Foto:Gentileza.
Álvaro Javier Marrocco
En la vasta obra de Fabián Burgos se divisan dos hitos trascendentes de la pintura y del post muralismo abstracto, no solo de nuestro país sino del resto de América, con la instalación de una inmensa tela impresa de 34 por 88 metros sobre el Edificio del Plata en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, y otro vistoso mural pintado en la fachada del complejo de condominios Brickell Heights de la ciudad de Miami, en donde -según sus palabras- lo conocen hasta los taxistas.
Burgos es un artista que trata de desmarcarse de los lugares comunes, no le teme a los rótulos, ni a marcar agenda con alguna declaración provocadora sobre cuestiones del arte. En una entrevista reciente dijo: “el arte verdaderamente revolucionario es silencioso, porque el silencio del trabajo en el taller puede inocularse en el sistema con más eficacia que saliendo en una tapa de revista o diario”. Y agrega que la provocación solo sirve para fijar ideas y es una manía snob para que el otro reaccione, aunque si considera el hecho de patear el tablero con fines de ruptura.
En Rosario, la idea de la provocación en el arte, no es ajena; hace unos años se pintó la fachada completa del Museo Castagnino de negro, lo que disparó una serie de críticas y discusiones acerca del efecto que se quería provocar, ya que no estaba muy en claro si tal efecto se dirigía al público de los museos, o más bien a los transeúntes de la ciudad. Acerca de esta anécdota dijo: “Me hace acordar a aquella de cuando Ringo Star se fue de vacaciones y le prestó la casa a Jimi Hendrix. Este, endemoniado y genio como era, le pintó todas las habitaciones de negro. ¡Cuando Ringo volvió lo quería matar! Pero volviendo a ese gesto del museo en negro, me suena divertido, pero no es más una provocación. Yo en los murales trabajo más para acompañar a la gente. Es como ser músico y hacer un hit para que lo canten en la cancha, eso son los murales, por cierto, algo muy vital, emotivo e importante para mí”.
En el mundo de Burgos, la creación estética recurre a diversos campos, entre ellos, la música; varias de las atmósferas de sus obras son como un disco de Pink Floyd, o alguno lisérgico de los Beatles. Burgos trabaja con el espacio y no con el objeto, podría decirse que prefiere pintar la sombra de una botella, a la botella. “Exacto! me parece que la sombra, el vació, el espacio entre los objetos, me dicen más que el objeto mismo”. Sus obras abstractas son espacialidades hechas de pintura acrílica, un juego de ilusiones ópticas que ponen al espectador en otro plano, uno más lúdico, en donde el devenir de las formas es una mutación alrededor de las figuras geométricas.
En relación a las condiciones que debe tener un artista hoy en día para ingresar al circuito comercial opina que las cosas han cambiado para mejor que hace 30 años atrás, cuando él se fue haciendo un nombre en el mundillo del arte “quizás es un exceso de optimismo lo que te voy a decir, pero me da impresión que antes se podía engañar más con el efecto y la careteada. Hoy me parece que desde los 80`s a esta parte -el hito lo marco en los '80, pues tomo el periodo de dictadura como una pesadilla que ocultaba toda historia- la espesura de una obra tiene más protagonismo y ayuda a que el verdadero artista se posicione mejor”. En este aspecto agrega que el arte es político, “es una posición frente al mundo. Aun con mecanismos inconscientes operamos en política mientras hacemos arte. Godart decía que un encuadre era una definición estética/ideológica, por lo tanto, política. Lo mismo se da para un color. La elección de un color es una decisión política”.
Si hay algo a lo que Burgos no le teme es a las definiciones; en relación al arte callejero señala “lo que llaman street art, grafitis, murales callejeros, etcétera, me parecen que parten de un concepto de literalidad unidireccional. Ya sea con su mirada estética o política, están más cerca a la certeza de la artesanía que al desconcierto y la insensatez del arte. Pero esto no pasa solo en el street art, graffitis, etc., también puede ocurrir en un cuadro de caballete, una instalación, performance o una escultura. Cuando el 'artista' condiciona su mirada a
certezas previas, es más un comunicador que un artista”. Quizás un tanto como provocación, y quizás otro tanto como un outsider de la movida que se genera por fuera del museo y del canon artístico agrega: “el arte callejero no me parece arte”.
Burgos en el Teatro El Círculo
Fabián Burgos se presentó en la ciudad de Rosario, en el Ciclo de Artes Visuales del año 2018 con su muestra “De la velocidad al cuadro inmóvil” que organizaba la Asociación Cultural El Círculo; Acerca de la muestra que presentó en la sala “Dr. Juan J. Trillas” dijo: “por distintas razones, no hago una muestra individual desde hace 9 años, más o menos. Pasan los días y estoy cada vez más nervioso, pues estoy en un momento bisagra en mi vida como artistas y persona. Creo que va a hacer una muestra con muchos quiebres y bisagras. Desde luego estoy más nervioso que presentando los murales en Miami o la gigantografía en la 9 de Julio”.
Biografía
Fabián Burgos (1962) nació en Buenos Aires, Argentina, donde estudió con Luis Felipe Noé y luego en el taller de Ahuva Szlimowicz hasta 1988. En 1991 recibió una mención de honor en el Premio Nuevo Mundo para jóvenes artistas y ganó una beca para estudiar en el taller de Guillermo Kuitca. Durante ese período sus cuadros aún presentaban pinceladas fuertes y expresivas. Sus pinturas ópticas surgen de su estudio de revistas científicas, que lo llevó a la conclusión de que la ciencia y el arte óptico son formas relacionadas de comunicar la verdad. En 2008 Burgos intervino en el programa de intervención urbana Arte en el Plata, organizado por los ministerios de Cultura y de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación Banco Ciudad. Su obra, titulada Velocidad, era una gran tela impresa de 34 por 88 metros, que cubría la fachada del Edificio del Plata y era visible desde la avenida 9 de Julio.
Burgos fue curador de las muestras Horas recientes (2000) y Resonancias (2002), y, como docente, dirigió varias clínicas de arte en su estudio y en Casa Bruzzone, Mar del Plata. Ha participado en exposiciones tales como Crimen & ornamento, Centro Cultural de España (Rosario, 1994); Crimen es ornamento, Centro Cultural Ricardo Rojas (Buenos Aires, 1994); Rational Twist, Apex Space (Nueva York, 1996); El tao del arte, Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, 1997); Vértigo, Fundación Proa (Buenos Aires, 1997) y Arte abstracto (hoy) = fragilidad + resiliencia, Centro Cultural de España en Buenos Aires (2005). Vive y trabaja en Buenos Aires.
En la vasta obra de Fabián Burgos se divisan dos hitos trascendentes de la pintura y del post muralismo abstracto, no solo de nuestro país sino del resto de América, con la instalación de una inmensa tela impresa de 34 por 88 metros sobre el Edificio del Plata en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, y otro vistoso mural pintado en la fachada del complejo de condominios Brickell Heights de la ciudad de Miami, en donde -según sus palabras- lo conocen hasta los taxistas.
Burgos es un artista que trata de desmarcarse de los lugares comunes, no le teme a los rótulos, ni a marcar agenda con alguna declaración provocadora sobre cuestiones del arte. En una entrevista reciente dijo: “el arte verdaderamente revolucionario es silencioso, porque el silencio del trabajo en el taller puede inocularse en el sistema con más eficacia que saliendo en una tapa de revista o diario”. Y agrega que la provocación solo sirve para fijar ideas y es una manía snob para que el otro reaccione, aunque si considera el hecho de patear el tablero con fines de ruptura.
En Rosario, la idea de la provocación en el arte, no es ajena; hace unos años se pintó la fachada completa del Museo Castagnino de negro, lo que disparó una serie de críticas y discusiones acerca del efecto que se quería provocar, ya que no estaba muy en claro si tal efecto se dirigía al público de los museos, o más bien a los transeúntes de la ciudad. Acerca de esta anécdota dijo: “Me hace acordar a aquella de cuando Ringo Star se fue de vacaciones y le prestó la casa a Jimi Hendrix. Este, endemoniado y genio como era, le pintó todas las habitaciones de negro. ¡Cuando Ringo volvió lo quería matar! Pero volviendo a ese gesto del museo en negro, me suena divertido, pero no es más una provocación. Yo en los murales trabajo más para acompañar a la gente. Es como ser músico y hacer un hit para que lo canten en la cancha, eso son los murales, por cierto, algo muy vital, emotivo e importante para mí”.
En el mundo de Burgos, la creación estética recurre a diversos campos, entre ellos, la música; varias de las atmósferas de sus obras son como un disco de Pink Floyd, o alguno lisérgico de los Beatles. Burgos trabaja con el espacio y no con el objeto, podría decirse que prefiere pintar la sombra de una botella, a la botella. “Exacto! me parece que la sombra, el vació, el espacio entre los objetos, me dicen más que el objeto mismo”. Sus obras abstractas son espacialidades hechas de pintura acrílica, un juego de ilusiones ópticas que ponen al espectador en otro plano, uno más lúdico, en donde el devenir de las formas es una mutación alrededor de las figuras geométricas.
En relación a las condiciones que debe tener un artista hoy en día para ingresar al circuito comercial opina que las cosas han cambiado para mejor que hace 30 años atrás, cuando él se fue haciendo un nombre en el mundillo del arte “quizás es un exceso de optimismo lo que te voy a decir, pero me da impresión que antes se podía engañar más con el efecto y la careteada. Hoy me parece que desde los 80`s a esta parte -el hito lo marco en los '80, pues tomo el periodo de dictadura como una pesadilla que ocultaba toda historia- la espesura de una obra tiene más protagonismo y ayuda a que el verdadero artista se posicione mejor”. En este aspecto agrega que el arte es político, “es una posición frente al mundo. Aun con mecanismos inconscientes operamos en política mientras hacemos arte. Godart decía que un encuadre era una definición estética/ideológica, por lo tanto, política. Lo mismo se da para un color. La elección de un color es una decisión política”.
Si hay algo a lo que Burgos no le teme es a las definiciones; en relación al arte callejero señala “lo que llaman street art, grafitis, murales callejeros, etcétera, me parecen que parten de un concepto de literalidad unidireccional. Ya sea con su mirada estética o política, están más cerca a la certeza de la artesanía que al desconcierto y la insensatez del arte. Pero esto no pasa solo en el street art, graffitis, etc., también puede ocurrir en un cuadro de caballete, una instalación, performance o una escultura. Cuando el 'artista' condiciona su mirada a
certezas previas, es más un comunicador que un artista”. Quizás un tanto como provocación, y quizás otro tanto como un outsider de la movida que se genera por fuera del museo y del canon artístico agrega: “el arte callejero no me parece arte”.
Burgos en el Teatro El Círculo
Fabián Burgos se presentó en la ciudad de Rosario, en el Ciclo de Artes Visuales del año 2018 con su muestra “De la velocidad al cuadro inmóvil” que organizaba la Asociación Cultural El Círculo; Acerca de la muestra que presentó en la sala “Dr. Juan J. Trillas” dijo: “por distintas razones, no hago una muestra individual desde hace 9 años, más o menos. Pasan los días y estoy cada vez más nervioso, pues estoy en un momento bisagra en mi vida como artistas y persona. Creo que va a hacer una muestra con muchos quiebres y bisagras. Desde luego estoy más nervioso que presentando los murales en Miami o la gigantografía en la 9 de Julio”.
Biografía
Fabián Burgos (1962) nació en Buenos Aires, Argentina, donde estudió con Luis Felipe Noé y luego en el taller de Ahuva Szlimowicz hasta 1988. En 1991 recibió una mención de honor en el Premio Nuevo Mundo para jóvenes artistas y ganó una beca para estudiar en el taller de Guillermo Kuitca. Durante ese período sus cuadros aún presentaban pinceladas fuertes y expresivas. Sus pinturas ópticas surgen de su estudio de revistas científicas, que lo llevó a la conclusión de que la ciencia y el arte óptico son formas relacionadas de comunicar la verdad. En 2008 Burgos intervino en el programa de intervención urbana Arte en el Plata, organizado por los ministerios de Cultura y de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación Banco Ciudad. Su obra, titulada Velocidad, era una gran tela impresa de 34 por 88 metros, que cubría la fachada del Edificio del Plata y era visible desde la avenida 9 de Julio.
Burgos fue curador de las muestras Horas recientes (2000) y Resonancias (2002), y, como docente, dirigió varias clínicas de arte en su estudio y en Casa Bruzzone, Mar del Plata. Ha participado en exposiciones tales como Crimen & ornamento, Centro Cultural de España (Rosario, 1994); Crimen es ornamento, Centro Cultural Ricardo Rojas (Buenos Aires, 1994); Rational Twist, Apex Space (Nueva York, 1996); El tao del arte, Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, 1997); Vértigo, Fundación Proa (Buenos Aires, 1997) y Arte abstracto (hoy) = fragilidad + resiliencia, Centro Cultural de España en Buenos Aires (2005). Vive y trabaja en Buenos Aires.
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