “Empezamos el 2022 con mucha ilusión -dice Sosa-. Tenemos un nuevo staff técnico y se amplió la base de colaboradores. Con esos pilares consolidados, los jugadores solo tenemos que disfrutar el proceso”.
Santi Chocobares, figura nacional, surgido de Los Pampas
Santiago Chocobares es el ejemplo cabal de que es posible llegar desde Rufino al máximo nivel mundial. El centro integra el seleccionado nacional, Los Pumas, y juega en el poderoso Toulouse de Francia. Tras formarse en Los Pampas, siguió su carrera en Duendes para luego mudarse al rugby francés. Su hermano Juan recorre el mismo camino. Desde Rufino recaló en el club verdinegro y ya integra el seleccionado regional juvenil de la URR. “Santi nos vino a entrenar a nosotros cuando nos prestaban el predio de Plaza Jewell”, comenta Gramajo. “Es un orgullo para el club, para la ciudad lo que ha hecho Santi”, explica Echaniz.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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