“Para mí, saber recibir críticas es fundamental”, asegura Olga Rango. Foto: Gentileza.
Gisela Mesa [email protected]
No exagero al decir que admiro profundamente que haya escritoras y poetas en la literatura argentina, santafesina. Mujeres que hablan sobre el amor, la vida y lo que recuerdan de su vida transitada. Este es el caso de Olga una mujer que habla de aquellos sentimientos de su niñez de lo que transitó lo plasmó en su última obra literaria “En la casa de al lado” de la mano de la prestigiosa editorial Ciudad Gótica.
Olga Rango es una poeta y escritora argentina nacida en Conesa (partido de San Nicolás) un 9 de septiembre. Desde la inmensidad del campo, siendo pequeña, imaginaba historias que vivía como propias. Con el correr de los años fue acuñando una prosa apasionada y emotiva creando universos que ponen de manifiesto el compromiso con el arte sincero y las emociones profundas.
Sus obras previas, Una vuelta por la vida (2018) y Sombras Azules (Editorial Ciudad Gótica 2019) trazan una línea directa al sentido humano desde la experiencia, donde lo inevitable y lo mágico se alternan entre sí.
-¿Cómo nace el interés por la escritura y la literatura?
-Desde muy chica tuve esa inquietud. Me gustaba escribir, por ejemplo, en un día de lluvia; o bien cuando el jardín de mi casa rebosaba de flores; o al ver las bandadas de pájaros que cruzaban por el cielo y pasaban sobre nuestra casa. Esas ocurrencias de niños. Tal vez no tenía ninguna calidad ni importancia, pero para mí significaba mucho decir, por ejemplo:
"Llueve,
desde mi ventana veo caer el agua simplemente,
y me gusta cuando salpica el cristal,
y mucho más cuando cae mansamente".
Tendría nueve o diez años.
-¿Cuándo escribís qué sensaciones sentís?
-Las sensaciones pueden ser muy diferentes. Depende sobre lo que estoy escribiendo. Por lo general son lindos recuerdos que guardo de mi niñez; entonces suelo emocionarme mucho porque vienen a mi mente esos momentos felices que he vivido junto a mis queridos padres y hermana. Hoy ninguno de ellos están, se han ido a la pampa de arriba, y es por eso que suelo dejar la escritura de lado por un rato, hasta que mi corazón se calma un poco, hasta que la emoción afloja ese nudo que suele hacerse en mi garganta y hace que mis ojos abran sus compuertas.
-¿Cómo fue la crianza de Olga Rango?
-Nací en el campo; un lugar de la provincia de Buenos Aires, en el partido de San Nicolás. Conesa se llama el pueblo, y te aseguro que si lo conocieras también te gustaría. Mi casa en el campo, sin ser nada del otro mundo, era muy sencilla en su estructura, pero tenía esa calidez que le daban mis padres que han sido una fuente de contención y de buenos ejemplos. Mi papá todos los días nos llevaba hasta el pueblo, al colegio, y los días que llovía igual íbamos; yo lloraba tanto porque no quería faltar que mi pobre papi le ponía cadenas a las ruedas y allá partíamos, por ese camino de tierra que a veces parecía un mar, sobre todo cuando las lluvias se hacían temporal. Así que mi infancia fue muy feliz, además de tener muchos amigos a los que conocía desde muy chicos, hasta tener primos hermanos, a quienes considero más hermanos que primos, por compartir nuestra vida casi a diario, y criarnos casi juntos, por ser nuestras familias tan unidas. Eran tiempos en que la unidad familiar era muy potente e importante.
-¿Hubo algún momento preciso en que asumiste o sentiste que eras escritora?
-Yo no me considero escritora. Escritora o escritor es una palabra muy importante. Para mis escritores han sido Gabriel García Márquez, a quien admiro profundamente; Cortázar, con esa pluma que hace pensar realmente como pudo hacerlo. Borges, entre lo incomprensible y lo
admirable; Mujica Láinez; Ernesto Sábato; el gran Abelardo Castillo; Herman Hesse, y cientos de escritores realmente que admiro y que llevan muy bien puesto ese nombre. Yo soy solo alguien que busca una salida a sus emociones y las convierte en escritura. Diría que solo soy una testigo que vió pasar la vida y fue grabando en su memoria historias de otros, y también vivencias propias.
-¿Hasta qué punto y de qué manera crees que el arte es clave para la subsistencia de la sociedad?
-El arte, en todas sus manifestaciones, es sumamente importante para construir una buena sociedad. Una sociedad que piensa, que se nutre de sabiduría, sea en cualquiera de las ramas del arte, (pintura, música, literatura, lenguas), será una sociedad muy bien preparada para afrontar diferentes contingencias que se le presenten. Una sociedad culta es la base primordial para que el mundo sea un poco mejor cada día.
-¿Qué tipo de lecturas son las que a vos más te movilizan?
-Las lecturas que más me movilizan son aquellas que cuentan historias. Por eso admiro tanto a García Máquez y a su realismo mágico. Por ejemplo Cien años de soledad tiene mucho de ese realismo mágico, que por otra parte lo emplea en la mayoría de sus cuentos, El coronel no tiene quién le escriba, El otoño del patriarca y sobre todo en La increíble y triste historia de la Cándida Eréndida y de abuela desalmada. Todas las historias de Gabo me encantan, y lo considero un escritor paradigmático. También me gustan mucho los cuentos cortos de
Cortázar, y ni hablar de Rayuela, que también leí dos veces, y siempre descubrí algo nuevo, sobre todo entre él y la Maga. Y hará unos tres años descubrí unas poesías tremendamente bellas de Borges, así como sus Haikus, que me encantaron. Y ni hablar de la poesía de Alejandra Pizarnik y los cuentos de Silvina Ocampo, que leí hace muchos años y ya casi ni recuerdo, pero sí recuerdo que me había gustado mucho su modo de escribir y contar.
-¿Cómo nace En la casa de al lado?
-En cuanto a La casa de al lado comenzó queriendo ser un cuento corto, pero a medida que fui avanzando en la historia y entusiasmarme con ella, me di cuenta que tenía material para varios cuentos y entonces decidí transformarlo en novela. Lo mismo me ocurrió con mi novela
anterior Sombras azules, que sobre la marcha cambié su formato a novela, cuando en sus comienzos iba a ser un cuento corto. Pero tantos personajes fueron haciendo que terminara en novela.
-¿Cuál es la mayor satisfacción de una escritora, poeta?
-La mayor satisfacción que siento al escribir, es cuando quién lee lo que público me lo hace saber. No por vanidad, porque muchas veces me hacen saber que no están de acuerdo en ciertas cosas, y entonces eso me sirve para corregir mi manera de expresar algo. Digamos que estoy a tiempo de enderezar el barco y llevarlo a buen puerto. Para mí, saber recibir críticas es fundamental.
-¿Qué te atrapa de la poesía?
-En cuanto a la poesía me atrapa poder decir con ella muchas cosas. Por ejemplo, según mi estado de ánimo puedo hablar sobre el amor y una feliz coincidencia, así como hablar de dolores y traiciones si mi ánimo ese día no es el mejor. En cuanto a la poesía de grandes
escritores, ya comenté que cuando descubrí al Borges poeta, quedé impresionada con sus poesías sobre todo las relacionadas con la historia. Basta leer El Gral. Quiroga va en coche al muere y él nos sitúa en ese escenario con tanta vehemencia, que nos parece estar viviendo esos momentos cuando dice "el madrejón desnudo, ya sin agua" refiriéndose al cauce seco del río. Y a esa vista de pajonales, porque Borges lo relata poniéndose en la piel de Quiroga, y refleja la traición y la encerrona cuando dice algo así como "muerte de mala muerte se lo llevó al riojano y una de las puñaladas lamentó Juan Manuel". También en el poema Rosas, Borges duda si la muerte redime al criminal y traidor, y hace un boceto de la figura "del hombre admirado y del tirano temido", y habla que fue idolatrado por el gauchaje, pero a la vez habla del "horror del tajo en la garganta" porque según la historia, mandaba al degüello a quién lo contradecía. Y en Poema conjetural relata de manera escalofriante la muerte del doctor Francisco Laprida, que hasta ese entonces yo ignoraba. Borges mezcla la historia con la
literatura de manera magistral, y descubrirlo de ese modo cambió mi manera de pensar sobre sus obras.
-Si tuvieras que definir a Santa fe desde lo poético, ¿Cómo lo harías?
-En la provincia de Santa Fe hubo y hay grandes exponentes de la literatura. Osvaldo Bayer; Olga Cossettini; Angélica Gorodischer; Reinaldo Sietecase; José Pedroni, y tantos escritores más que han hecho de Santa Fe un semillero de la literatura. Santa Fe es una provincia hermosa con diferentes paisajes según sus departamentos. Es el lugar que adopté para vivir, y a su vez me ha adoptado. Sin olvidar donde nací, y ese lugar inolvidable para mí que es mi pueblo, Conesa, en la provincia de Buenos Aires. Santa Fe tiene el verdor de los campos sembrados y el dorado de sus cosechas cuando llega el verano. Y sobre todo tiene la calidez de su gente, cuando uno llega a algún lugar, sea cual fuere, de esta simpática bota.
-La lectura provoca que el lector o la lectora al terminarlo de leer muestren sentimientos de placer, enojo, tristeza… ¿Te ha pasado sentirte así?
-La lectura tiene el don de provocar diferentes estados de ánimo al concluir con ella. A mí me ha pasado sentir pena cuando termino de leer una novela, o simplemente un cuento que me ha gustado tanto, que hubiera querido seguir leyendo mucho más. Como también he leído
alguna novela esperando que suceda algo que me impacte, y llegó al final y me quedo con ese sabor a nada, sin saber por qué terminó de ese modo. Ahí está reflejada la calidad del escritor, que sabe atrapar al lector en cada capítulo, hasta llegar a la palabra "fin".
-¿Cuáles han sido tus influencias literarias?
-Cuando estaba en la primaria, teníamos una maestra, y la nombro porque jamás la olvidaré, María Estela Ovelar, que nos enseñó a amar la literatura. Todos los días en la última hora disponíamos de media hora para leer algún capítulo de alguna novela, y luego lo analizábamos. Era una mujer muy culta y que nunca nos tuteó, a pesar de que éramos chicos. Siempre nos decía: "lean niños, lean mucho". Y luego, más de grande, me encantaba la manera de contar de García Márquez, y de muchos otros escritores que llevan al lector situándolos en un escenario, donde en su mente vayan dibujando un lugar, una situación, un encuentro donde todo parece real.
-¿Cuánto tiempo te lleva concluir una de tus obras?
-El tiempo que me lleva terminar una obra es relativo. Cuando son cuentos cortos, o poesías puede llevarme un día solamente, entre escribir y corregir. Soy de leer varias veces lo que escribo hasta estar conforme con el resultado. Ahora mis novelas me han llevado un buen tiempo. Por lo general escribo un capítulo y luego lo analizo, y si no me gusta algo lo vuelvo a escribir, o sea que el tiempo depende de eso y de la cantidad de personajes que existen en ellas. Mis dos novelas son corales, y debo releerlas varias veces para no confundirme con los personajes y no hacerle decir a uno, lo que quería que fuera otro el destinatario de ese mensaje. Eso sería terrible... e imperdonable.
-¿Algún proyecto que nos puedas adelantar?
-En la actualidad estoy dando fin a una nueva novela (que no quiere decir que salga pronto). La leeré quién sabe cuántas veces hasta que me guste como ha quedado. Y para terminar te diré algo que dije en la presentación de En la casa de al lado. Que mientras pueda, mientras alguna idea vaya entretejiendo alguna historia, yo seguiré escribiendo, porque para mí escribir es una buena excusa... para no morir en silencio.
No exagero al decir que admiro profundamente que haya escritoras y poetas en la literatura argentina, santafesina. Mujeres que hablan sobre el amor, la vida y lo que recuerdan de su vida transitada. Este es el caso de Olga una mujer que habla de aquellos sentimientos de su niñez de lo que transitó lo plasmó en su última obra literaria “En la casa de al lado” de la mano de la prestigiosa editorial Ciudad Gótica.
Olga Rango es una poeta y escritora argentina nacida en Conesa (partido de San Nicolás) un 9 de septiembre. Desde la inmensidad del campo, siendo pequeña, imaginaba historias que vivía como propias. Con el correr de los años fue acuñando una prosa apasionada y emotiva creando universos que ponen de manifiesto el compromiso con el arte sincero y las emociones profundas.
Sus obras previas, Una vuelta por la vida (2018) y Sombras Azules (Editorial Ciudad Gótica 2019) trazan una línea directa al sentido humano desde la experiencia, donde lo inevitable y lo mágico se alternan entre sí.
-¿Cómo nace el interés por la escritura y la literatura?
-Desde muy chica tuve esa inquietud. Me gustaba escribir, por ejemplo, en un día de lluvia; o bien cuando el jardín de mi casa rebosaba de flores; o al ver las bandadas de pájaros que cruzaban por el cielo y pasaban sobre nuestra casa. Esas ocurrencias de niños. Tal vez no tenía ninguna calidad ni importancia, pero para mí significaba mucho decir, por ejemplo:
"Llueve,
desde mi ventana veo caer el agua simplemente,
y me gusta cuando salpica el cristal,
y mucho más cuando cae mansamente".
Tendría nueve o diez años.
-¿Cuándo escribís qué sensaciones sentís?
-Las sensaciones pueden ser muy diferentes. Depende sobre lo que estoy escribiendo. Por lo general son lindos recuerdos que guardo de mi niñez; entonces suelo emocionarme mucho porque vienen a mi mente esos momentos felices que he vivido junto a mis queridos padres y hermana. Hoy ninguno de ellos están, se han ido a la pampa de arriba, y es por eso que suelo dejar la escritura de lado por un rato, hasta que mi corazón se calma un poco, hasta que la emoción afloja ese nudo que suele hacerse en mi garganta y hace que mis ojos abran sus compuertas.
-¿Cómo fue la crianza de Olga Rango?
-Nací en el campo; un lugar de la provincia de Buenos Aires, en el partido de San Nicolás. Conesa se llama el pueblo, y te aseguro que si lo conocieras también te gustaría. Mi casa en el campo, sin ser nada del otro mundo, era muy sencilla en su estructura, pero tenía esa calidez que le daban mis padres que han sido una fuente de contención y de buenos ejemplos. Mi papá todos los días nos llevaba hasta el pueblo, al colegio, y los días que llovía igual íbamos; yo lloraba tanto porque no quería faltar que mi pobre papi le ponía cadenas a las ruedas y allá partíamos, por ese camino de tierra que a veces parecía un mar, sobre todo cuando las lluvias se hacían temporal. Así que mi infancia fue muy feliz, además de tener muchos amigos a los que conocía desde muy chicos, hasta tener primos hermanos, a quienes considero más hermanos que primos, por compartir nuestra vida casi a diario, y criarnos casi juntos, por ser nuestras familias tan unidas. Eran tiempos en que la unidad familiar era muy potente e importante.
-¿Hubo algún momento preciso en que asumiste o sentiste que eras escritora?
-Yo no me considero escritora. Escritora o escritor es una palabra muy importante. Para mis escritores han sido Gabriel García Márquez, a quien admiro profundamente; Cortázar, con esa pluma que hace pensar realmente como pudo hacerlo. Borges, entre lo incomprensible y lo
admirable; Mujica Láinez; Ernesto Sábato; el gran Abelardo Castillo; Herman Hesse, y cientos de escritores realmente que admiro y que llevan muy bien puesto ese nombre. Yo soy solo alguien que busca una salida a sus emociones y las convierte en escritura. Diría que solo soy una testigo que vió pasar la vida y fue grabando en su memoria historias de otros, y también vivencias propias.
-¿Hasta qué punto y de qué manera crees que el arte es clave para la subsistencia de la sociedad?
-El arte, en todas sus manifestaciones, es sumamente importante para construir una buena sociedad. Una sociedad que piensa, que se nutre de sabiduría, sea en cualquiera de las ramas del arte, (pintura, música, literatura, lenguas), será una sociedad muy bien preparada para afrontar diferentes contingencias que se le presenten. Una sociedad culta es la base primordial para que el mundo sea un poco mejor cada día.
-¿Qué tipo de lecturas son las que a vos más te movilizan?
-Las lecturas que más me movilizan son aquellas que cuentan historias. Por eso admiro tanto a García Máquez y a su realismo mágico. Por ejemplo Cien años de soledad tiene mucho de ese realismo mágico, que por otra parte lo emplea en la mayoría de sus cuentos, El coronel no tiene quién le escriba, El otoño del patriarca y sobre todo en La increíble y triste historia de la Cándida Eréndida y de abuela desalmada. Todas las historias de Gabo me encantan, y lo considero un escritor paradigmático. También me gustan mucho los cuentos cortos de
Cortázar, y ni hablar de Rayuela, que también leí dos veces, y siempre descubrí algo nuevo, sobre todo entre él y la Maga. Y hará unos tres años descubrí unas poesías tremendamente bellas de Borges, así como sus Haikus, que me encantaron. Y ni hablar de la poesía de Alejandra Pizarnik y los cuentos de Silvina Ocampo, que leí hace muchos años y ya casi ni recuerdo, pero sí recuerdo que me había gustado mucho su modo de escribir y contar.
-¿Cómo nace En la casa de al lado?
-En cuanto a La casa de al lado comenzó queriendo ser un cuento corto, pero a medida que fui avanzando en la historia y entusiasmarme con ella, me di cuenta que tenía material para varios cuentos y entonces decidí transformarlo en novela. Lo mismo me ocurrió con mi novela
anterior Sombras azules, que sobre la marcha cambié su formato a novela, cuando en sus comienzos iba a ser un cuento corto. Pero tantos personajes fueron haciendo que terminara en novela.
-¿Cuál es la mayor satisfacción de una escritora, poeta?
-La mayor satisfacción que siento al escribir, es cuando quién lee lo que público me lo hace saber. No por vanidad, porque muchas veces me hacen saber que no están de acuerdo en ciertas cosas, y entonces eso me sirve para corregir mi manera de expresar algo. Digamos que estoy a tiempo de enderezar el barco y llevarlo a buen puerto. Para mí, saber recibir críticas es fundamental.
-¿Qué te atrapa de la poesía?
-En cuanto a la poesía me atrapa poder decir con ella muchas cosas. Por ejemplo, según mi estado de ánimo puedo hablar sobre el amor y una feliz coincidencia, así como hablar de dolores y traiciones si mi ánimo ese día no es el mejor. En cuanto a la poesía de grandes
escritores, ya comenté que cuando descubrí al Borges poeta, quedé impresionada con sus poesías sobre todo las relacionadas con la historia. Basta leer El Gral. Quiroga va en coche al muere y él nos sitúa en ese escenario con tanta vehemencia, que nos parece estar viviendo esos momentos cuando dice "el madrejón desnudo, ya sin agua" refiriéndose al cauce seco del río. Y a esa vista de pajonales, porque Borges lo relata poniéndose en la piel de Quiroga, y refleja la traición y la encerrona cuando dice algo así como "muerte de mala muerte se lo llevó al riojano y una de las puñaladas lamentó Juan Manuel". También en el poema Rosas, Borges duda si la muerte redime al criminal y traidor, y hace un boceto de la figura "del hombre admirado y del tirano temido", y habla que fue idolatrado por el gauchaje, pero a la vez habla del "horror del tajo en la garganta" porque según la historia, mandaba al degüello a quién lo contradecía. Y en Poema conjetural relata de manera escalofriante la muerte del doctor Francisco Laprida, que hasta ese entonces yo ignoraba. Borges mezcla la historia con la
literatura de manera magistral, y descubrirlo de ese modo cambió mi manera de pensar sobre sus obras.
-Si tuvieras que definir a Santa fe desde lo poético, ¿Cómo lo harías?
-En la provincia de Santa Fe hubo y hay grandes exponentes de la literatura. Osvaldo Bayer; Olga Cossettini; Angélica Gorodischer; Reinaldo Sietecase; José Pedroni, y tantos escritores más que han hecho de Santa Fe un semillero de la literatura. Santa Fe es una provincia hermosa con diferentes paisajes según sus departamentos. Es el lugar que adopté para vivir, y a su vez me ha adoptado. Sin olvidar donde nací, y ese lugar inolvidable para mí que es mi pueblo, Conesa, en la provincia de Buenos Aires. Santa Fe tiene el verdor de los campos sembrados y el dorado de sus cosechas cuando llega el verano. Y sobre todo tiene la calidez de su gente, cuando uno llega a algún lugar, sea cual fuere, de esta simpática bota.
-La lectura provoca que el lector o la lectora al terminarlo de leer muestren sentimientos de placer, enojo, tristeza… ¿Te ha pasado sentirte así?
-La lectura tiene el don de provocar diferentes estados de ánimo al concluir con ella. A mí me ha pasado sentir pena cuando termino de leer una novela, o simplemente un cuento que me ha gustado tanto, que hubiera querido seguir leyendo mucho más. Como también he leído
alguna novela esperando que suceda algo que me impacte, y llegó al final y me quedo con ese sabor a nada, sin saber por qué terminó de ese modo. Ahí está reflejada la calidad del escritor, que sabe atrapar al lector en cada capítulo, hasta llegar a la palabra "fin".
-¿Cuáles han sido tus influencias literarias?
-Cuando estaba en la primaria, teníamos una maestra, y la nombro porque jamás la olvidaré, María Estela Ovelar, que nos enseñó a amar la literatura. Todos los días en la última hora disponíamos de media hora para leer algún capítulo de alguna novela, y luego lo analizábamos. Era una mujer muy culta y que nunca nos tuteó, a pesar de que éramos chicos. Siempre nos decía: "lean niños, lean mucho". Y luego, más de grande, me encantaba la manera de contar de García Márquez, y de muchos otros escritores que llevan al lector situándolos en un escenario, donde en su mente vayan dibujando un lugar, una situación, un encuentro donde todo parece real.
-¿Cuánto tiempo te lleva concluir una de tus obras?
-El tiempo que me lleva terminar una obra es relativo. Cuando son cuentos cortos, o poesías puede llevarme un día solamente, entre escribir y corregir. Soy de leer varias veces lo que escribo hasta estar conforme con el resultado. Ahora mis novelas me han llevado un buen tiempo. Por lo general escribo un capítulo y luego lo analizo, y si no me gusta algo lo vuelvo a escribir, o sea que el tiempo depende de eso y de la cantidad de personajes que existen en ellas. Mis dos novelas son corales, y debo releerlas varias veces para no confundirme con los personajes y no hacerle decir a uno, lo que quería que fuera otro el destinatario de ese mensaje. Eso sería terrible... e imperdonable.
-¿Algún proyecto que nos puedas adelantar?
-En la actualidad estoy dando fin a una nueva novela (que no quiere decir que salga pronto). La leeré quién sabe cuántas veces hasta que me guste como ha quedado. Y para terminar te diré algo que dije en la presentación de En la casa de al lado. Que mientras pueda, mientras alguna idea vaya entretejiendo alguna historia, yo seguiré escribiendo, porque para mí escribir es una buena excusa... para no morir en silencio.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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