Por Daniel Domínguez

La llegada de Lautaro Morales dejó en evidencia varias cosas. La primera, la muy mala gestión del plantel y del último libro de pases. La segunda, la irresponsabilidad del colombiano Iván Arboleda que se alejó de la institución sin aviso y con contrato en curso. La tercera y, quizás, la más llamativa, la historia esquiva para los goleros surgidos en la cantera leprosa.

El ex Lanús tuvo apenas un par de entrenamientos antes de saltar al Coloso Marcelo Bielsa. Las flojas actuaciones de Franco Herrera, llevaron a la comisión directiva y al cuerpo técnico que encabeza Javier Sanguinetti, a salir en la búsqueda de un jugador que lleve nuevamente tranquilidad bajo los tres palos.

La lesión de Ramiro Macagno ante Platense causó muchos más dolores de cabeza de los imaginados. Es que, con el clásico a la vuelta de la esquina, las dudas comenzaron a sobrevolar y, a pesar de los intentos de repatriar a Williams Barlasina desde Agropecuario, las negociaciones fueron esquivas y Herrera fue señalado en el gol de Veliz con el que los canallas volvieron a imponerse ante la Lepra.

Las derrotas contra Defensa y Atlético de Tucumán no hicieron más que confirmar que no era el momento de los pibes.

Así, una vez más, la valla leprosa será ocupada por un jugador foráneo. Nelson Ibáñez, Alan Aguerre, Macagno, Arboleda y, ahora, Morales, encabezan una larga lista de guardametas que vistieron el “1” por encima de los surgidos en las divisiones juveniles.
Norberto Gringo Scoponi fue el único y el último indiscutido. Campeón y héroe en la definición por penales el 9 de julio de 1991 en La Bombonera, Scoponi fue el dueño del arco rojinegro por más de diez años.

Desde aquel momento hasta hoy, pasaron por el Parque nombres de la talla de Luis Islas, Sergio Goycochea, Ignacio González, Rolando Hernán Cristante, Oscar Passet, Justo Villar (campeón en 2004), Marcos Gutiérrez, Oscar Ustari y Sebastián Peratta, entre otros. Más otros casos llamativos, algunos sin llegar a debutar como Darío Sala (luego ayudante de Martino en el Atlante United de la MLS), Germán Caffa, Rodrigo Rey (actual figura de Gimnasia de La Plata y sin minutos en la primera leprosa) y Adrián Gabbarini (tampoco debutó).

En todo ese tiempo, el único juvenil que pudo asentarse fue Sebastián Terremoto Cejas, quien entre 1995 y 2001 disputó 176 partidos en la Primera división, siendo capitán en muchos de ellos.
Recién en 2012, tras la cesión a préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza, apareció otro castalepra que se pudo quedar con la titularidad, no sin antes ser resistido por su estilo arriesgado y provocador. El Patón Nahuel Guzmán despejó todas las dudas luego de consagrarse campeón en el Torneo Inicial 2013 de la mano del Tata Martino.

Otra vez, desde la salida del Patón hasta hoy, el arco rojinegro fue ocupado por arqueros que fueron llegando y pasando sin demasiada transcendencia.

En el medio, apareció Ezequiel Unsain, quien tras sufrir la fractura de maxilar por un choque con Carlos Tevez en un Boca-Newell’s, perdió el puesto y fue vendido por un puñado de dólares a Defensa y Justicia donde hoy es capitán y referente. Unsain llegó a disputar 20 partidos como titular y en 2018, Nicolás Temperini jugó un solo partido para luego ser dejado en libertad de acción.
Un caso singular es el de Luciano Pocrnjic, quien hizo inferiores en Rosarina, estuvo en el plantel campeón de 2004 (disputó tres partidos entre 2003 y 2004) y regresó en 2015, casi diez años después, tras una gran carrera en San Martín de San Juan.

Con 33 años, Pocrnjic alternó con el mencionado Ibáñez y con Sebastián D’ Angelo, un ex Boca que apenas disputó cuatro partidos en Newell’s. Entre ambos ciclos, llegó a jugar 60 encuentros.
Newell’s siempre se caracterizó por ser un club formador. Los mejores equipos del mundo cuentan o contaron con jugadores surgidos de las formativas rojinegras, pero está a las claras que el puesto de arquero no es un ejemplo de esto y parece que tendrán que ajustar algunos detalles o seguir contratando “guantes” ajenos.