Foto: Gentileza.
Gisela Mesa
La obra teatral Pecados Devorados, está siendo presentada todos los domingos de Julio en Sala Tandava (9 de julio 754), a las 19 hrs. Una interesante propuesta teatral para adultos. La historia se remonta año 1950, un hotel a las afueras de un pueblo. Azucena y Genaro se encuentran. Esta será la última vez que lo hagan. Pecados Devorados es un melodrama teatral que muestra el sufrimiento en el ocaso de la pasión. La violencia del poder, ejercida por el hombre, en nombre de Dios. Una puesta efervescente donde impacta un gran elenco rosarino.
Mirador Provincial se entrevistó con el director de la obra, Gustavo Maffei, donde surcamos por los caminos de sus comienzos y de cómo ve la escena teatral en nuestra ciudad.
Donde comenzó la pasión
-¿Cómo florece tu vocación por el teatro?
-Siempre tuve esa pulsión por actuar, desde chico siempre generé ese espacio para poder hacerlo, los sentaba a mis hermanos y les bailaba discos que ponía en un tocadiscos. No hacia futbol, sino patín artístico, jugábamos a las películas, historias que actuábamos con mis amigos del barrio. Hasta que en la secundaria apareció el espacio del taller de teatro, en el año 86 y desde entonces éste fue mi terreno.
-¿Cuándo fue la primera vez que entraste al teatro y que obra fuiste a ver?
-De pibe fui mucho al teatro, al circo y sobre todo al cine, de la mano de mi hermana y mi cuñado, que era bombonero y eso me daba la posibilidad de acceder incluso a películas que no eran para mi edad. Siempre fue mágico y revelador. Cuando empecé a estudiar ya teatro, lo primero que vi fui Mariamente, en la Sala Lavardén y después Fragmentos en memoria de… del grupo de danza contemporánea que dirigía Cristina Prates, y de ahí salí tan fascinado que dije, esto es lo que quiero hacer, no solo actuar, sino el tipo de espectáculo, que en este caso estaba relacionado con la danza, con la música, con la utilización del espacio, el lenguaje que proponía.
-¿Es complicado abrirse un hueco teatral en la escena local rosarina?
-No sé, no podría decir eso, yo particularmente en todos estos años jamás deje de producir y cruzarme con colegas de distintos palos, de distintas generaciones. Supongo que también tuvo que ver con no perder la curiosidad a la hora de crear. Dificultades vas a tener seguramente, te vas a encontrar con momentos difíciles, con incertidumbres, preguntándote si vale la pena seguir, pero eso se da en cualquier ámbito de trabajo, en cualquier profesión, digo, también hay certezas, convicciones, aciertos. Estoy en camino.
-¿Cuáles son la líneas de trabajo que utilizas a la hora de producir una obra?
-Es una línea bastante caótica, no soy muy prolijo, ni persigo necesariamente una técnica específica para trabajar, ni cuando actúo, ni cuando dirijo, ni cuando doy clases. Trabajo mucho sobre la impronta que se da por quienes estamos en el proyecto, propongo a partir del rol que me toca. En un proceso creativo estoy atento a esa energía creativa que se despliega por quienes estemos trabajando.
-¿Qué características tiene la obra Pecados Devorados?
-Pecados Devorados es una obra dramática, que por su tratamiento y la forma en la que está escrita y ubicada la historia (1950), decidimos llevarla al campo del melodrama. Al leerla fue inevitable no asociarla al cine de oro nacional, de las grandes divas, como también a las telenovelas más clásicas de la TV argentina. Ahí apareció una clave importante para el lenguaje al que arribamos, la música, ya que el género del melodrama se apoya en este recurso. Relata una historia prohibida, secreta, que no se cuenta, “de eso no se habla”, se saben y se comentan, pero no se develan. Hasta que estallan y es con esa tensión con la que la obra juega. Con lo inconfesable.
Trabajar con un texto de Patricia Suárez y Leonel Giacometto, autores reconocidos por sus propuestas, es un sello de calidad. Este texto ganó en su momento el premio Argentores a Mejor obra dramática para adultos.
-¿Se puede decir que Pecados Devorados es una observación profunda de la intimidad en la pareja o una crítica a la sociedad?
-Podría decir que en Pecados Devorados, el público se va a encontrar con una historia reconocible, que seguramente habrá escuchado por ahí alguna vez. Una historia que cuenta sobre el ocaso de la pasión, cuando todos esos secretos ya no resisten y terminan estallando. Una historia de amor prohibido, que sí, por supuesto siempre interpela, genera preguntas, nos invita a pensar. No importa si es una historia de época, como sea, siempre uno como espectador actualiza.
-¿Qué miedos y qué deseos sentís hoy?
-Trato de que no me gane el miedo. Tal vez si me preocupa esa violencia latente que hay dando vueltas. Me preocupa ese fogueo que hay muchas veces desde los medios, entro a ver una noticia y lo que más me espanta, no es la noticia ya, sino las opiniones que se vuelcan. En cuanto al deseo, que se mantenga caliente.
-¿Qué es el pecado? ¿Por qué pecamos? ¿Cuál es el resultado del pecado?
-Hace rato que vengo pecando y no me pregunto mucho por qué. Mejor así.
La obra teatral Pecados Devorados, está siendo presentada todos los domingos de Julio en Sala Tandava (9 de julio 754), a las 19 hrs. Una interesante propuesta teatral para adultos. La historia se remonta año 1950, un hotel a las afueras de un pueblo. Azucena y Genaro se encuentran. Esta será la última vez que lo hagan. Pecados Devorados es un melodrama teatral que muestra el sufrimiento en el ocaso de la pasión. La violencia del poder, ejercida por el hombre, en nombre de Dios. Una puesta efervescente donde impacta un gran elenco rosarino.
Mirador Provincial se entrevistó con el director de la obra, Gustavo Maffei, donde surcamos por los caminos de sus comienzos y de cómo ve la escena teatral en nuestra ciudad.
Donde comenzó la pasión
-¿Cómo florece tu vocación por el teatro?
-Siempre tuve esa pulsión por actuar, desde chico siempre generé ese espacio para poder hacerlo, los sentaba a mis hermanos y les bailaba discos que ponía en un tocadiscos. No hacia futbol, sino patín artístico, jugábamos a las películas, historias que actuábamos con mis amigos del barrio. Hasta que en la secundaria apareció el espacio del taller de teatro, en el año 86 y desde entonces éste fue mi terreno.
-¿Cuándo fue la primera vez que entraste al teatro y que obra fuiste a ver?
-De pibe fui mucho al teatro, al circo y sobre todo al cine, de la mano de mi hermana y mi cuñado, que era bombonero y eso me daba la posibilidad de acceder incluso a películas que no eran para mi edad. Siempre fue mágico y revelador. Cuando empecé a estudiar ya teatro, lo primero que vi fui Mariamente, en la Sala Lavardén y después Fragmentos en memoria de… del grupo de danza contemporánea que dirigía Cristina Prates, y de ahí salí tan fascinado que dije, esto es lo que quiero hacer, no solo actuar, sino el tipo de espectáculo, que en este caso estaba relacionado con la danza, con la música, con la utilización del espacio, el lenguaje que proponía.
-¿Es complicado abrirse un hueco teatral en la escena local rosarina?
-No sé, no podría decir eso, yo particularmente en todos estos años jamás deje de producir y cruzarme con colegas de distintos palos, de distintas generaciones. Supongo que también tuvo que ver con no perder la curiosidad a la hora de crear. Dificultades vas a tener seguramente, te vas a encontrar con momentos difíciles, con incertidumbres, preguntándote si vale la pena seguir, pero eso se da en cualquier ámbito de trabajo, en cualquier profesión, digo, también hay certezas, convicciones, aciertos. Estoy en camino.
-¿Cuáles son la líneas de trabajo que utilizas a la hora de producir una obra?
-Es una línea bastante caótica, no soy muy prolijo, ni persigo necesariamente una técnica específica para trabajar, ni cuando actúo, ni cuando dirijo, ni cuando doy clases. Trabajo mucho sobre la impronta que se da por quienes estamos en el proyecto, propongo a partir del rol que me toca. En un proceso creativo estoy atento a esa energía creativa que se despliega por quienes estemos trabajando.
-¿Qué características tiene la obra Pecados Devorados?
-Pecados Devorados es una obra dramática, que por su tratamiento y la forma en la que está escrita y ubicada la historia (1950), decidimos llevarla al campo del melodrama. Al leerla fue inevitable no asociarla al cine de oro nacional, de las grandes divas, como también a las telenovelas más clásicas de la TV argentina. Ahí apareció una clave importante para el lenguaje al que arribamos, la música, ya que el género del melodrama se apoya en este recurso. Relata una historia prohibida, secreta, que no se cuenta, “de eso no se habla”, se saben y se comentan, pero no se develan. Hasta que estallan y es con esa tensión con la que la obra juega. Con lo inconfesable.
Trabajar con un texto de Patricia Suárez y Leonel Giacometto, autores reconocidos por sus propuestas, es un sello de calidad. Este texto ganó en su momento el premio Argentores a Mejor obra dramática para adultos.
-¿Se puede decir que Pecados Devorados es una observación profunda de la intimidad en la pareja o una crítica a la sociedad?
-Podría decir que en Pecados Devorados, el público se va a encontrar con una historia reconocible, que seguramente habrá escuchado por ahí alguna vez. Una historia que cuenta sobre el ocaso de la pasión, cuando todos esos secretos ya no resisten y terminan estallando. Una historia de amor prohibido, que sí, por supuesto siempre interpela, genera preguntas, nos invita a pensar. No importa si es una historia de época, como sea, siempre uno como espectador actualiza.
-¿Qué miedos y qué deseos sentís hoy?
-Trato de que no me gane el miedo. Tal vez si me preocupa esa violencia latente que hay dando vueltas. Me preocupa ese fogueo que hay muchas veces desde los medios, entro a ver una noticia y lo que más me espanta, no es la noticia ya, sino las opiniones que se vuelcan. En cuanto al deseo, que se mantenga caliente.
-¿Qué es el pecado? ¿Por qué pecamos? ¿Cuál es el resultado del pecado?
-Hace rato que vengo pecando y no me pregunto mucho por qué. Mejor así.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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